sábado, 27 de septiembre de 2008

Constitución Apostólica Sponsa Christi

Para promover el sagrado instituto de las monjas
Pío XII, Obispo,
Siervo de los siervos de Dios,
para perpetua memoria

1 . La Iglesia, Esposa de Cristo, ya desde los primeros orígenes de su historia, manifestó con repetidos señales, y confirmó con clarísimos documentos, los sentimientos de estima y maternal amor que profesaba a las Vírgenes consagradas a Dios.
Las antiguas Vírgenes cristianas

2. No es esto de maravillar, toda vez que las Vírgenes cristianas, "la porción más gloriosa del rebaño de Cristo", a impulsos del amor, menospreciando todas las solicitudes del mundo, como ajenas a él, y superando la división del corazón, tan cómoda como llena de peligros, no solamente se consagraron del todo a Cristo como a verdadero Esposo de las almas, sino que entregaron para siempre su vida, adornada con las joyas de todas las virtudes cristianas, al servicio de Jesucristo y de su Iglesia.

3. Esta consagración mística de las Vírgenes a Cristo y este entregarse a la Iglesia se hacía en los primeros siglos cristianos espontánea y privadamente, y más bien con hechos que con fórmulas y palabras. Pero cuando más tarde formaron las Vírgenes no sólo una clase, sino un estado ya definido, y un orden aprobado por la Iglesia, comenzó a ejercitarse públicamente la profesión de la virginidad, y por lo mismo era confirmada con vínculos más estrechos. Después la Iglesia, al aceptar el sagrado voto y propósito de la virginidad, consagraba la Virgen como persona inviolablemente entregada a Dios y a la Iglesia con un rito tan solemne, que con razón está registrado entre los más hermosos monumentos de la antigua liturgia, y distinguía claramente a esa Virgen de las otras que con votos solamente privados se obligaban a Dios.

4. Esta profesión de virginidad era guardada con una vida ascética vigilante y severa, y alimentada y fomentada juntamente con ejercicios de piedad y de virtud. En las primitivas enseñanzas de los Santos Padres, tanto griegos y orientales como latinos, resalta y es puesta ante los ojos la imagen fiel y hermosísima de la Virgen cristiana. Ellos en sus escritos ilustraron y describieron vivamente, con gran diligencia y amor, todo aquello que, en el orden ya interno ya externo, tenía alguna relación con la santidad y perfección virginal.
Par leer texto completo ir a: http://www.multimedios.org/docs/d002096/

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Castidad-Soltería-Celibato-Virginidad

Tal vez sería oportuno, para evitar lamentables y frecuentes confusiones, precisar la significación de algunas palabras que, muchas veces, se toman como sinónimas. O, por lo menos, distinguir unas 'situaciones' o hechos de vida, que no es lícito confundir, porque implican contenidos muy diversos entre sí.

-Primeramente está el hecho de regular, desde la razón y desde la fe, todo lo relativo al apetito genésico, en conformidad con las exigencias del propio estado. A esto lo llamaría simplemente castidad. Porque la castidad es precisamente esa virtud reguladora; por eso, es una virtud común y universal, válida para todos los estados en que puede hallarse la persona humana. Hacer voto de castidad no implicaría -en el caso de dos personas unidas en matrimonio- renunciar al ejercicio de la sexualidad, sino comprometerse a 'regular' ese ejercicio -que es verdaderamente casto- desde la razón iluminada por la fe cristiana.

-Se da también el hecho de una renuncia al matrimonio, impuesta por las circunstancias o voluntaria pero sin motivación alguna o por motivaciones negativas, como son el egoismo, la inmadurez, la comodidad, el miedo al riesgo y al compromi¬so, el ansia de mayor libertad, etc. En este caso la renuncia a un valor como es el matrimonio no está justificada ni «compensada» por nada. A esta situación la llamaría soltería. Es claramente negativa y, por eso mismo, empobrecedora, o, por lo menos, signo de «pobreza».


-Existe también una opción libre y voluntaria por un estilo de vida que, de hecho, excluye el matrimonio. Una opción que se hace por motivos nobles y legítimos, pero estrictamente humanos y naturales. Se opta por ese estilo de vida como proyecto humano de existencia, como manera de realizarse en cuanto hombre o en cuanto mujer, es decir, en cuanto persona humana: como ser abierto a una relación universal, no polarizada, hacia todas las personas. No es un replegamiento sobre sí mismo, sino una apertura a los demás. A este hecho y a esta situación la llamaría celibato.

-Se da, además, la opción libre y voluntaria por un estilo de vida en configuración con Cristo virgen y en respuesta a una especial vocación divina. Se trata de revivir en la Iglesia el misterio de la virginidad vivida por Jesús de Nazaret, con el mismo contenido y la misma significación que este 'hecho' tuvo en su proyecto de vida y de existencia. Implica la renuncia al matrimonio y a toda polarización, exclusivismo y mediación en el amor, por el Reino de los cielos, es decir, por el mismo Jesucristo y por su Evangelio. A esta realidad la llamaría virginidad, con toda la carga teológica y tradicional que esta palabra tiene en la historia de la Iglesia.

«Nos hemos preocupado mucho, quizás demasiado únicamente, por nuestro celibato -estado de vida-, por nuestra castidad -cualidad de vida necesaria a todo ser humano-. Hemos permanecido célibes. El desafío de amar radicalmente, con la máxima densidad humana, a causa de Cristo resucitado que vive con nosotros su misión salvadora, va más allá... Este desafío es una tensión constante hacia una virginidad cada vez mejor integrada. Se permanece célibe; pero se va uno haciendo virgen... Cuando hablamos de virginidad en el celibato consagrado, no pensamos en la integridad sexual, física biológica, en el hecho de no haber ejercido nunca, voluntariamente, las funciones genitales; tampoco pensamos en la comprobación de la integridad del himen; ni tampoco en el caso de no haberse casado. La virginidad hace referencia a un ser plenamente unificado, cuyas energías todas están focalizadas en Dios, Padre, Hijo y Espíritu. La virginidad es una actitud de estar plenamente integrado (one in herself), que centra todas las fuerzas profundas de una persona en orden a responder a la empresa del amor» .

La virginidad consagrada, a imitación y en seguimiento de Cristo virgen, no puede ser primariamente una renuncia o una forma ascética de austeridad, ni siquiera 'celibato' o 'castidad', sino un don de Dios, una gracia, una vocación al amor sin límites, sin mediaciones y sin polarizaciones de ninguna clase. Es fraternidad universal, divina y humana, donación íntegra y sin reservas de uno mismo a Dios y a los hombres todos: en amor y por amor. Es también, e indudablemente, una renuncia, un sacrificio; pero nunca una 'frustración' o un deterioro de la personalidad humana, si se vive como la vivió Jesús. La virginidad es amor, con las características esenciales de la totalidad, de la universalidad y de la inmediatez. No puede, en manera alguna, reducirse a la integridad física, a la simple castidad -virtud reguladora del apetito genésico- o a la renuncia al matrimonio y al ejercicio explícito de la sexualidad. Estas dimensiones quedan incluidas, pero ni constituyen ni definen propiamente la virginidad en sentido teológico. Esta queda definida, más bien, por ser amor total, divino y humano, amor inmediato a Dios y a los hombres todos. Implica pues, y necesariamente, renuncia a toda mediación en el amor -aunque se trate de esa mediación santa y santificadora, que es el sacramento del matrimonio-, a todo exclusivismo y a toda polarización. La virginidad consagrada, como ha dicho Juan Pablo II, debe vivirse en el misterio de la virginidad de Cristo, consiste en «querer ser de verdad como Cristo» y en amar a los hombres «a la manera misma de Cristo, depositando en su corazón la ternura humana y divina que él les trae» .

«La virginidad, en este sentido, comienza siendo una fuerte experiencia del amor de Dios. De un amor gratuito, personal y absorbente, que embarga por completo a la persona y deja en ella un sello imborrable. Es una experiencia que se convierte en apremiante invitación, en urgencia interior a responder también con un amor personal, gratuito y absorbente. El don de Dios capacita para la respuesta y, desde dentro, actúa como delicado y persistente estímulo a entregarse sin reservas, afirmando esa entrega con la renuncia a los valores más positivos de la vida humana. La persona que ha sentido esta apremiante llamada, tiene una clara y aguda percepción de la infinita trascendencia de Dios y del valor absoluto y definitivo del Reino. Y, en consecuencia, relativiza todo lo demás. Su vida en virginidad es un gesto significativo, una verdadera 'profecía en acción', que anuncia y testifica un modo nuevo de amar y el estado último del hombre cuando llegue la consumación de los tiempos» .

El fundamento último y la definitiva justificación de la vida en virginidad -y no se identifica virginidad con la simple castidad o con la mera continencia- es Jesucristo. «La causa última que motiva nuestra virginidad en la iglesia..., causa valedera para todos los tiempo, es la vida del Señor, que con sus palabras y con el ejemplo de su vida nos enseña a vivir virginalmen-te" .

La virginidad por el reino de los cielos o por el evangelio es virginidad por Cristo: es una relación personal con él, además de ser una re-presentación sacramental de su modo histórico de vida y de existencia. (Jesucristo es la personificación del reino y del evangelio. O, dicho con mayor exactitud, Jesucristo es personalmente el reino y el evangelio, porque El es personalmente el amor misericordioso y salvador de Dios irrumpiendo en la historia de los hombres y es la buena noticia de que Dios nos ama).

Sólo se vive la verdadera virginidad, cuando uno ha quedado realmente fascinado, cautivado y seducido por la Persona misma de Jesús, en su modo histórico de vivir en amor total e inmediato, divino y humano, en danación total de sí mismo a los demás, al Padre y a los hermanos, o sea, en el misterio de su proexistencia. En esa 'fascinación' por Cristo se encuentra el fundamento último, la raíz viva y permanente, la motivación más eficaz y también la razón de ser de una virginidad vivida como don carismático, convertido en 'profesión', dentro de la iglesia. Todas las demás posibles 'motivaciones' o 'justificaciones', o se reducen, en última instancia a ésta, o derivan lógicamente de ella.

Severino María Alonso, cmf (web ciudad redonda)

lunes, 15 de septiembre de 2008

sábado, 13 de septiembre de 2008

Siempre en Camino

Los personajes del evangelio hubieran te­nido una especie de cuentakilómetros incorpora­do, creo que María habría alcanzado el primer puesto de la clasificación.
La gran peregrina.

Dejando aparte a Jesús, naturalmente. Pero como es sabido, él se identificaba hasta tal punto con la pista, que un día invitó a sus discípulos a seguirle diciéndoles: "Yo soy el camino". El cami­no. ¡No un viandante!

Si, como entonces, Jesús queda fuera de con­curso, al conceder la clasificación de las peregri­naciones evangélicas, nadie podrá discutir el pri­mer puesto a María.

Incansable

La encontramos siempre en camino, de un punto a otro de Palestina, con un recorrido sin lí­mite. Viaje de ida y vuelta de Nazaret hacia los montes de Judá para encontrar a la prima, con esa especie de suplemento rápido mencionado por Lucas, el cual nos asegura que llegó con prisa a la ciudad. Viaje hasta Belén. De aquí a Jesusalén pa­ra la presentación en el templo. Destierro clan­destino en Egipto. Regreso con precaución a Judea con el salvoconducto expedido por el ángeldel Señor y, después, de nuevo a Nazaret.

Peregrinación hacia Jerusalén con la consabi­da comitiva, aumentada con el recorrido por la ciudad en busca de Jesús. Entre la multitud, a la búsqueda de Jesús errante por los pueblos de Ga­lilea, con la secreta intención de hacerle volver a casa. Finalmente en los caminos del Calvario, al pie de la cruz, donde la maravilla expresada por Juan con la palabra 'stabat', más que la petrificción del dolor por una carrera fallida expresa la imagen de la movilidad de quien espera sobre el podio el proemio de la victoria.

Icono del 'camina, camina', la encontramos sentada solamente en el banquete del primer mi­lagro. Sentada, pero no quieta. No sabe estarse quieta. No corre con el cuerpo, sino que recorre con el alma. Y si no va ella hacia la 'hora' de Je­sús, hace venir la hora hacia ella, moviendo hacia atrás las agujas del reloj, hasta que la alegría pas­cual irrumpe sobre el festín de los humanos.
Subiendo siempre

Siempre en camino y, para colmo, cuesta arri­ba. Desde que se puso en camino hacia la monta­ña hasta el día del Gólgota, o mejor, hasta el cre­púsculo de la Ascensión cuando subió también ella con los apóstoles 'en la planta superior', en la espera del Espíritu, sus pasos siempre avanzaron con el afán de las alturas.

Habrá hecho bajadas, y Juan nos recuerda una cuando dice que Jesús después de las bodas de Cana, bajó a Cafarnaum con su Madre. Pero la in­sistencia con que el evangelio acompaña con el verbo 'subir' en sus viajes a Jerusalén, más que aludir a la fatiga del pecho o a la hinchazón de los pies, nos quiere decir que la peregrinación terre­na de María simboliza todo el cansancio de un exigente itinerario espiritual.

Santa María del camino

Santa María, mujer del camino, cómo querrí­amos parecemos a ti en nuestras carreras jade­antes, pero no tenemos metas inmediatas. Somos peregrinos como tú, pero sin santuarios hacia los cuales caminar. Somos más veloces que tú, pero el desierto se traga nuestros pasos. Caminamos sobre el asfalto, pero la brea borra nuestras hue­llas.

Forzados por el 'camina, camina', nos falta en la alforja de caminantes el plano de las calles que dé sentido a nuestros recorridos. Y con to­das las circunvalaciones que tenemos a disposi­ción, nuestra vida no empalma con ninguna desvinculación constructiva, las ruedas giran en vacío cobre los anillos del absurdo, y nos en­contramos inexorablemente contemplando los mismos paisajes.

Danos, Señora, el gusto por la vida. Haznos saborear la embiraguez de las cosas. Ofrécenos respuestas maternas a las preguntas de sentido, a la preguntas acerca de nuestro interminable caminar. Y si bajo nuestros duros neumáticos, como un tiempo bajo tus pies desnudos, ya no despuntan las flores, haz que detengamos al menos nuestras frenéticas carreras para gozar de su perfume y admirar su belleza.

Santa María, mujer del camino, haz que nuestros senderos sean, como fueron los tuyos, instrumento de comunicación con la gente, y no cinta aislante con la cual aseguramos nuestra aristocrática soledad.

Líbranos del ansia de la metrópoli y danos la impaciencia de Dios

La impaciendia de Dios nos hace alargar el paso para alcanzar .a los compañeros de cami­no. El ansia de metrópoli, sin embargo, nos ha­ce especialistas del adelantamiento. Nos permi­te ganar tiempo, pero nos hace perder al her­mano que camina con nosotros. Nos mete en la venas el frenesí de la velocidad, pero vacía de ternura nuestros días. Nos hace apretar el acele­rador, pero no da a nuestra prisa, como a la tu­ya, sabores de caridad.. Comprime en las siglas incluso los sentimientos, pero nos priva de la alegría de aquellas relaciones cortas que, por ser verdaderamente humanas, tienen necesidad del gozo de mil palabras.

Tonino Bello

viernes, 12 de septiembre de 2008

Profesión religiosa: Votos temporales y votos perpetuos

Profesión religiosa: Es cuando tras un periodo (noviciado) de conocer el carisma, la historia, espiritualidad, de una orden/instituto religioso se opta libre y conscientemente por ser religioso o religiosa. Llega el momento de hacer la Primera Profesión.

La Primera Profesión es una profesión "temporal", esto es: cada año, el mismo día que haya hecho la primera profesión, se renueva. Dependiendo de la congregación, se irá renovando la profesión (voluntad de seguir en la congregación) por un periodo de entre cinco y nueve años. En esta primera profesión se asumen por primera vez y públicamente estos tres votos: pobreza, castidad, obediencia (algunas órdenes añaden algún otro) El que profesa se compromete a cumplirlos por espacio de un año, tras el cual, irá renovando su promesa.

Pasado ese tiempo, se realiza la profesión perpetua. Con la profesión "perpetua" el religioso se compromete definitivamente, de por vida, con Dios y con su instituto religioso. Después de hacer la profesión perpetua, no se hacen más renovaciones temporales, se ha optado de por vida por el ideal y seguimiento de Jesucristo dentro de la vida religiosa, para amar y servir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
Para hacer la profesión perpetua se necesita:
  • Haber hecho la profesión temporal (durante varios años).
  • Ser admitido por el Superior Mayor.
  • Hacerla libre y voluntariamente.
  • Tener al menos veintiún años de edad.
  • Que la profesión perpetua sea recibida por el superior legítimo.

Mario SANTANA BUENO(Sacerdote diocesano)

jueves, 11 de septiembre de 2008

Te necesito


Necesito tus manos
para continuar bendiciendo;
necesito tus labios
para continuar hablando;
necesito tu cuerpo
para continuar sufriendo;
necesito tu corazon
para continuar amando.
Te necesito para continuar
salvando a los hombres,
mis hermanos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

¿A quién se debe consultar para una vocación?

Para distinguir una vocación religiosa, se deben consultar 3 fuentes: a Dios, a tu confesor, y a ti mismo.

A) consultar a Dios

San Pablo, en el momento decisivo de su conversión, exclamó: "Señor, ¿qué quieres que haga?". Esta tiene que ser tu oración. El salmo 17, dice en uno de sus párrafos: "Enséñame, Señor, tus caminos, y guí¬ame por el sendero llano".
Cuando dios se reveló al que serí¬a el profeta Samuel, el joven inexperto no lo reconoció, y pensó que era el sacerdote quien le hablaba. Al entender, el sacerdote le dijo: "cuando oigas la voz, responde: "habla, Señor, que tu siervo escucha".

Ésta debe ser nuestra oración. En silencio completo, esperando la inspiración de Dios. "habla, Señor, que tu siervo escucha".

Demasiadas personas buscan tantos y tantos consejos en la vida... Psicólogos, lectores del tarot, consejos telefónicos, a los amigos, y casi nunca dejan a dios hablar. También tenemos que recordar, que la oración no es un monólogo, sino un diálogo. Es como hablarle a dios de tantas y tantas cosas y no le damos espacio para que nos hable. Recuerdo en un libro que leí¬, que Dios dice a sus profetas: "quédate quieto, y reconoce que soy el Señor". Y este autor, comenta: "en mi versión autorizada personalizada de la Biblia, dirí¬a:’ ¡oye! Cállate y déjame hablarte una vez, quieres?"

Debemos aprender a estar en silencio, para poder escuchar a Dios. Precisamente antes de su vida pública, Jesús se fue al desierto - donde no habí¬a ruidos... A ayunar y orar. Y fue en ese silencio, cuando supo diferenciar de las tentaciones del demonio, y de la voluntad de Dios.

En todos los profetas del antiguo testamento, notamos una constante: ellos siempre tienen un encuentro personal e individual con Dios. No entre Dios y "los jóvenes de tal o cual grupo", ni "al director de alabanza", ni al "monseñor Pérez". Es entre Dios y [pon tu nombre aquí¬].

También hay que notar otra cosa: el pecado. Mientras estamos en pecado, nos será imposible reconocer nuestra vocación. Leamos este pasaje del profeta Isaías:

Cuando Dios te libere de tus padecimientos, de tus inquietudes y de la dura esclavitud a la que estabas sometido, dirás estas palabras (de profecí¬a) contra el rey de babilonia...
Es decir: Dios no nos manda a denunciar los males y a anunciar el evangelio, sino hasta que estamos libres de toda inquietud, padecimientos y esclavitudes. Y fí¬jense que no dice: "en caso de que Dios te libere". Dice claramente: "cuando Dios te libere".

Por eso, no hay que desconfiar de que Dios no nos dará señales, o de que seremos demasiado brutos para entenderlas. Pidamos entendimiento y dios nos responderá.


B) consultar al sacerdote

De preferencia al sacerdote a quien recurres regularmente... Desafortunadamente se dan muy pocos casos. Por eso hay sacerdotes expertos en asesorar a las vocaciones. Hay retiros vocacionales, no de cualquier grupo. Generalmente son retiros promovidos y dirigidos por la arquidiócesis o por la diócesis del lugar. Es decir, por los representantes directos de la iglesia católica. Serí¬a un tanto redundante consultar con el sacerdote de la comunidad a la que has sido atraí¬do. Lo más recomendable es consultar sobre tu vocación con un sacerdote externo, para lograr la imparcialidad requerida. Yo en lo personal consultarí¬a con dos sacerdotes. Uno, de la comunidad, y otro, externo - pero experto en vocaciones religiosas. En la comunidad del altillo, en México, un sacerdote me supo orientar muy bien sobre algunas dudas que tení¬a (no necesariamente de la vocación), y me ayudó mucho a superar un problema que tení¬a. Digo, si están allí¬ es por algo, ¿para qué desperdiciarlos?

El sacerdote tiene una luz especial que Dios le da, para ayudar a las personas. Algunas veces incluso, se da el caso de que tenga un don muy especial, llamado carisma de discernimiento, para casos difí¬ciles, como análisis de si alguien está por ejemplo poseído, o para indagar en casos de matrimonios nulos. Y desde luego es lógico que quien tenga este carisma, ayude a los jóvenes en busca de su vocación.

Nótese, que Cristo, dijo a sus apóstoles: "y bajará el Espí¬ritu Santo, que os hará entender todas las cosas que os he dicho". También les dio poder para atar y desatar: "lo que ustedes aten en la tierra, quedará atado en el cielo".

Imagí¬nense al sacerdote como a un general en su bunker, y ustedes son los soldados en combate.
El general tiene a su acceso estrategas, radares, información del enemigo, rutas de acceso... Y ustedes no pueden ver nada, y no tienen la más remota idea de dónde están, o a dónde van. Pero el general puede ver por dónde van, si se están dirigiendo a una trampa, etc. etc. Así¬, Dios ilumina al sacerdote mostrándole, mediante la palabra, la oración, etc., cómo irlos guiando. Desde luego, si ustedes no siguen sus consejos, pues se van a hacer bolas pero tremendamente.

Ningún ciego puede guiar a otro ciego. Si el grupo parroquial o comunidad en la que estás no tiene un sacerdote que los vaya asesorando, o guiando... Es muy fácil que el enemigo se infiltre y les eche a perder todo. No basta con darle un reporte de actividades. El sacerdote tiene que ser parte integral del grupo.

Por ejemplo - en los conventos, se da muy frecuente el caso, de que las monjas, no sólo tengan un confesor, sino también un director espiritual. Es decir: alguien que las dirija y apoye. Ni siquiera la madre superiora puede desempeñar un papel tan importante. Debe ser el sacerdote, que es ungido por Dios.

Recordemos lo que dice Jesús de sus discí¬pulos a quienes enví¬a: "quien a vosotros escucha, a mí¬ me escucha. Y quien a vosotros rechaza, a mí¬ me rechaza." Por eso es importante no despreciar los consejos del sacerdote.


C) Consultarte a ti mismo

¡Piénsalo bien! Escucha tu corazón, tus deseos... En el profeta Ezequiel leemos - capí¬tulo 36, v. 26 y siguientes:

Les daré un corazón nuevo, y pondré dentro de ustedes un espí¬ritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi espí¬ritu...

Es decir: no sólo serán los deseos de Dios, sino también nuestros deseos, la vocación a la que estemos llamados. Ya que Dios y nosotros tendremos un mismo Espíritu.

Si te causa repugnancia el ayudar a los pobres, y quizás no los puedes ver ni en pintura, pero "adoras" a los niños y te desvives por ellos, definitivamente tienes vocación por los niños. Si te encanta enseñar al que no sabe, muy probablemente tienes vocación de maestro. Si te fascina hablar de dios a la gente, mostrarles el amor de Jesús, y hablar, y escribir, y platicar con la gente de Dios, es muy probable que tu vocación sea evangelista o predicador... Cosas así¬.

Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.

Déjenme repetirlo: Dios no te pondrá una inclinación contraria a tu vocación.
Una cosa es el pecado que a veces nos da asco, flojera, repugnancia etc. A ciertas tareas, pero que por obediencia o por amor puedes hacer por Dios... Y otra cosa distinta es que no estés hecho para un trabajo. Si escoges algo para lo que no estás hecho, el resultado es fácil de prever: una vocación frustrada.

Dice el padre Baeteman:

"Por eso tienes que estudiarte a ti¬ mismo. Tu corazón, tus gustos, tus inclinaciones... Examina lo que te atrae y lo que te disgusta; fí¬jate si tus condiciones de alma y cuerpo están de acuerdo con la vocación que te atrae. Tus aptitudes fí¬sicas y morales tienen que ser muy bien consideradas. La ineptitud para seguir una vocación excluye, venga de donde venga, toda probabilidad de llamamiento divino".

A veces es necesario consultar a tus padres o a otras personas que te puedan ayudar con un consejo. Pero nunca juzguen según los principios mundanos. Lean la Biblia, ilumí¬nense con las luces de la fe que estén estudiando. Una vez rodeados con toda la certeza, es, finalmente, cuando pueden tomar una decisión acertada.

¿Quién me llama?
¿Dios?
¿Mis amigos del grupo xyz que se portan tan bien conmigo?
¿Mi vanidad?
¿Mi deseo de "mostrar que sí¬ puedo"?
¿Mi rebeldí¬a o venganza contra mis padres?
¿El miedo de caer en el pecado e irme al infierno?
¿El miedo de perder el apoyo de mis amigos o de una "comunidad" en particular?
¿Es la deslumbrada que algún personaje me inspiró?
¿Puedo estar completamente seguro de que es dios, y no mis amigos o mis propias ilusiones o temores, quien me está llamando?

¿Qué quisiera haber hecho, si en estos momentos estuviera al borde de la muerte?

Este pensamiento es muy esclarecedor para nuestras dudas. Cuando no está en juego nuestra posición social, ni el qué-dirán, ni las amistades perdidas, sino cuando estás tú a punto de encontrarte con tu Dios y salvador, es cuando puedes distinguir entre la voluntad de Dios y tu voluntad.

Recordemos que a muchos, Dios no nos llama a misionar en otras partes del mundo. Por ejemplo, el caso de una jovencita de 15 años a la que dios llamó a ser mamá. Y a educar a su hijo, a enseñarle la Biblia, a limpiar sus pañales, a llevarlo de paseo, a educarlo para que fuera un hombre hecho y derecho y guiara a millones de personas.

Sí¬, adivinaste. La Virgen Marí¬a. No podrí¬a haberle tocado una labor más digna y al mismo tiempo más humilde.

Recuerda, que lo que se necesita, más que entrar a una orden religiosa, es el deseo firme e irrevocable de seguir la voluntad de Dios, sea cual sea (aún si ésta implica el matrimonio).

Recuerdo el ejemplo del p. Emiliano Tardif (en paz descanse): le comentó alguien sobre un joven seminarista. "... No puedo creer que después de tantos años de seminario pudiera haber caí¬do en la trampa del matrimonio!. El padre Tardif, contestó sencillamente:
"no sabí¬a que nuestro señor Jesucristo hubiera instituido 6 sacramentos y una trampa".

¿Por qué hay personas que se preocupan tanto, hasta el punto de requerir medicamentos, sobre su vocación? Preguntándose, dí¬a a dí¬a, si tomaron la decisión correcta. Cuántas monjas han caí¬do en el pecado o han literalmente escapado del convento simplemente por dejarse presionar por sus amigos o por sus padres para entrar... ¿no ven que si Dios no quiere que entren, no serán felices allí¬? No puede haber alguien que esté llamado por Dios a deprimirse.

A Dios no le gustan los cristianos deprimidos. Si tu "vocación" (y lo pongo entre comillas) no te hace feliz, entonces no es tu vocación.

Fuente: ven y sí¬gueme
autor: Ricardo garcí¬a

martes, 9 de septiembre de 2008

Cardenal Ruini pide a religiosas: naveguen red y escriban blogs.

ROMA, (ZENIT.org).- El cardenal Camillo Ruini, vicario para la diócesis de Roma, auspició que las religiosas usen más los instrumentos que la tecnología informática pone a disposición de todos en el mundo de la comunicación.

«Religiosas, navegad por internet y escribir en los blogs», exhortó tomando la palabra en el aula magna de la Universidad Pontificia Urbaniana, durante la asamblea diocesana de la Unión de Superiores Mayores de Italia (USMI), que representa en Roma a 1.287 comunidades y más de 22.000 religiosas.

«Un sacerdote de Novara me ha contado que el tema ‘Jesús’ es muy debatido por los chicos en los blogs. Su enfoque sin embargo proviene de libros destructivos hoy muy difundidos, y no del texto de Benedicto XVI sobre ‘Jesús de Nazaret’», explicó el cardenal Ruini, informa el semanal de la diócesis de Roma «RomaSette».

«¿Cuál será dentro de diez años la idea de Cristo si estas ideas triunfasen? --se preguntó--. Yo no entiendo de Internet pero especialmente las religiosas jóvenes deberían entrar en los blogs para corregir las opiniones de los chavales y mostrarles al verdadero Jesús».

Las religiosas, subrayó el cardenal, pueden hacer mucho en esta «nueva forma de apostolado».

El objetivo del programa anual de la USMI de la diócesis de Roma, por otra parte, es proclamar que «Jesús es el Señor, educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio».

«La emergencia educativa --recordó el cardenal Ruini- está en el centro de las preocupaciones de Benedicto XVI, para quien la educación en la fe coincide con el servicio a la sociedad, porque formar en la fe significa formar a la persona humana».

«Sólo dando motivaciones al vivir se derrota el nihilismo y se da valor a la persona humana --observó--. Valor que se mide a partir de Cristo, del hecho de que Dios mismo se hizo hombre».

Más que las técnicas de educación, para el purpurado, cuenta el testimonio del educador y su contenido.

Por esto, el cardenal hizo un llamamiento a la «creatividad» de los educadores de la fe para encontrar las ocasiones de difundir el libro de Benedicto XVI, que demuestra la «solidez de la fe» en el Jesús histórico de los Evangelios y funda la identidad del cristiano en su encuentro con la persona de Jesucristo.

Una de estas ocasiones, recuerda «RomaSette», será el encuentro «Diálogos en la catedral», que tendrá lugar el 13 de noviembre en San Juan de Letrán, entre el arzobispo Ravasi y el periodista Giuliano Ferrara.

Están luego las escuelas católicas, en las que «las religiosas pueden testimoniar a Cristo en todas las enseñanzas, en las ciencias, en la historia e incluso en la literatura italiana, en una inescindible unión de fe y cultura».

«Vuestra creatividad debe encontrar caminos nuevos para el desafío vocacional, que debe desarrollarse al paso de la sociedad», dijo el cardenal Ruini a las casi 450 religiosas presentes.

«Esto vale de modo especial para el mundo femenino que ha cambiado profundamente y para el que las religiosas deben encontrar nuevos lenguajes», añadió.

El purpurado propuso tres líneas-guía para la acción de la USMI durante el curso 2007/2008: educación, vocaciones y misiones.

«En nuestras acciones actúa el Espíritu de Jesucristo y sin Cristo el mundo se hace cada vez más pobre en sus fines», concluyó.

lunes, 8 de septiembre de 2008

El monte Carmelo. Carmelitas.

El Carmelo (vocablo hebreo que significa jardín), es una montaña (altitud aprox. 600 m.) de Palestina, en el norte del actual estado de Israel y próxima a la costa mediterránea. En el antiguo testamento recibe el nombre de "vergel de Dios".

Su importancia se remonta al siglo VIII a.c. El profeta Elías lanzó desde allí su desafío a los sacerdotes de baal que habían llevado al pueblo al paganismo. Elías y los baales ofrecieron sacrificios. El holocausto de Elías fue abrazado portentosamente por fuego enviado por Dios mientras el de los baales permanecía intacto, probándose así que hay un solo Dios, el Dios de Israel.

Al monte Carmelo acudió la sunamita para pedir al profeta Eliseo que resucitará a su hijo.
Según la tradición, Elías y Eliseo se fueron al monte Carmelo y con sus discípulos establecieron una tradición contemplativa viviendo como eremitas en oración. Las excavaciones han demostrado que ya desde el siglo III d.c. griegos cristianos se establecieron como eremitas en el área del Carmelo.

Los carmelitas
A mediados del siglo XII, san Bertolo fundó la ermita de la orden del Carmelo y varios sacerdotes latinos vivieron en el Carmelo como eremitas. En 1177, el monje Focas relata sobre una pequeña comunidad de diez hermanos reunidos en torno a un anciano calabrés que había tenido revelaciones del profeta Elías. Los monjes habían construido una capilla, una torre y una cerca para aislarse del mundo.

Hacia el 1205, Avogrado, patriarca de Jerusalén, dió a los eremitas del Carmelo una regla de vida con el ideal del Carmelo: trabajo, meditación de las sagradas escrituras, vida contemplativa. Los carmelitas tenían como ideal vivir en la forma de Elías y de la virgen santísima a la que tenían gran veneración bajo el título de la Virgen del Carmen.

Por la invasión de los sarracenos, los carmelitas se vieron obligados a abandonar el monte Carmelo. Los que permanecieron fueron masacrados. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la virgen mientras cantaban el salve regina y ella prometió ser para ellos su estrella del mar. Muchos cruzados que regresaban a su patria también conocieron y llevaron con ellos la devoción a la virgen del Carmelo.

En 1241 el barón de Grey de Inglaterra regresaba de las cruzadas en Palestina trayendo consigo un grupo de religiosos del monte Carmelo a los que les obsequió una mansión en Aylesford. Diez años mas tarde ocurrió allí¬ la aparición de nuestra señora a Simón Stock dándole el escapulario carmelita que siempre llevan.

Los carmelitas buscan desde Aylesford, Inglaterra, propagar su espiritualidad por el continente. En el siglo XIII, Inocencio IV concede a los carmelitas el privilegio de ser incluidos entre las órdenes mendicantes (junto con los franciscanos y dominicos).

Los carmelitas son una orden mixta que se sitúa entre la cartuja y los franciscanos. La orden ha pasado muchas pruebas. Durante el cisma del occidente el Carmelo quedó dividido en dos obediencias. Fueron reformados por Jean Soreth quien inició las fundaciones en holanda, Bélgica y Francia.

Pero la gran reforma ocurrió con santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. Comienza en el Carmelo de la encarnación en Ávila, España y se propaga con el beneplácito de pío IV en 1562 por todos los carmelos. La nueva regla elimina las concesiones hechas al mundo y retorna a la vida centrada en Dios con toda sencillez y pobreza como la de los primeros eremitas del monte Carmelo. El fin de santa Teresa fue darse del todo a Dios en profunda oración.

San Juan de la cruz sigue a santa Teresa creando en Duruelo el primer monasterio de carmelitas "descalzos".

La revolución francesa acabó con centenares de conventos y mandó a la muerte a muchos religiosos. Han sufrido también a manos de los republicanos en España como en todos los lugares donde la fe católica ha sido perseguida. Abonado por los sufrimientos y las persecuciones, el árbol plantado en el Carmelo sigue dando exquisito fruto en nuestros das.

La vida carmelita es consagración a la oración y contemplación, también al estudio. Los hombres tienen apostolado, especializándose en la dirección espiritual.

En la actualidad, las carmelitas descalzas son aprox. 14.000 en 835 conventos en el mundo. Los carmelitas descalzos son 3.800 en 490 conventos.
www.corazones.org

jueves, 4 de septiembre de 2008

Paternidad espiritual

El sacerdote engendra en la fe por las aguas del Bautismo, nutre con el alimento espiritual de la Palabra de Dios; de ahí que cariñosamente llamemos al sacerdote «padre»


La paternidad no se refiere exclusivamente a la capacidad generativa que posee el hombre en su función biológica de procrear hijos; es, también, una forma de proyectar el conjunto de afectos, valores, virtudes y expresiones propias de un varón que está al frente de una familia o de una comunidad, al hacerse responsable de la misma.


El celibato que viven los sacerdotes católicos, asumido con autenticidad y entendido como la total disposición de servir al Pueblo de Dios sin más compromiso material o terrenal (negocio, familia, asuntos políticos, etcétera),es un estado idóneo para vivir a plenitud la paternidad espiritual expresada mediante una profunda entrega y asistencia a los fieles, que son sus «hijos», a los que el sacerdote engendra en la fe por las aguas del Bautismo, nutre con el alimento espiritual de la Palabra de Dios y de la Eucaristía; los ve crecer, los acompaña, los escucha y les brinda lo necesario para lograr su integridad moral; de ahí que, cariñosamente, éstos llamen al sacerdote «padre», por ser quien provee espiritualmente a todos y cada uno de los miembros de la gran familia que tiene encomendada.


Así entendida la paternidad espiritual, se hace evidente la gran fecundidad de que es capaz un sacerdote, dejando en claro que el no ejercer su genitalidad con miras a la procreación (exclusiva del Matrimonio), no disminuye su potencial paternal, antes bien, éste se desarrolla de forma más profunda, al fijar toda su atención en su familia espiritual. Además, solamente puede asumir las funciones de padre espiritual aquel que ha asimilado primero el amor pleno y desinteresado hasta el sacrificio, disposición propia de un padre en el orden de la naturaleza. Por lo tanto, es justo no sólo honrar a quien engendra la vida corporal, sino también recordar a aquellos hombres que, entregándose a los demás, comunican la vida de Dios.Elevemos una plegaria pidiendo a Dios Padre que bendiga y conserve en su delicado ministerio a estos auténticos padres.


Adrián Ramos Ruelas / David Benjamín Martín del Campo1º de Teología, Seminario Mayor de Guadalajara, Mexico

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Ser misionero significa...

"Morir a la propia cultura y nacer a una cultura distinta".

Ahora que ya había aprendido que tu apellido se escribe con “v”, ¡vas y lo cambias a “b”!” -me dijo hace 20 años mi entrañable amigo el P. Eceizabarrena cuando, al adquirir la nacionalidad japonesa, Juan Sánchez-Rivera Peiró se convirtió en “Hoan Ribera” a secas, por aquello de que, en japonés, el sonido “Ju” no existe (de Juan a Hoan) y porque el sonido “ve” (que sí existe) no se puede representar en ideogramas japoneses (de Rivera a Ribera).(El lector o lectora interesado/a tal vez sonreirá al saber que mi nombre, en japonés, significa “el que está al lado de la Verdad y la protege buscándola”).

Las reacciones ante mi cambio de nacionalidad, que, en la actual legislación japonesa implica la pérdida de la nacionalidad española, fueron variopintas. Algunos de mis correligionarios españoles la consideraron, casi, como una traición (¡”Cómo osas renunciar a tus raíces españolas!”); mientras que mis amigos y amigas japoneses se alegraron de ello. Pero hay que añadir que la mayoría de mis estudiantes me miraron -y siguen mirándome- como a un extraterrestre que acaba de aterrizar en el planeta Tierra (ambigua mezcla de admiración, estupor, y escepticismo).Que un “misionero” español se vuelva japonés parece algo así como una conversión al revés.

¡En vez de convertir a los japoneses son ellos los que le convierten a uno!

Pero con el paso del tiempo he llegado a comprender que esa “conversión” probablemente no es más que un pálido reflejo de la que experimentó Jesús al sumergirse en el Jordán y de la que experimentaron infinitos misioneros jesuitas (Javier, Ricci, de Nobili, etc) al sumergirse en una cultura desconocida.El símbolo del bautismo ha perdido, en muchas ocasiones, su sentido.


Es difícil pensar o imaginar que esas gotas de agua que derrama el sacerdote sobre la cabeza de una criatura que, con frecuencia, llora desesperadamente, es un símbolo de la muerte y resurrección del que lo recibe.

Y sin embargo lo teólogos actuales parecen estar de acuerdo en que el bautismo de Jesús en el Jordán, que, años atrás, no pasaba de ser un episodio más en la vida de Jesús, se ha convertido en el eje central para comprender su misión (comprensión que no acabó en ese momento, sino que siguió profundizándose a lo largo de su vida hasta adquirir su máxima intensidad en la Cruz). El Jesús que se unió a la masa de pecadores que se sumergía en el Jordán ¡salió de él consciente de su identidad de Hijo! El Jordán se convirtió en un símbolo de Muerte y Resurrección.

Ser misionero significa morir a la propia cultura y nacer a una cultura distinta. Es perderse y encontrarse. Por supuesto que el cambio de nacionalidad no significa la negación del pasado, ni el olvido de las propias raíces. Pero sí es, o puede ser, un signo de trascendencia, es decir un reasumir el pasado en una nueva dimensión. “Si el grano de trigo no muere...”. La espiga que nace no surge de la nada, sino que es el fruto de la muerte del grano que la dio a luz.¡Y sólo los muertos pueden resucitar!


Por Hoan Ribera, s.j.

Publicado en "Jesuitas", 87 - Junio 2006 -

martes, 2 de septiembre de 2008

Vengo a adorarte

Llamada a la vocación. Hermanas carmelitas

Carta de la Priora de una Comunidad de Carmelitas contemplativas.

Jesús reine siempre en nuestras almas:
Escribo esta carta después de haber orado mucho, para exponerles nuestra situación.

Soy la M. Olga María, Priora de esta Comunidad, formada por doce Monjas: cuatro mayores (entre 76 y 83 años), tres de mediana edad (58, 53 y 40 años) y dos más jóvenes (37 y 36 años) y tres novicias: una peruana y dos mexicanas (una de las novicias esta enferma con un cáncer de pulmón). La que esto escribe, la Priora, es la de los 36 años.
Como pueden adivinar, el motivo de la presente carta es rogarles que nos Ayuden a contactar con muchachas que tengan inquietudes vocacionales y Deseen ser Carmelitas Descalzas.
Aquí rogamos intensamente al Señor y a su Madre Santísima que muevan los corazones de muchas jóvenes y vengan aquí a para ser Carmelitas Descalzas en la tierra de Ntra. Madre Santa Teresa y a ayudarnos para que no haya que cerrar este Carmelo ni muchos otros de España. Llevamos existiendo como comunidad 403 años, desde 1603. Fundaron esta Comunidad las primeras compañeras de nuestra Santa Madre Teresa. Actualmente estamos en la ciudad y diócesis de Valladolid, el corazón de Castilla la Vieja, la tierra de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, y la tierra bendita donde el Sagrado Corazón de Jesús se apareció al Venerable P. Hoyos, S.J y le formuló la Gran Promesa: "REINARE EN ESPAÑA CON MAYOR VENERACION QUE EN OTRAS PARTES".
Al referirse a España, dicen los estudiosos, que se referia no sólo a la Península Ibérica, sino a todos los territorios de Latinoamérica y Filipinas que entonces, el año 1733, formaban parte de la Corona española. Estamos aquí, en este palomarcito, amando y reparando a Jesús en su Corazón, tan solo, herido y despreciado en estos tiempos recios en que nos ha tocado vivir.
Este Carmelo ha recibido la vocación específica de consolar su Corazón. El Sagrado Corazón de Jesús espera de esta comunidad mucho consuelo y reparación. Este monasterio, como el Carmelo del Cerro de los Angeles, ha de ser una casita en que El descanse y tenga sus delicias.
Nos hemos sentido llamadas a ser para el Corazón de nuestro Jesús "el bálsamo que le cure las heridas que le hacen los pecadores". Tal y como le dijo a Santa Maravillas de Jesús cuando le pidió la fundación del Cerro de los Angeles.
Y ahora... Si no acude nadie a formar parte de nuestra Comunidad... ¿tendremos que abandonarle? Por caridad: ayúdennos a que la Gran Promesa del Sagrado Corazón de Jesús se haga realidad y El reine. Que no tengamos que dispersarnos después de una historia de amor y oblación de cuatrocientos años... También el Sagrado Corazón prometió a Santa Maravillas que España se salvará por la oración... Y está tan estragada esta tierra por falta de almas orantes que se inmolen y deseen ser esa Lamparita viva que alumbre su Corazón Divino...
De esa Lamparita -nuestra Comunidad- sólo quedan brasas y necesitamos de la generosa ayuda ustedes para poder avivar la llama y lograr incendiar al mundo entero en el Amor de nuestro Señor Jesucristo.
¡Que venga su Reino! ¡Que triunfe su Divino Corazón! Perdóneme si sermoneo demasiado, pero es tan hondo y ardiente ese deseo de que El reine... Y tan pobre y pequeño este rebañito... Que no puedo más y el alma se me escapa en clamores y ruegos.
Por caridad, si pueden, contéstenos a esta carta, que se lo agradeceremos Mucho, y si nos dicen que vienen algunas... La alegría será inmensísima.
Si desean llamarnos nuestro teléfono es 0034 983 20 72 78.
Si llaman y les saluda el contestador automático dejen grabado su mensaje
Nuestra dirección e-mail es: carmelitas@cdvalladolid.e.telefonica.net

La vocación de los religiosos

Dejarlo todo para seguir a Jesús
¿Qué es lo específico de la vocación de los religiosos en la vida de la Iglesia?

La regla de Vida de nuestra Congregación introduce así su respuesta: “Todo cristiano queda configurado con Cristo y llamado a revestirse de sus sentimientos. Sin embargo, hay muchas maneras de vivir a Cristo e imitarle. Una de las que propone el Evangelio es dejarlo todo para seguir a Jesús, como los apóstoles, los discípulos y las santas mujeres.

Ser religioso supone el compromiso profesado ante los hombres de preferir sólo a Jesucristo y estructurar la vida en consecuencia. La profesión religiosa quiere expresar la plenitud de la entrega de uno mismo a Dios en la vida concreta.

La profesión religiosa no es una promesa solitaria ante Dios solo, sino un acto público, en la Iglesia, que incorpora a una comunidad de hermanos con su vocación y misión propias. Son elementos esenciales de la vocación religiosa la profesión pública de los consejos evangélicos y la vida fraterna, llevada en común bajo diferentes formas y estructuras.

Por la acción gratuita del Espíritu Santo, la vocación religiosa es un don que la Iglesia recibe de su Señor. El religioso está invitado a significar, bajo diversas formas, la caridad misma de Dios, en el lenguaje de nuestro tiempo.

La vida religiosa pertenece más bien al orden profético y carismático de la vida eclesial. Por sí misma no es un elemento de la jerarquía ministerial de ella. Pero todos los religiosos tienen que ser colaboradores del obispo diocesano en su misión pastoral.La mejor forma que tienen los religiosos para colaborar con sus respectivos obispos en tan diversas tareas como diferentes son las necesidades urgentes del mundo, es siendo fieles al papel que han de desempeñar como comunidad en el misterio de Cristo. En realidad, la comunidad hace a Cristo presente, es su testimonio y lo proclama con su mismo ser.

De las Constituciones ss.cc.:
“El Espíritu Santo nos ha conducido a cada uno por diversos caminos a entrar en la Congregación para seguir en ella a Jesús. A ello nos comprometemos al abrazar por amor a Él su misma 'forma de vida' mediante la profesión religiosa. Así quedamos libres para 'estar con Jesús' y disponibles para ´ser enviados por Él' a la misión del Reino de Dios” (N° 11)

Esteban Gumucio ss.cc.