lunes, 20 de diciembre de 2010

Tres prioridades para superar la crisis de vocaciones I

NASHVILLE, lunes, 28 julio 2008 (ZENIT.org).- Hay tres prioridades en la promoción de vocaciones a la vida religiosa y sacerdotal, explica una religiosa dominica con quince años de experiencia en el trabajo vocacional: educación, devoción sacramental y pastoral juvenil.

La hermana Catherine Marie Hopkins es ahora directora ejecutiva del Campus Dominico en Nashville, donde las Religiosas Dominicas de Santa Cecilia dirigen la escuela Overbrook School, la Academia Santa Cecilia y el Colegio universitario Aquinas.

Recientemente nombrada miembro del Consejo nacional de los obispos de Estados Unidos, la hermana Hopkins señala que los jóvenes para descubrir el llamado de Dios necesitan tanto oración como evangelización.

La clave para encontrar mi propia vocación fue el darme cuenta de que Dios tenía un plan para mí y que yo necesitaba descubrir exactamente cuál era. Empecé con inquietud interior y el pensamiento de que Dios podía pedirme algo, pero muy rápidamente me di cuenta de que sí me estaba llamando, todo lo que necesitaba para responder debería ser proporcionado por Él también. Esto me dio una enorme libertad y mi inquietud fue reemplazada por una atracción muy fuerte.

Tenía 24 años y era muy feliz, pero no estaba en paz dado que no podía decir con seguridad cuál era la voluntad de Dios para mi vida. Todo lo que sabía con certeza era que la misa diaria me dejaba hambrienta de más, y así fui en busca de dónde podía arraigar más profundamente mi deseo creciente de entregarme. Finalmente me informé sobre la vida religiosa para poder seguirla y comprometerme con clara conciencia. Cuando visité nuestra comunidad y vi una alegría muy tangible, celo juvenil y una larga historia de fidelidad, se redujo el miedo dejando espacio a una nueva convicción de que esto era lo que Dios había pensado para mí. 

Es decir, mi propia experiencia me ayudó después, como directora de vocaciones, a comprender que el discernimiento se produce lejos de presiones y en medio del silencio desafiante de la oración. Cuando busqué la voluntad de Dios, buscaba consejo e hice un montón de preguntas, pero buscaba una decisión que, al mismo tiempo que era informada, surgiera con fuerza de una convicción interior que yo reconocí como proveniente de Dios.

Las religiosas dominicas en Nashville comprendieron que no era cuestión de reclutamiento sino de "exposición". 

Como directora de vocaciones, consideré un punto a respetar la delicada lucha interior por la que mucha gente debe pasar. Mi trabajo no era vender sino proponer la belleza de nuestra vida y exponer a las jóvenes a ella a través de una visita o de una experiencia de retiro. Tenía que ayudar a quienes tenían la inclinación, pero luchaban con la incerteza, a darse cuenta de que el simultáneo temor y atracción que sentían era normal; y que un sentido de incerteza no es algo malo ya que ¡realmente nadie es "digno" de los divinos esponsales! Hacer la elección significa dejar totalmente a un lado la mentad de hacer carrera para darse cuenta de que la vida religiosa es entregarse a un amor sin límites.

Mi experiencia ha sido que, en general, los hombres se toman un largo tiempo para el proceso de discernimiento, si se refiere al matrimonio o a la vida religiosa. Cuando la mujer tiene una "convicción", normalmente está impaciente por empezar el proceso.

Me pregunto si los hombres tienden a intelectualizar al principio, mientras que la mayoría de mujeres empiezan intuitivamente y muy privadamente. Pueden luchar mucho tiempo antes de admitir que están considerando la idea, pero una vez que han discernido, es mucho más un asunto de corazón y pasan de los pasados temores y lazos naturales a ofrecer el don de sí sin reservas.

Los hombres necesitan equilibrar su discernimiento con la devoción y las mujeres necesitan conscientemente anclar el proceso en una comprensión intelectual de la llamada.

Al guiar a mujeres en el discernimiento, la idea esponsal es una atracción considerable, dado que estamos programadas por nuestra naturaleza femenina al amor y a alimentarlo de una manera única. Yo había tenido aspiraciones a formar una gran familia y llegué a comprender que Dios ¡no me pedía negar este deseo sino ampliarlo!

Tanto hombres como mujeres necesitan saber que el deseo de contraer matrimonio no es sólo bueno sino que es incluso necesario si uno esta considerando la vida religiosa. La ausencia de este deseo natural puede señalar un problema de egoísmo o una dificultad para dar o recibir amor. Tal limitación emocional debería hacer imposible la felicidad en la vida religiosa.

Respecto a mis hermanos, cada uno de ellos fue diferente en el discernimiento. Hablar sobre ellos es hacer un estudio real sobre temperamentos. Acostumbraba a ponerlos como ejemplos para ilustrar que no existe un "tipo" de persona a la que Dios llama, sino que cada uno de nosotros, con nuestro carácter único, puede contribuir de manera única. Y sí, mis hermanos son "tipos únicos". Nosotros no nacimos siendo religiosos y tenemos que recordar a la gente que éramos como la media de los jóvenes; ninguno de nosotros sentía una inclinación a ser "más probablemente religioso" en la enseñanza media. Este hecho da esperanzas.

Más información en www.nashvilledominican.org o en el Council of Major Superiors of Women Religious: www.cmswr.org

Por Kathleen Naab, traducido del inglés por Nieves San Martín.
Por: Entrevista con una religiosa dominica
http://www.almas.com.mx/almas/artman/publish/article_2078.php

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