jueves, 17 de febrero de 2011

OBEDIENCIA

  • A. Obediencia a la autoridad
  • B. Obediencia a Dios
A. OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD
1. ¿Qué es la obediencia? En sentido preciso, obedecer es aceptar y cumplir la voluntad de una autoridad. La obediencia es el hecho o el hábito de comportarse así. En un sentido más amplio puede llamarse obediencia al acto de cumplir los deseos de otro, aunque no sea una autoridad. En cualquier caso, la obediencia va ligada al hecho de vivir en sociedad.
2. ¿Sólo obedece quien vive en sociedad? Un hombre aislado sólo debe obedecer a Dios y a las leyes que el Señor ha dispuesto en la naturaleza humana. En cambio, quien vive en una sociedad debe ejercitar esa virtud también en la relación con los demás.
3. ¿Es mejor para el hombre la soledad o la sociedad? "No conviene que el hombre esté sólo" La autosuficiencia, tan ligada al orgullo, nos sienta mal. El hombre es un ser social que mejora más fácil y rápidamente con la colaboración de otros hombres (internet mismo es un ejemplo). Por otro lado, también necesitamos momentos de soledad, entre otras cosas para rezar. Rezar es buscar la compañía de Dios.
4. Tipos de obediencia. Distingamos tres:
  • Obediencia a la autoridad. Es la obediencia en su sentido más preciso, y es necesaria para la buena marcha de cualquier sociedad. Por ejemplo, es imposible que un equipo gane si nadie obedece al entrenador y todos juegan de delanteros.
  • Obediencia a los demás. Hacer la voluntad de otro es imprescindible para relacionarse. Quien nunca cede en sus gustos es un tirano que no sabe convivir.
  • Obediencia de la autoridad. Los súbditos han de obedecer a los gobernantes y no al revés, pero quienes dirigen tampoco pueden seguir sus gustos, sino que han de procurar el bien común, cumpliendo las leyes de Dios y de la sociedad. Sólo será buen gobernante quien sabe obedecer, dominando sus caprichos.
5. ¿Y si yo tengo razón? Pueden suceder varios casos:
  • Esa opinión propia parece lo mejor, pero no es así por error personal o porque la autoridad tiene más datos.
  • Esa opinión mejor para uno es peor para otros y la autoridad debe buscar el bien de todos.
  • Esa opinión es lo mejor para todos y la autoridad se equivoca.
6. ¿En este último caso se debe obedecer? También hay varias posibilidades:
  • Si el asunto es de poca importancia -es lo normal- se obedece y listo: se pierde el bien del acierto, pero se gana el bien de la paz y del ejercicio de la obediencia.
  • Si el asunto es importante, se intenta aclarar hablando con la autoridad o con sus superiores. Siempre buscando el bien, no por orgullo.
7. ¿Hay que obedecer siempre? Es lo normal, lo más sencillo y lo previsto por el Señor al crear al hombre como ser social. Sin embargo, puede suceder que alguna autoridad ordene acciones contrarias a la ley de Dios. En este caso "hay que obedecer a Dios antes que a los hombres", pero sin faltar al respeto debido a la autoridad, como el Señor también desea.
8. ¿La obediencia sienta bien al hombre? Como cualquier virtud, la obediencia mejora al hombre. En este caso le facilita la vida en sociedad, frena el orgullo, dispone a cumplir la Voluntad de Dios, y ejercita el amor.
9. ¿La obediencia un ejercicio de amor? La obediencia se relaciona con el amor en cuanto que contribuye al bien común y amar es desear el bien a alguien; aquí el bien de la familia, la empresa, el equipo, etc. Se puede obedecer por miedo, pero la obediencia mejor se dirige a obtener un bien y así va unida al amor.
10. ¿La obediencia disminuye la personalidad o la libertad? No, no. Sólo las personas con fuerte voluntad y mucho talento saben prescindir de los gustos propios por el bien común que la autoridad representa. La decisión de obedecer es prueba de libertad inteligente. De hecho, el hombre más perfecto fue obediente hasta la muerte y muerte de Cruz; en este caso obediente a Dios Padre.
B. LA OBEDIENCIA A DIOS
1. ¿Conviene obedecer a Dios? Dios nuestro Señor es infinitamente sabio, e infinito es también su amor hacia los hombres. En consecuencia, siempre quiere para nosotros lo mejor y sabe perfectamente lo que nos conviene. Por esto, la obediencia a Dios es prueba de sensatez y camino seguro de felicidad; aunque a veces los deseos divinos no coinciden con nuestros gustos.
2. ¿Por qué la Voluntad de Dios no coincide con los gustos humanos? En ocasiones los hombres deseamos lo que nos conviene, coincidiendo entonces con la Voluntad divina. Pero otras veces no acertamos con lo mejor porque nuestros datos e inteligencia son limitados y porque tenemos una inclinación al mal, consecuencia del pecado original.
3. ¿Cómo conocer la Voluntad de Dios? Para descubrir lo que Dios quiere de nosotros hay cuatro caminos principales:
  • Estudiar la naturaleza humana.- Nuestro modo de ser encierra en sí mismo muchos deseos del Creador para el hombre (ley natural). Sin embargo, al observar la naturaleza humana conviene recordar que nuestra inclinación al mal no es natural sino consecuencia del pecado.
  • Conocer la doctrina cristiana.- Las enseñanzas de Cristo contienen muchos deseos divinos que el Señor ha querido manifestarnos.
  • La oración.- Al elevar nuestro pensamiento a Dios a veces se aprecian ideas o deseos de mejorar algún aspecto de nuestra vida. Puede tratarse de un pensamiento propio, pero también puede ser un deseo de Dios para nosotros.
  • Las orientaciones de otras personas.- Los hombres se relacionan entre sí e intercambian opiniones y consejos. En ocasiones son simple experiencia humana, pero otras veces el Señor se vale de algo tan natural para mostrarnos sus deseos. Igualmente de modo natural el hombre debe obedecer a la autoridad, y en los mandatos de ésta se encuentran muchos planes divinos. Al Creador le gusta emplear caminos naturales.
4. ¿La autoridad procede de Dios? Dios ha creado al hombre como ser social y por tanto sometido a una autoridad que dirige los pasos en busca del bien común. Estos deseos divinos quedan reflejados en el cuarto mandamiento que ordena honrar, respetar y obedecer a los padres y autoridades en general.
5. ¿Cómo puede proceder de Dios una autoridad malvada? Lo que viene de Dios es la sociedad y la autoridad; pero si ésta se ejercita mal es problema del gobernante que usa mal su libertad. Sobre cómo Dios permite el mal, ver el mal.
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