lunes, 15 de febrero de 2010

Un hábito de vida (religiosas y contemplativas en Oviedo - España)

Las monjas dedicadas a la vida contemplativa cuentan con cinco monasterios, la mayoría a los pies del Naranco salvo Las Pelayas, cuya casa fundó Alfonso II El Casto en lo que hoy es el Oviedo Antiguo. Las 37 mujeres de hábito negro ocupan parte de su tiempo en la encuadernación y el canto gregoriano. «Busca la paz y corre tras ella», es el lema benedictino por excelencia.
Las Agustinas Recoletas también tienen «mucho que hacer». La hermana María Amor Álvarez, de 86 años, ayuda a sus compañeras a elaborar el pan de ángel para las misas, a embolsarlo y enviarlo a las iglesias. «Somos diez religiosas, pero llegamos a ser 21», enumera esta hermana, encargada también de coger el teléfono en el monasterio de La Encarnación.
Esta congregación llegó a la ciudad en 1814, tras su salida de Llanes por la desamortización. 67 años después se instaló la orden de La Visitación de Santa María en los terrenos que ahora ocupa el centro comercial Salesas, junto a la iglesia del mismo nombre. Desde 1977 el monasterio, atendido por 16 hermanas, está en la avenida de los Monumentos, al igual que las Agustinas.
«Nuestra misión particular es la oración y el sacrificio para que Dios tenga misericordia de este mundo. También hacemos ornamentos para las iglesias (casullas, manteles para los altares y lavamos y planchamos ropa de hogar)». La hermana María Rosa Parra se siente «realizada» siendo una monja de clausura, cuya orden cumplió ayer 400 años de su fundación en España. Lo celebraron en el monasterio de la Visitación de Santa María con una misa presidida por el nuevo arzobispo Jesús Sanz Montes.
Además de rezar, las religiosas ocupan su tiempo en «atender a los más pobres», resume la superiora María Teresa, del convento de las Carmelitas Descalzas, asentadas en Toleo desde 1884. Un buen ejemplo de ello son las hermanas dedicadas a la vida activa, aquellas que salen de sus casas para dar clase en colegios e institutos (como las Teresianas o las Ursulinas), la caridad (Hermanas del Sagrado Corazón y las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul) o la asistencia a enfermos (Hermanitas de los Ancianos Desamparados o las Siervas de Jesús de la Caridad). La gran mayoría disponen de las titulaciones de Enfermería y Magisterio.
«Oviedo está bien atendido con 240 monjas aunque dentro de cada colegio nos gustaría ser más», valora Nieves Rodríguez, la madre superiora de María Madre de la Iglesia, responsables del colegio Nazaret.
Menos llamadas
¿Está garantizado el relevo generacional? Dos aspectos juegan en contra, la edad media de las monjas y la escasez de vocaciones. La madre superiora sor Herminia Fernández, responsable de la residencia Virgen del Rosario, explica que las 15 religiosas que cuidan a los ancianos rondan «los 70 años». Hay cuatro monjas teresianas que superan los 90 años y la mayor de las Siervas de Jesús ha cumplido 92 y ya no sale de las paredes del convento de Uría. En cambio, sor Teresa Díaz Martín, que supera los 80, cada jornada a las nueve y cuarto de la noche sale a cuidar enfermos. Pasa la noche en vela. No regresa hasta las seis y media de la madrugada.
A pesar de que el relevo de algunas congregaciones es difícil, ellas no quieren hablar de falta de vocaciones. La hermana María Teresa, licenciada en Químicas, lo tiene claro: «Yo no lo llamaría crisis. Estamos en un momento en que el Señor llama a menos gente». La mayoría se encomienda a Dios. La pasionista María del Carmen Pariente reconoce que el futuro está un poco difícil aunque hay excepciones. Las Teresianas lamentan también la falta de religiosas, aunque en su caso están a punto de recibir a dos nuevas compañeras, que harán los votos en verano. Con estas incorporaciones serán 26 (más otras cuatro en Mieres). En su día, llegaron a ser 36.
Hay números que se mantiene gracias a vocaciones de otros países. En los últimos años, los conventos se nutren de inmigrantes, aunque no es un fenómeno tan reciente. La hermana más mayor del convento de Santísima Madre del Carmen, con 88 años, es china. «Entró a los 17 años de monja en Hong-Kong y luego nos propusieron su admisión», cuenta como anécdota la superiora Santa Teresa.
Filipinas, Ecuador, Perú o Nigeria son los países de nacimiento de las últimas hermanas llegadas a Oviedo. «Están afluyendo muchas vocaciones del extranjero» explica la hermana Carmen, de Amor de Dios. «En España surgen vocaciones, mira el monasterio de Lerma, pero está muy difícil. Se ha perdido la espiritualidad y se han perdido valores. La juventud lo tiene todo y es muy difícil que alguien entre en un convento de por vida». Lo cuenta María Rosa Parra, de las Salesas.
Llegan de fuera de España y también de fuera del Principado. «Ahora, asturiana, sólo es servidora», comenta María Amor Álvarez, de las Agustinas Recoletas. Entre las paredes del convento de la orden Amor de Dios ninguna nació en la comunidad. «Somos sobre todo castellanas y de Salamanca», puntualiza la hermana Carmen.
Ellas también salen. Hay mucho movimiento. Las siervas de Jesús acaban de formar su primera comunidad en Camerún. La superiora de las Teresianas detalla que «tenemos gente por todo el mundo, en nuestras casas de África, America Latina, Australia y en países europeos, como Francia e Italia».
Crisis económica
La mala situación financiera esquiva su día a día personal. «Tenemos voto de pobreza así que no la hemos notado. Siempre hay que sacrificarse», asegura. Lo cierto es que les aumentó el trabajo. Las colas en la Cocina Económica aumentan y la madre superiora de las Siervas, sor María Fé, explica que cómo ha tenido que buscar trabajo a familias «vergonzantes», aquellas que han tenido buena situación económica y ahora buscan la ayuda de las monjas para salir adelante. Al cuidado de enfermos al que se dedica su congregación hay que sumar los bocadillos de los pobres, que llaman constantemente a su puer ta de Uría. En el Amor de Dios lo notan en el comedor. «Antes se quedaban muchos más al comedor», comentan en el centro.
Así es el trabajo de las 240 monjas que viven en Oviedo, de las que 75 de ellas trabajan en silencio.
Alas tres de la madrugada, las ocho monjas de clausura del convento Santa María Magdalena de Fitoria se levantan de la cama para rezar los maitines. A las cuatro, se retiran de nuevo a descansar. Y en menos de tres horas, vuelven a orar antes del desayuno. Así comienza la jornada de las hermanas Pasionistas, una de las veinte congregaciones religiosas femeninas del municipio. La orden se instaló en la falda del Naranco en 1971, entonces también con ocho religiosas, y se mantienen de los ingresos por sus bordados manuales. «Antes planchábamos vestidos de comunión y ahora nos dedicamos, sobre todo, a coser mantos de la Virgen, del Señor, casullas del cura, ... De nuestro trabajo es de lo que vivimos», explica la hermana María del Carmen Pariente.
En total, en Oviedo hay 240 religiosas dedicadas a la vida contemplativa y a la activa. De ellas, 75 son de clausura.

14.02.10 - 02:34 -
PAZ ALVEAR SUSANA NEIRA |
http://www.elcomerciodigital.com/v/20100214/oviedo/habito-vida-20100214.html

1 comentario:

kasfepy dijo...

Muy interesate!!!
Un saludo.kasfepy