viernes, 24 de julio de 2009

En el silencio de tu alma

La vida silenciosa

«El monasterio no es un museo ni un asilo… Aun cuando no abandone nunca su monasterio, y nunca dirija una palabra al resto de los seres humanos, el monje está inextricablemente implicado en el sufrimiento común y en los problemas de la sociedad en que vive» (Tomado del «Epílogo»).

La vida silenciosa es «una meditación sobre la vida monástica, escrita por alguien que, sin ningún mérito propio, tiene el privilegio de conocer esa vida desde dentro… y que sólo trata de hablar como portavoz de una tradición multisecular».

La vida silenciosa es una obra destacada, pues combina una descripción lúcida e informativa de la naturaleza y las formas del monacato, comunitario y eremítico, con una apasionada defensa de la búsqueda de Dios en la contemplación. La intensa belleza de la meditación de Merton ha convertido a La vida silenciosa en un clásico en su género.

Thomas Merton (1915-1968), doctor por la Universidad de Columbia, se convirtió al catolicismo en 1938. En 1941 ingresó en la Abadía trapense de Our Lady of Gethsemani, en Kentucky (Estados Unidos), donde fue ordenado sacerdote en 1949. Fue una de las figuras espirituales más prominentes del siglo XX y es universalmente conocido como uno de los maestros espirituales más influyentes de nuestro tiempo.

Desclee de BrowerISBN :978 84 33023087186 páginas - 16 euros

miércoles, 1 de julio de 2009

Mensaje a los contemplativos del mundo (Thomas Merton)

“Hermano, el contemplativo no es el hombre que tiene visiones flamígeras del querubín llevando a Dios en su carro imaginario, sino sencillamente el que ha arriesgado su mente en el desierto más allá del lenguaje y de las ideas, allí donde Dios se encuentra en la desnudez de la confianza pura, es decir, en la total entrega de nuestra pobreza y de nuestra condición inacabada para dejar de aferrar nuestras mentes en un nudo sobre sí mismas, como si el pensar nos hiciera existir.

El mensaje de esperanza que te ofrece el contemplativo es, pues, hermano, que no necesitas encontrar tu camino a través de la maraña del lenguaje y de los problemas que hay hoy en día en torno a Dios, sino que tanto si lo comprendes como si no, Dios te ama, está presente en ti, vive en ti, mora en ti, te llama, te salva y te ofrece una comprensión y una luz que no se parecen en nada a la que jamás hallas podido encontrar en libros o escuchado en sermones.

El contemplativo no tiene nada que decirte salvo asegurarte que si te atreves a penetrar en tu propio silencio y te arriesgas a compartir esa soledad con otros solitarios que busquen a Dios a través tuyo, entonces recobrarás de verdad la luz y la capacidad de entender lo que está más allá de las palabras y de las explicaciones porque está demasiado cerca como para ser explicado: es la unión íntima en la profundidad de tu corazón, del espíritu de Dios y de tu propio ser más íntimo y secreto, de modo que tú y Él sois en verdad un solo Espíritu. Te amo, en Cristo.”

(Thomas Merton, “Mensaje a los contemplativos del mundo”, 21 de agosto de 1967, en respuesta a una petición expresa del Papa Pablo VI)

Danos contemplativos

Aumenta, Señor, el número
de los verdaderos contemplativos,
rastreadores de tus huellas
en nuestro mundo.

Multiplica los hombres y mujeres
silenciosos y alegres,
pobres y generosos,
profundos y comunicativos,
que atraviesan con su mirada
el espesor del mundo y de la historia
y terminan sorprendiéndote
a cada paso
porque llevan tu presencia en el corazón
y tu imagen en la retina de sus ojos.

Tú sabes, Señor,
que este mundo nuestro
necesita contemplativos.
Amén.

Ángel Sanz Arribas, cmf