jueves, 22 de noviembre de 2007

¿Por qué monja y no casada?

Supongo que cada monja tendrá su respuesta, y vivirá su vocación desde distintos aspectos, aunque hay una cosa que es común a todas, y es que Dios nos ha enamorado. Le podemos dar mil vueltas a las respuestas, y buscar argumentos bonitos y llamativos, pero una sola cosa identifica a la monja. Nos hemos enamorado de Dios, y por El hacemos lo que nos pida.
La vida del matrimonio no se contrapone a la vida consagrada, cada una tiene su misión específica, y se tiene que tener vocación tanto para casada como para monja.
Una primera respuesta a la pregunta que da nombre a este post es: “yo no he escogido a Dios, Dios me ha escogido a mí”. Siempre he tenido una certeza y es la clave que me mantiene en el convento: Dios me quiere monja. He pasado crisis, desánimos, rebeldías, incomprensiones….. pero siempre la razón última de mi permanencia es la misma: la voluntad de Dios sobre mí es que sea monja. Me he rebelado en distintas ocasiones con Dios y con mi entorno, he querido cambiar de vida, pero siempre ha habido una fuerza interior en mí que ha hecho que supere todas las dificultades y siga siendo para Dios.
Yo valoro mucho la vida en el matrimonio, y quien es feliz en él ¡bendigo a Dios por ello! No hay cosa más bonita que una pareja feliz, y si viven su relación desde la fe, y con un compromiso cristiano, mejor que mejor. Pero son caminos distintos. La clave está en preguntarse: ¿qué me hace a mí más feliz? estar casada, o ser monja. ¿dónde encuentro plenitud, armonía, paz interior?. Yo la encuentro siendo monja, a pesar de los pesares, es decir, con toda la carga de dificultades, problemas, decepciones, y un largo etcétera que puedan presentarse como impedimentos para quitarme la felicidad; por encima de todo esto, siempre me encuentro con un Dios que me ama, me acompaña, me ayuda, me protege, me…….

También es cierto que deseamos a Dios cuando ya tenemos un poco de experiencia de El, buscamos algo o Alguien que creemos puede llenar nuestra vida.
Considero además que mi vida es útil, porque hay mucha gente que se siente feliz siendo yo monja; necesitan que sea monja, bien como testimonio de fe, bien como apoyo humano para que ellos pueden vivir mejor su fe.
Una chica puede buscar amor, o busca el amor, pero todavía no sabe quien va a ser el hombre de su vida (a no ser que sea un flechazo), no obstante, quiere, desea y busca hasta que encuentra lo que su corazón anhela. La monja es igual. La monja es una buscadora constante y su búsqueda se va profundizando día a día. Dios siempre nos sorprende, y muchas veces se hace el encontradizo, cuando creemos que ya lo sabemos todo, Dios sigue apareciendo en nuestra vida como una novedad.
No sé si he dado la respuesta acertada para satisfacer a los lectores, pero como considero que no es un examen, no me he estudiado la pregunta, sino que desde mi experiencia y desde mi “ser monja” he respondido.
Máriam Mudarra Granados. Monja contemplativa
http://blogs.periodistadigital.com/quepiensanlaschicasdehoy

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Condiciones para la oración contemplativa

1. Fe
Creer que Dios está aquí. Voy a mi habitación, como nos dice Jesucristo, viviendo la fe, la fe que me dice que mi Padre está allí. ¿Lo veo? No ... lo sé, pues Jesús me dice: "Tu Padre que ve los secretos te premiará" (Mt.6, 6).
2. Pureza de corazón
Buscar a Dios por lo que es y no por lo que da. "Buscar no los consuelos de Dios, sino el Dios de los consuelos" (Sta. Teresa de Jesús). Se trata de buscar al Señor y no los dones del Señor. Se debe esperar al Señor que es el imprevisible por excelencia y no los dones del Señor. Esto implica que se debe ir a la oración desapegado para encontrarse con el Señor en la forma que El elija: puede ser árida, fervorosa, sensible, contemplativa. El orante va a dar su vida, su ser, su "nada". En una palabra: se va a la oración a "dársele" uno a Dios.
3. Humildad
La Contemplación es don "que no se puede merecer" (Sta. Teresa). Reconocerse "nada" ante Dios, pues lo somos. Dios es el "Todo". Sus creaturas nada somos, nada podemos, nada tenemos fuera de El. Creer esto de veras es comenzar a ser humilde.
4. Sencillez, pobreza e infancia espiritual
"Yo te alabo, Padre, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así te pareció bien" (Mt.11, 25). Hacernos sencillos, es decir, sabernos incapaces, para poder recibir en la oración la Sabiduría que viene de Dios. Hacernos pobres en el espíritu para dejarnos colmar de todos los bienes del Señor, a través de la oración. Hacernos pequeños para que Dios pueda crecer en nosotros a través de la oración. Hacerse niños para poder creer y confiar en Dios nuestro Padre como los niños confían en sus padres.
5. Deseo inicial de oración y perseverancia
A esto llama Sta. Teresa "determinada determinación", que se requiere para iniciar el camino de oración y para mantenerse en él, y que es necesaria para poder enfrentar las resistencias que emergen de nuestro interior, así como los obstáculos externos, entre los cuales incluye "los miedos que os opusieren y los peligros que os pintaren".
Los primeros obstáculos que se anteponen a la oración son el temor y la duda.Pero la determinación no es sólo necesaria para el arranque inicial, sino sobre todo para continuar en el camino. Conocía muy bien por experiencia Sta. Teresa, cómo las mejores determinaciones no resistían el paso del tiempo y el acoso de las tentaciones. Por eso decía: "Somos francos de presto y después tan escasos". Y recomendaba: "A los que han comenzado, que no baste nada para hacerlos tornar atrás ... que no deje lo comenzado".
6. Entrega de la voluntad
La Oración de Contemplación requiere una entrega total, un "sí" incondicional y constante. Buscar a Dios para dárnosle, sólo porque El es. El orante "ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor" (Sta. Teresa). Entregar la voluntad es ir conformando la voluntad con la de Dios; no imponerle a Dios nuestra propia voluntad. Entregar la voluntad es ir aceptando los planes de Dios para nuestra vida; no es imponer a Dios nuestros propios planes. Entregar la voluntad es cooperar con los proyectos que Dios tiene para nuestra existencia; no es exigir a Dios Su cooperación para los proyectos que nosotros nos hemos hecho. Entregar la voluntad es esperar pacientemente el momento del Señor, pues Dios tiene sus ritmos y sus tiempos. "Su Majestad sabe mejor lo que nos conviene; no hay para qué le aconsejar lo que ha de dar". Entregar nuestra libertad para que El pueda hacer en nosotros según Su Voluntad es condición importante para la Contemplación.
7. Vivir el presente
Para orar hay que centrarse en el momento presente. No hay que hurgar en el pasado -salvo en los casos en que debemos revisarlo para corregir nuestras tendencias. Tampoco hay que pensar en el futuro, sobre nuestros planes y deseos. Hay que estar en el ahora: aquí está Dios. La siguiente experiencia mística puede mostrar cuán importante es esta condición para la oración:

"Estaba lamentándome del pasado y temiendo el futuro. De repente mi Señor estaba hablando: MI NOMBRE ES 'YO SOY' ... Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil, Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO FUI' ... Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil. Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO SERE' ... Cuando vives en este momento, no es difícil. Yo estoy aquí. MI NOMBRE ES 'YO SOY'" (Poema de Hellen Mallicoat).
(Poema de Hellen Mallicoat)

http://www.homilia.org/oracion/6condicionesOracContemplat.htm

Presentan en Roma nuevo Diccionario Bíblico de las Vocaciones

ROMA, 28 Oct. 07 (ACI).-En la sociedad de hoy "no es siempre fácil, para quien está al servicio de las comunidades cristianas, identificar las verdaderas necesidades de cada individuo y responder a los interrogantes vocacionales que están en el corazón de los hombres y mujeres de nuestro tiempo", escribe Mons. Giuseppe Betori, Secretario General del Episcopado italiano en la introducción del nuevo Diccionario Bíblico de las Vocaciones, que será presentado el próximo martes 30 de octubre en Roma.
Esta nueva publicación está compuesta por 160 voces, ha sido promovida por el Centro Internacional Vocacional Rogate, y en su confección han participado 70 biblistas coordinados por Giuseppe De Virgilio, director del Centro Regionale Vocazioni dell'Abruzzo e Molise, docente de Sagrada Escritura y Teología Bíblica en el Instituto Teológico de Chieti y la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma.
"Siempre más insistentemente -escribe Mons. Betori- emerge de nuestras comunidades la necesidad de escuchar la 'Palabra viva' y acoger la profunda pregunta sobre el sentido de la vida y su proyección. Son especialmente las jóvenes generaciones, con sus experiencias y aspiraciones, quienes necesitan una 'compañía' en el discernimiento sobre lo que Dios quiere para su presente y futuro".
Para el Secretario General de la CEI, también "las familias, con la prisa y la fatiga de educar y testimoniar el evento cristiano, piden ser sostenidas en sus esfuerzos y servicio de la vida".
Este nuevo diccionario será presentado en la sede Radio Vaticano a las 16:30 (hora local). Intervendrán, entre otros, Mons. Angelo Comastri, Arcipreste de la Basílica Vaticana, y Mons. Betori.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Ser Religiosa

Ser religiosa es pertenecer a la misma estirpe de las primitivas vírgenes cristianas. Es haber mirado una vez fijamente a la Luz y ya no ver fuera de ella apenas otra cosa que tinieblas.
Ser religiosa es poseer un alma de precisión, un corazón de alta fidelidad. Es dar testimonio vivo contra tanto creyente que pretende trabajar en joyería espiritual con mentalidad y manos de un burdo herrero.
Ser religiosa es dejar a unos posibles hijos, perderse en el vacío bosque de la nada para casarse con Cristo en el Calvario, ese monte donde sólo se engendran almas. Es renunciar a tener una familia como propia con el único anhelo de que todos te llamen: ¡Madre!; de que todos te griten: ¡Hermana!
Ser religiosa es permanecer en constante radioescucha a la espera de cualquier angustioso "S. 0. S.". Es tener el deber de servir sin el derecho a esperar las gracias.
Ser religiosa es formar parte escogida de la reserva espiritual del mundo, es consagrar la vida a inyectar eficacia divina en obras puramente humanas; es, como dijo el Maestro, escoger sencillamente la mejor parte.
Ser religiosa es todo eso. Y por eso, agradezco a Dios la gracia de, además de ser mujer,

¡¡¡SER RELIGIOSA!!!

Texto enviado por el P. José Luis Martí, O.C.D. (www.webcatolicodejavier.org)

domingo, 18 de noviembre de 2007

¿Conocen los cristianos la vida contemplativa?


Toda vocación a la vida consagrada ha nacido de la contemplación, de esa interioridad que el Papa señalaba hace poco que le falta a nuestra sociedad en este momento que vivimos. De algún modo, toda vocación cristiana, también todas las de los fieles laicos, nace de ese resonar en el interior la llamada de Cristo. Pero esa llamada a la vida contemplativa de nuestras monjas que habitan en los 31 monasterios de clausura de nuestra Iglesia no se explica sin esos momentos de intensa comunión y de una profunda relación de amistad con Cristo, y sin la belleza y la luz que se ha visto resplandecer en su rostro. He aquí la razón más profunda de por qué faltan vocaciones a nuestros claustros: la falta de interioridad.
En la contemplación han madurado nuestras hermanas contemplativas el deseo de estar siempre con el Señor —«¡qué hermoso es estar aquí!» (Mt 17,4)— y seguirlo. Esa es la más importante explicación incluso de la clausura voluntaria de las monjas: madurar y vivir constantemente la vocación contemplativa en esa intimidad con Cristo.
Toda realidad de vida consagrada nace cada día y se regenera en la incesante contemplación del rostro de Cristo.
Estoy persuadido de que no conocemos del todo la riqueza que encierra nuestra Iglesia de Valladolid en esos monasterios de vida contemplativa que jalonan nuestra Diócesis. Es lógico, si apenas valoramos la misión que las contemplativas tienen tanto en la comunidad cristiana como en la sociedad: testimoniar la Belleza, la Verdad y la Bondad de Dios Trinidad, siendo una parábola viviente donde Dios siga siendo anunciado y amando como el abrazo misericordioso que Él tiene hacia las preguntas del corazón de los hombres y mujeres de nuestro mundo.
Tampoco entendemos del todo que Jesús pasara noches y mañanas en oración. Nos parece a veces una solemne pérdida de tiempo. Pero de aquel coloquio filial de Jesús con el Padre revertirán después tantos signos y palabras que son, nada más y nada menos, que la Buena Noticia para los sencillos de corazón.En este día 15 de junio, festividad de la Santísima Trinidad, oremos y apreciemos “a las que oran” de modo continuo por el resto del Pueblo de Dios. Es una manera de reconocer, estimar y agradecer a las monjas el rico patrimonio espiritual que son ellas mismas en nuestra Iglesia.
También sería bueno y sumamente interesante hacer en nuestras comunidades cristianas alguna catequesis destinada a conocer la vocación contemplativa tan actual y tan necesaria para la Iglesia, indicando como posibilidad vocacional este género de vida, al que Dios puede llamar a jóvenes de nuestra Iglesia.La vida monástica es una forma cristiana de seguir a Jesús, la cual, viviendo en comunidad fraterna, busca el rostro de Dios, celebra la alabanza, vive el amor recíproco y el testimonio del Señor para bien de la Iglesia.
† Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid. 15-06-2003

sábado, 17 de noviembre de 2007

Un decálogo de la comunidad

1. La comunidad no es un hotel, un equipo de trabajo y menos aún un nido de víboras. Es el lugar en el que cada uno o más bien la mayoría trata de salir de las tinieblas del egocentrismo a la luz del amor verdadero.
2. Una comunidad no se constituye como tal hasta que la mayoría de sus miembros está dispuesta a dar el paso de la "comunidad para mí" a "yo para la comunidad". Es el paso del egoísmo al amor, de una tierra de esclavitud a una tierra de liberación interior.
3. La comunidad no es simplemente un grupo de personas que viven juntas y se quieren. Es una corriente de vida, un corazón, un alma, un espíritu. De ahí la atmósfera particular de alegría y acogida que caracteriza a la verdadera comunidad.
4. Vivir en comunidad es descubrir y amar el secreto de la persona en lo que es única. Es así como se llega a ser libre para descubrir la persona profunda del otro.
5. No hay que buscar la comunidad ideal. Se trata de amar a los que Dios ha puesto a nuestro lado hoy; ellos son signos de la presencia de Dios para nosotros.
6. Quien crece en amor y en sabiduría en la comunidad hace crecer a toda la comunidad; quien tiene miedo a avanzar, impide que crezca la comunidad.
7. Para enraizarse en la vida comunitaria y vivir la alianza que implica, son necesarios modelos. Es necesario vivir con personas que sean felices, que hayan pasado por algunas pruebas, y que hayan encontrado la paz interior y un cierto conocimiento.
8. La comunidad cristiana debe hacer como Jesús: proponer y no imponer. El amor de hermanos es lo que debe convertirse en luz que atrae. La verdadera comunidad se abre cada vez más a los demás.
9. Cuando se vive en comunidad y lo cotidiano está repleto y es arduo, es absolutamente indispensable orar: "abandonar nuestro ser entero a Dios, dejándole tomar el timón de nuestra existencia .
10. En el centro de la comunidad está la fiesta. Esta es una experiencia común de alegría, un canto de acción de gracias. Se celebra el hecho de estar juntos y se da gracias por el don que se nos ha dado.
«Celebraciones con Jóvenes» (Ed. Paulinas). Ricardo Cuadrado Tapia

viernes, 16 de noviembre de 2007

¿Como orar? ¿Como hacer oración de comtemplación?

1. Se requiere soledad y silencio:
Hay que empezar por crear soledad. "Así lo hacía El siempre que oraba", dice Sta. Teresa. Soledad para entender "con Quién estamos". Silencio del cuerpo y de la mente para buscar a Dios en nuestro interior. Es en el silencio cuando Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor captar a Dios. En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El.

2. ¿Quién puede hacer este tipo de oración?
Según Sta. Teresa, la oración de contemplación es la "Fuente de Agua Viva" que prometió el Señor a la Samaritana (cfr. Jn. 4). "Mirad que os llama a todos ... no dijo a unos daré y a otros no". Es decir, no dijo que daría de esta "Agua" a ciertos escogidos, sino dijo: "Todo el que beba de este agua, no volverá a tener sed" (Jn. 4, 13).
3. Nuestra participación en la oración
La persona debe poner su deseo y su disposición, principalmente su actitud de silencio (apagar ruidos exteriores e interiores). El silencio aún no es contemplación, pero es el esfuerzo que Dios requiere para dársenos y transformarnos. Además, orar se aprende orando, "sin desfallecer", como dice el Señor. La única forma de aprender a orar es: orar, orar, orar.
4. La participación de Dios
La participación de Dios escapa totalmente nuestro control y El -soberanamente- escoge cómo ha de ser su acción en el alma del que ora. En ese silencio de la oración contemplativa Dios puede revelarse o no,
otorgando o no gracias místicas o contemplativas. Esta parte, el don de Dios, no depende del orante, sino de El mismo, que se da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere. La efectividad de la oración contemplativa no se mide por el número ni la intensidad de las gracias místicas, sino por la intensidad de nuestra transformación espiritual: crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu, etc.
La oración contemplativa es siempre una experiencia transformante, haya gracias místicas o no.
http://www.homilia.org/oracion/5ComoORAR.htm

lunes, 5 de noviembre de 2007

«Mater Unitatis», primer monasterio católico en territorio ortodoxo rumano

ROMA, viernes, 2 noviembre 2007 (ZENIT.org).- Una pequeña campana, regalo de Juan Pablo II, marca el paso de las horas en el monasterio de mujeres «Mater Unitatis», en Piatra Neant, Rumanía.
La campana había sido entregada al anterior pontífice, en 2000, por el presidente de Hungría y es una reproducción de la misma campana que el 7 de octubre de 1571, tras la victoria de Lepanto, Pío V ordenó que repicara para dar gracias a la Virgen.
Pasados más de cuatro siglos, el tañido de aquella campana vuelve a subrayar un momento decisivo para la cristiandad. Y es también un 7 de octubre la fecha profética. Esta vez, el redoble ha invadido los espacios del recién estrenado monasterio, el único benedictino y el primero católico en este país ortodoxo, en el día de su dedicación.
El proyecto se inició el 13 de octubre de 1994, cuando el obispo de Iasi, monseñor Petru Gherghel, de visita al archicenobio San Andrés Apóstol de Arpino, Frosinone, Italia, manifestó a la abadesa, madre Maria Cristina Pirro, el deseo de que se pudiera construir, también en Rumanía, un monasterio tan bello como ése.
Una frase que no cayó en el vacío. «Aunque pobrísimas --relata la madre Cristina a Zenit--, han sido justo estas monjas italianas las que han permitido que el sueño se realizara. Gracias también al regente de la Prefectura de la Casa Pontificia, monseñor Paolo De Nicolò y a tantos benefactores, sobre todo italianos, que han creído en el proyecto de las monjas de clausura».
Las mismas que, en oración, ante la estatura de Nuestra Señora de Loreto, osaron esperar lo que entonces parecía imposible: «Tú sabes que hemos recibido una invitación a fundar un monasterio --imploraron, dirigiéndose a María--, pero sabes también que no tenemos ni jóvenes, ni dinero para construirlo. Estamos sin embargo disponibles a cualquier sacrificio y si quieres este monasterio, procura tú las vocaciones y dinero».
Pasados trece años, rodeado de una generosa naturaleza, el monasterio benedictino surge allí, engarzado en un conjunto de monasterios ortodoxos, los de Agapia, Varatec y Bistrita. «Hemos visto allí la mano de la providencia», confiesan las religiosas.
No han faltado dificultades, como cuando el 25 de marzo de 1998 llevaron al Vaticano la primera piedra del futuro edificio, para que Juan Pablo II la bendijera. No se sabe cómo, la piedra rodó por tierra y se rompió en pedazos.
«Los pobres monseñores, una vez recogidos los muchos fragmentos, con urgencia los confiaron a los restauradores de la Fábrica de San Pedro y, estos, sumamente eficaces, contrarreloj, restituyeron a la piedra su primitiva belleza. De hecho nadie se dio cuenta de lo que había sucedido».
En aquella ocasión, refiriéndose al comprometido proyecto, Juan Pablo II habló de «una providencial iniciativa», augurando que el monasterio pudiera convertirse en un «centro propulsor de animación espiritual, según el espíritu de San Benito».
Las monjas corrieron riesgos, como cuando había que pagar el terreno adquirido en el que se construiría el monasterio. El 30 de junio de 1997, la madre Cristina pasó la frontera llevando consigo el dinero necesario para concluir la negociación.
En aquella época, si la hubieran detenido en la entrada a Rumanía, le habrían confiscado toda la suma y adiós monasterio. «Hoy, se haría una transferencia, pero entonces no tenía un banco al que recurrir», explica.
«¿Cómo hacer? El ecónomo de la diócesis de Iasi, al no ver otra solución, me dijo que me fiara de Dios y que lo llevara encima y así hice. Al atravesar el control fronterizo, me encomendé a Jesús, a la Madre de la Unidad, al ángel de la guarda y a todos los santos y ánimas del purgatorio».
Todo fue como la seda pero, de pronto, un nuevo problema: «A causa de la inestabilidad del Gobierno rumano, se temía que a las monjas católicas, y para colmo extranjeras, no les dieran permiso para construir un monasterio en tierra ortodoxa».
Me aconsejaron entonces que no hablara del proyecto. La versión hacia fuera fue que el párroco del lugar adquiría el terreno para una casa de reposo de sacerdotes». La verdad podía conocerse sólo después.
«Como los impuestos eran muy altos, nos sugirieron revelar la identidad del edificio. Los monasterios ortodoxos pagaban poco o casi nada. Informamos al obispo, que eligió un nuevo nombre: “Centro monástico ‘Mater Unitatis’”, al que el Gobierno, en 2002, confirió incluso personalidad jurídica».
Hoy, todos saben que el monasterio es benedictino y se llama «Mater Unitatis». Es más, el ayuntamiento, tras la primera profesión solemne en 2003 de una religiosa del lugar, sor Maria Lauretana Balas, hizo colocar, en dirección al monasterio, una flecha con el letrero en rumano «Maica Unitatii».
Encima, otra flecha señala el cercano monasterio ortodoxo de Bisericani. «En esta coincidencia --sonríe la madre Cristina--, vemos prefigurada la unión que un día se realizará entre la Iglesia católica y la ortodoxa».
Un paso histórico ya se ha dado, pues hoy la iglesia y la hospedería del «Mater Unitatis», como proféticamente dice el nombre, son visitadas por todos, sin distinción de credo. Las visitas «más agradecidas» son, sin embargo, las de los ortodoxos «que estiman mucho a San Benito y muestran interés por nuestra vida, en la que reencuentran también sus valores».

sábado, 3 de noviembre de 2007

Vida contemplativa y vida activa

Las individuales diferencias temperamentales juegan un papel importante en la determinación de la opción entre la vida contemplativa y la activa. Aquellos que son más calificados para trabajar entre otros se sienten atraídos a una vida de servicio. Otros, más inclinados a las cosas interiores, se sienten atraídos hacia una vida intelectual y contemplativa. Puesto que tales dones vienen de Dios, no deben ser desatendidos cuando hay que elegir un estado de vida.

Desde un punto de vista religioso, ni la vida activa ni la contemplativa es superior la una a la otra. Para el cristiano el último criterio de idoneidad es el amor abnegado hacia Dios y el hombre. Donde el amor es mayor y más puro, allí una forma de vida o de acción es más excelente.

El íntimo conocimiento familiar de Cristo, de hecho, es fomentado, no menos por la actividad desprendida que por la contemplación. Dondequiera que falta este amor, ni la vida activa ni la contemplativa tiene valor verdadero.

Estos dos modos de vida, sin embargo, nunca excluyen totalmente el uno al otro, pero más bien uno u otro predominan. La vida activa, sin aquella contemplación que abraza la reflexión, la recepción de los sacramentos, la oración, y adoración, pronto degenera en egoísmo, sin ningún sentido para el reino del Dios. Una persona debe hacer un esfuerzo en mantener su punto de vista cristiano.

La vida contemplativa también está abierta al peligro del egoísmo. Puede fácilmente ser desviada por el egoísmo hacia una vida de cómoda auto-satisfacción que evita todas las dificultades. Fácilmente evita la prueba implicada en el ajuste de uno mismo a la realidad, y por lo tanto está abierta a la auto-decepción, a la vanidad, y al orgullo.

A través de los años los santos de la Iglesia mantienen vivo y eficaz el discipulado de Cristo. Evitan que Cristo parezca ser simplemente una figura histórica, porque en ellos el Espíritu de Cristo es una realidad viva y actual. En ellos y en los sacramentos de la Iglesia, la presencia contemporánea de Cristo se convierte en un hecho, un elemento que Kierkegaard con toda razón sostuvo ser esencial para el cristianismo.

Es precisamente a través de sus santos que Cristo resuelve las necesidades de cada época subsiguiente. Por el efecto que tienen en la vida piadosa de los fieles y la legislación de la jerarquía, o mediante el espíritu de sus órdenes, su inspiración alcanza la Iglesia entera.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Monjas Mínimas de Barcelona. Su web

http://www.geocities.com/minimasb

Contenido: El fundador, quienes son los mínimos, su historia, llamada a la vocación, y un apartado precioso que habla de sus 9 hermanas martires:

"El día 23 de Julio de 1936, nueve Monjas Mínimas y la hermana de una de ellas, que las asistía en los quehaceres externos del Monasterio, fueron asesinadas junto a la bóbila Boada, en la persecución desencadenada en Cataluña. “¡Pero qué valientes estas monjas!”, declaró uno de sus verdugos, poco después de haber acabado con ellas.
Las mencionadas Mártires responden a los nombres de:

Madre Montserrat García Solanas y su hermana Lucrecia;
Madre Margarita Ors Torrents,
Sor Josefa Panyella Doménech,
Madre Asunción Vilaseca Gallego,
Sor Trinidad Rius Cosas,
Sor Enriqueta Ors Molist,
Sor Mercedes Mestre Trinché,
Sor Filomena Ballesta Gelmá,
Sor María de Jesús Jordá Martí.

Habiendo renovado su sacrificio entregándose a la Voluntad de Dios, recibieron la palma del martirio. Cuantas las conocieron testifican de ellas la ejemplaridad de su vida.
Con el derramamiento de su sangre, hicieron vida propia el compromiso recibido de su Fundador, de “rezar constantemente por la paz”.

Dios mediante serán beatificadas. Os invito a visitarla.

monjasminimasb@hotmail.com; monjasminimas2005@yahoo.es; monjasminimas@gmail.com

domingo, 28 de octubre de 2007

Beatificación de 498 mártires. 462 miembros Vida consagrada

De los 498 mártires beatificados el 28 de Octubre en Roma, 462 eran miembros de Institutos de Vida Consagrada masculinos y femeninos. Sin especificar el modo concreto de vinculación a cada familia religiosa, ordenados de mayor a menor número, se distribuyen así:

98 O.S.A. (Orden de San Agustín – Agustinos)
62 O.P. (Orden de Predicadores – Dominicos)
59 S.D.B. (Sociedad Salesiana de S. Juan Bosco – Salesianos)
58 F.S.C. (Hermanos de las Escuelas Cristianas – La Salle)
47 F.M.S. (Hermanos Maristas de la Enseñanza)
31 O.C.D. (Carmelitas Descalzos)
29 O.F.M. (Orden Franciscana – Franciscanos)
23 A.A.S.C. (Adoratrices Esclavas del Stmo. Sacramento y Caridad)
16 O.Carm. (Carmelitas. Orden del Carmen)
9 O.S.D. (Orden II de Sto. Domingo – Dominicas)
9 O.SS.T. (Orden de la Stma. Trinidad – Trinitarios)
4 C.M. (Carmelitas Misioneras)
4 M.SS.CC. (Misioneros de los Sagrados Corazones)
4 S.M. (Compañía de María – Marianistas)
3 C.M.F. (Misioneras Hijas del Corazón de María)
2 F.H.M. (Franciscanas Hijas de la Misericordia)
1 O.P. (Orden de Santo Domingo – Religiosa de clausura)
1 HH.C.a.CH. (Hermana Carmelitas de la Caridad)
1 O.SS.T. (Instituto de Hermanas Trinitarias, de clausura)
1 (Religiosa Carmelita de la Presentación)


Para ver el dossier realizado por la Conferencia Episcopal Española, ir al siguiente enlace: http://www.conferenciaepiscopal.es/santos/martires/dossier.pdf

jueves, 25 de octubre de 2007

Monjas Mínimas. Su Carisma

Ascesis cuaresmal, para una constante conversión, con frutos dignos de penitencia en unión con Cristo crucificado, como servicio eclesial.
Humildad, por su identidad nominal, y silencio evangelico como medio "para que a todas se les dé mayor ocasión de ... la pura y asidua oración", como contemplativas dentro de la Iglesia.
Caridad a Dios y a todos los hombres, expresada en la total consagración a Dios y vivida en la unión fraterna de la Comunidad, como irradiación del lema CHARITAS.
Sencillez y alegría, como frutos del carisma.
(Cons. de la Orden)

martes, 23 de octubre de 2007

Primer objetivo de la vida consagrada

El primer objetivo de la vida consagrada es el de hacer visibles las maravillas que Dios realiza en la frágil humanidad de las personas llamadas.
Más que con palabras, testimonian estas maravillas con el lenguaje elocuente de una existencia transfigurada, capaz de sorprender al mundo.
Al asombro de los hombres responden con el anuncio de los prodigios de gracia que el Señor realiza en los que ama. En la medida en que la persona consagrada se deja conducir por el Espíritu hasta la cumbre de la perfección, puede exclamar: «Veo la belleza de tu gracia, contemplo su fulgor y reflejo su luz; me arrebata su esplendor indescriptible; soy empujado
fuera de mí mientras pienso en mí mismo; veo cómo era y qué soy ahora. ¡Oh prodigio! Estoy atento, lleno de respeto hacia mí mismo, de reverencia y de temor, como si fuera ante ti; no sé qué hacer porque la timidez me domina; no sé dónde sentarme, a dónde acercarme, dónde reclinar estos miembros que son tuyos; en qué obras ocupar estas sorprendentes maravillas divinas» (Simeón el nuevo teólogo, Himnos, II, vv. 19-27: SCh 156, 178-179).
De este modo, la vida consagrada se convierte en una de las huellas concretas que la Trinidad deja en la historia, para que los hombres puedan descubrir el atractivo y la nostalgia de la belleza divina.
(Juan Pablo II, Vita consecrata, 20).

Plenitud de presencia en la Iglesia

De los 3.600 monasterios femeninos existentes en el mundo, 921 están enclavados en nuestras tierras. Son más de 3.000 las religiosas de clausura, 400 novicias y 250 aspirantes. Si de la vida monástica masculina hablamos, las cifras son más reducidas. En España hay 44 monasterios masculinos, pertenecientes a 13 institutos monacales con más de un millar de monjes y un centenar de novicios.
Para el abad del monasterio de Leyre, padre Luis María Pérez Suaces, la vida contemplativa es una vida de dedicación a Dios. Según la mentalidad de hoy, no servimos para nada, porque no tenemos ningún tipo de pastoral, no nos dedicamos a ninguna actividad material. Sólo nos dedicamos a Dios, a la vida en comunidad y a la oración personal y comunitaria. La vida monástica pertenece a la plenitud de presencia de las realidades trascendentes. Tierra fecunda, en la que arraigan los afanes, las necesidades, las oraciones y las alabanzas de los creyentes. No se trata, como ha señalado la joven religiosa trinitaria de clausura, Sor María José Sobrino, del Monasterio de Suesa (Cantabria), de estar aislados del mundo, sino de vivir en solidaridad con el mundo. Nuestra labor no se ve, pero nuestra función es la base de la Iglesia. Es una tarea callada. Es la labor principal de todas las que se llevan a cabo...

Vida Monástica

La vida de los monasterios ha cambiado, como insiste el obispo de Segovia, y presidente de la Comisión Episcopal de Obispos y Superiores Mayores, monseñor Luis Gutiérrez, en el sentido de un especial gusto por la Palabra de Dios, por la Sagrada Escritura.

Ahora, en muchos monasterios viven de las empresas, trabajan con el ordenador y pueden subsistir con lo que ganan.
En la entrega al Señor se hace visible el rostro orante de la Iglesia, como recordó Juan Pablo II a las monjas de clausura, en Bolonia. De cada convento se eleva incesantemente la oración de alabanza e intercesión por el mundo entero, cuyos sufrimientos, expectativas y esperanzas vosotras estáis llamadas a acoger y compartir. Vuestra vocación contemplativa constituye también un gozoso anuncio de la cercanía de Dios; anuncio muy importante para los hombres de hoy, que necesitan redescubrir la trascendencia de Dios y, al mismo tiempo, su presencia amorosa al lado de cada persona, especialmente de los pobres y desorientados, insistió el Santo Padre.
El monje cisterciense de la abadía de San José, en Massachussets, M. Basil Pennington, ha escrito que, si preguntas a cualquier monje o monja por qué él o ella viven en un monasterio, la primera respuesta siempre será: porque Dios así lo quiere. No puede haber nada más correcto y menos falto de justificación que el cumplimiento de la voluntad divina. Ahora bien, hemos respondido a la invitación de Dios a vivir en clausura con el corazón henchido de paz y alegría, porque semejante vida tiene motivos sobrados para ello. Somos conscientes del privilegio que supone la libertad de podernos reunir en el coro, una vez en la noche y siete veces durante el día, para glorificar, rogar y dar gracias a nuestro Dios, inmensamente bondadoso, no sólo en nuestro nombre, sino también en el de toda la creación y en el de la entera familia humana. Nos abruma el solemne deber de interceder con Cristo por todas las necesidades de la tierra, por una humanidad que tiene tantas y tan acuciantes necesidades.
Las comunidades de vida religiosa son algo más que los viejos tomos en las estanterías de las bibliotecas que custodian. Nunca se han sentido una reliquia de formas atávicas, excluyentes del mundo, de la vivencia de la fe. Son, al contrario, el registro de la presencia del reino de Cristo en nuestro tiempo.
Edith Stein escribió un día que nuestra tarea es amar y servir. Dado que Dios no abandona al mundo que Él ha creado, y, sobre todo, ama mucho a los hombres, es imposible para nosotras, naturalmente, menospreciar al mundo y a los hombres. No hemos de jado el mundo porque lo consideremos sin valor, sino a fin de estar libres para Dios.

José Francisco Serrano Oceja. Jornada "Pro Orantibus". revista Alfa y Omega

viernes, 19 de octubre de 2007

Las comunidades contemplativas de Madrid harán una Vigilia de Oración para rezar por los frutos del Domund

Madrid, 18/10/2007
(VERITAS) Las comunidades de Religiosas Contemplativas de Madrid han organizado una Vigilia de Oración el próximo sábado, 20 de octubre, para rogar por los frutos de la.Jornada Mundial de las Misiones, Domund, que se celebrará el domingo 21 de octubre, según Infomadrid.El Monasterio de las Religiosas Carmelitas de Santa Teresa, las Clarisas de San Pascual, las Religiosas Oblatas de Cristo Sacerdote, las Salesas del Segundo Monasterio, las Religiosas Clarisas de Carabanchel, las Religiosas Carmelitas de la Antigua Obs, las Agustinas de la Encarnación, las Agustinas de San Alonso Orozco, las Religiosas Servitas, las Religiosas Redentoristas, o las Religiosas Benedictinas de la Natividad, son algunos de los Monasterios que rezarán por el Domund.

martes, 16 de octubre de 2007

¿Para qué sirven las monjas de clausura?

A los ojos de un mundo que todo lo mide con medidas de utilidad y beneficio, las monjas y monjes de clausura no sirven para nada. No tienen escuelas, no ayudan con catequesis o en la parroquias, no dirigen grupos juveniles, no dan clases en institutos o universidades, ni siquiera acogen o cuidan a enfermos o ancianos... En los monasterios de clausura masculinos y femeninos, sólo rezan, se sacrifican y aman. Y es aquí donde radica su riqueza, su inmensa riqueza y valor.

La oración de las monjas de clausura es como el corazón que bombea la sangre a todas partes del cuerpo. Su presencia silenciosa y orante da vida a la Iglesia y además es un consuelo constante a Cristo.Arrancan de Dios a base de mucha oración, de mucho contacto con él, de sacrificios, enormes sacrificios, esas gracias que necesitamos todos. En medio de una vida de oración, de silencio, de recogimiento, de trabajo manual y físico, de penitencias corporales,... estas almas van adentrándose en el corazón de Dios y gracias a ese intimidad con Él, van haciendo de este mundo un mundo más humano y más de Dios.

Nuestra sociedad, es verdad que no va bien. Pero iría mucho peor, si en el mundo no hubiera monjas de clausura. La mejor prueba de para qué sirven los monjes y monjas de clausura es visitar una clausura.

En un mundo habituado a valorar y sopesar todo según el número de bienes que produce, nada parece más insulso e improductivo que una comunidad de personas dedicadas al servicio de Dios en la contemplación. Sin embargo, si le concedemos a Dios un poquito de razón, reconoceremos que no hay acción más valiosa que la de “estarse amando al amado”, en palabras de San Juan de la Cruz.

¿No dijo el mismo Cristo?: "Marta, Marta, muchas cosas son las que te inquietan, pero una sola es necesaria, María escogió la mejor parte y nadie se la quitará" Si aceptamos la enseñanza de Cristo, entonces no podemos negar que la vida contemplativa posee un valor sublime dentro de la jerarquía de valores.

Autora: Dolores Echevarría. http://es.catholic.net

Verbi Sponsa. Instrucción sobre la clausura de las monjas

Esta instrucción fue realizada por la Congregación para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, y presentada el 13 de Mayo de 1999.

INTRODUCCIÓN
1. La Iglesia, Esposa del Verbo, lleva a cabo el misterio de su unión exclusiva con Dios, de modo ejemplar, en los que se entregan a la vida íntegramente contemplativa. Por este motivo la Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata presenta la vocación y misión de las monjas de clausura como « signo de la unión exclusiva de la Iglesia-Esposa con su Señor, profundamente amado », (1) poniendo de relieve la gracia singular y el don precioso en el misterio de santidad de la Iglesia.

Las monjas de clausura, en la escucha unánime y en la acogida amorosa de la palabra del Padre: « Éste es mi Hijo predilecto, en el cual me complazco » (cf. Mt 3, 17), permanecen siempre « con Él en el monte santo » (2 Pe 1, 17-18) y, fijando la mirada en Jesucristo, envueltas por la nube de la presencia divina, se adhieren plenamente al Señor. (2)

Se reconocen de modo especial en María, (3) virgen, esposa y madre, figura de la Iglesia, (4) y, participando de la bienaventuranza de quien cree (cf. Lc 1, 45; 11, 28), perpetúan el « sí » y el amor de adoración a la Palabra de vida, convirtiéndose, junto con Ella, en memoria del corazón esponsal (cf. Lc 2, 19.51) de la Iglesia. (5)

El texto íntegro lo podéis encontrar en: http://www.multimedios.org/docs2/d000449/index.html

lunes, 15 de octubre de 2007

Hermanas de la Visitación de Santa María. Fundadora: Santa Juana de Chantal

Nació en Dijon, Francia, en 1572. Hija del Presidente del Parlamento de esa región, el Sr. Fremiot. Su madre murió cuando ella tenía 18 meses.En 1592, con 20 años, se casó con el Barón de Chantal, militar. Su matrimonio duró nueve años, tuvieron un hijo y tres hijas. En 1601 el esposo salió de cacería y a uno de sus compañeros se le disparó el arma y lo hirió mortalmente. Ella quedó viuda con 29 años.
En el año 1604 San Francisco de Sales fue a la ciudad de Dijon a predicar la Cuaresma, y fue cuando se conocieron ambos santos, destinados a ayudarse fuertemente en lo espiritual el uno al otro.
Juana se dedicó a educar a sus hijos, y a administrar los bienes que le había dejado su marido, repartiendo cuantiosas limosnas a los pobres. Su inmenso deseo era el de hacerse religiosa, pero San Francisco se oponía a ello, porque primero tenía que educar bien a sus hijos. Finalmente cuando estos ya estuvieron bien formados y preparados para triunfar en la vida, el santo aceptó que se fuera de religiosa.
San Francisco de Sales había preparado con muchos años de oración y de meditación la fundación de una nueva comunidad de religiosas. Las llamó Hermanas de la Visitación de la Santísima Virgen. En 1610, los dos santos emprendieron la fundación de esta nueva Congregación.
Esta comunidad tenía la especialidad de que recibía personas aun con graves defectos, y muy pobres, con tal de que tuvieran un fuerte deseo de llegar a la santidad. San Francisco repetía que “cada casa religiosa es un hospital de almas a donde acuden quienes tienen el alma enferma, pero desean conseguir su curación espiritual”.
Pronto se hizo popular en el mundo el Reglamento tan bondadoso y humano que San Francisco de Sales redactó para sus religiosas de la Visitación. Se propuso que no fuera "ni demasiado duro para las débiles, ni demasiado suave para las fuertes". El santo quería que la bondad, la mansedumbre y la humildad fueran las características o distintivos de sus religiosas
San Francisco compuso varios libros de gran contenido espiritual:
"La Práctica del amor de Dios"
"Las conversaciones Espirituales" ( las charlas que el santo les hacía a las religiosas cuando iba a visitarlas)
“El arte de aprovechar nuestras faltas” (extractado de las centenares de cartas que el santo escribió)
"La introducción a la Vida Devota" (o Filotea)
En 1622 murió San Francisco de Sales, dejando a Santa Juana sola, al frente de una numerosa Comunidad, recién fundada. Cuando San Francisco de Sales murió, se encargó de la dirección espiritual de Juana y de sus religiosas, San Vicente de Paul. Este santo dejó de ella el siguiente retrato espiritual:
"Era una mujer de gran fe y sin embargo tuvo tentaciones contra la fe toda su vida. Aparentemente había alcanzado la paz y la tranquilidad del espíritu, pero en su interior sufría terribles pruebas, tentaciones abominables y una sequedad espiritual que la hacía sufrir mucho. La vista de su propia alma la atormentaba. Pero en medio de tan grandes sufrimientos jamás perdió la serenidad y el buen genio, y todo lo hacía por amor a Dios y por la salvación de las almas. Por eso la considero como una de las almas más santas que haya habido sobre la tierra".
En 1641 había visitado uno por uno los 65 conventos que su comunidad tenía en varios países. Tenía 69 años. Expiró el 13 de diciembre de 1641. El Papa la declaró santa en 1767

Monjas Mínimas. Fundador: San Francisco de Paula

San Francisco nació en Paula el 27 de marzo de 1416. A los 13 años realizó una peregrinación con sus padres a las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, a los santuarios de Asís y Loreto, y, a la vuelta, a los romitorios de Monteluco en Montecasino.

A regresar a Paula, siguiendo la llamada de Dios, se retiró a vivir en una gruta a orillas del río Isca a pocos Km. de su ciudad natal.

Hacia los 20 años se le unen otros jóvenes que desean compartir su modo de vida. El los acogió y comparten un estilo de vida de oración y penitencia.

Al aumentar el número de seguidores se fundó la primitiva Congregación eremítica, aprobada por Mons. Pirro Caracciolo, arzobispo de Cosenza y confirmada por el papa Sixto IV en 1474. Con las aprobaciones sucesivas de las Reglas su Instituto fue contado entre los órdenes Mendicantes con el nombre de Orden de los Mínimos. El número de los conventos se multiplicó en Italia.

San Francisco de Paula a la edad de 67 años parte para Francia por encargo del Papa y deseos del rey Luis XI, quien habiendo oído de la santidad de Francisco, espera ser curado por su oración. De este modo se vale Dios para que la Orden de los Mínimos se extienda en Francia donde vivió Francisco 24 años. También llega la Orden de los Mínimos a España, aunque Francisco no viniera personalmente. Y es en España, concretamente en Andújar (Jaén) donde se funda el primer convento de Mínimas, dando comienzo a la Segunda Rama de la Orden de los Mínimos.

A la edad de 91 años Francisco pasó a la patria celestial el 2 de abril de 1507. Por su fama de santidad, enseguida fue introducida la causa de beatificación y en 1519 fue canonizado por el Papa León X.

http://www.minimas.org/sanfrancisco.asp