El decano de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, y asesor de las religiosas de Iesu Communio para la redacción de sus Constituciones, Jorge Miras, ha explicado las características principales que definen a Iesu Communio y cuáles son sus diferencias con las comunidades de Clarisas, tronco del que proceden.
Tras subrayar la unidad fundamental que se da en la variedad de formas de vida religiosa debida a su misma fuente, el Espíritu Santo, Miras señala en diálogo con Religión Confidencial que las comunidades de Clarisas, “constituyenmonasterios autónomos en los que se vive una vida exclusivamente contemplativa conforme a las Reglas de la Orden y en régimen de clausura papal, regulada por una ley pontificia” mientras queIesu Communio “no es una orden monástica,sino un instituto religioso de derecho pontificio”.
Siendo un instituto de vida contemplativa, apunta el especiaslista “sin embargo, no se trata de una vida exclusivamente contemplativa”, pues “toda la espiritualidad de la comunidad implica una esencial dimensión evangelizadora, que se desarrolla a través de la intrínseca eficacia apostólica de la oración y de la vida entregada a Dios, pero también se explicita como misión, en los encuentros con personas de toda condición, en grupos pequeños o numerosos, acogidos por la comunidad en los locutorios y en la iglesia. En congruencia con la misión, la clausura que se vive en el instituto no es la papal, sino la denominada ‘constitucional’, es decir, regulada por sus Constituciones aprobadas por la Sede Apostólica”.
Miras explica que lo que ha aprobado la autoridad de la Iglesia es una “realidad vital vigorosa, visible, con un recorrido de bastantes años que, en conjunto, muestra los signos discernibles de la acción de Dios”.
Según el canonista, Iesu Communio posee “una fisonomía bien definida”, con “rasgos profundamente marcados, como la alegría y el asombro de ser cristiano en la Iglesia”, “el deseo de vivir la consagración como privilegio imposible de merecer, “el amor, en comunión con Él, a todos los hombres”.
“En medio de una gran sencillez, que acoge sin escándalo la fragilidad humana, se intuye con fuerza la hondura de una unidad que desborda las posibilidades del hombre. Unacomunión, fruto del Espíritu, que manifiesta el poder del Resucitado”, explica.
Finalmente apunta que “si se desea una síntesis autorizada de lo nuclear de este carisma, ninguna mejor que la que expuso en la catedral de Burgos la Madre Verónica, al término de la Misa en acción de gracias por el nacimiento de Iesu Communio, al explicar que el nombre del nuevo instituto ‘recoge la sed de Cristo: Que todos sean uno en nosotros para que el mundo crea’”.
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