domingo, 23 de noviembre de 2008

¿Quiénes son los contemplativos?

Los monasterios de contemplativos y de contemplativas a menudo nos invitan a la reflexión. Acaso nos preguntemos en qué consiste la vida de un monje o de una monja en el monasterio. La pregunta se refiere al sentido de su vida, al trabajo que realiza, a su estilo de vida, a su relación con la familia y con el mundo, etc.

Pero en el fondo está la cuestión de la felicidad, porque toda persona busca ser feliz en la vida. Pues bien, puedo contestar que recientemente una joven me decía que era muy feliz porque se disponía a hacer su profesión religiosa en un monasterio de contemplativas. Además, puedo añadir que dentro de los monasterios encontraremos muchas sonrisas y mucha paz.

¿Dónde está el secreto de esta felicidad y de este estilo de vida? En definitiva, en Dios. El monje y la monja aman a Dios y se entregan plena y radicalmente a Él. Y esto por encima de todo. Y de esta relación con Dios surge el estilo de vida de los contemplativos, que fundamentalmente consiste en aquella famosa síntesis: "Ora et labora", "reza y trabaja".

Ayudan a entender la vida cristiana y por tanto la vida contemplativa aquellas palabras de santa Teresa de Jesús: "Sólo Dios basta". Estas tres palabras son riquísimas de contenido y expresan maravillosamente la plena dedicación de los contemplativos y de las contemplativas al servicio de Dios y de los hermanos, y su desprendimiento radical de los bienes materiales en los cuales muchas personas ponen la felicidad.

Los contemplativos son hombres y mujeres que, dóciles a la llamada del Padre y a la moción del Espíritu, han escogido este camino de especial seguimiento de Jesucristo para dedicarse radicalmente al servicio de Dios y de los hermanos en el seno de un monasterio. También ellos, como los apóstoles, lo han dejado todo para estar con Cristo y darse como él por amor hasta la muerte.

Entremos en un monasterio. Entrar en él es gozar de la paz que el Señor resucitado nos concede. La vida dentro de un monasterio está configurada por la plegaria, el silencio, el trabajo, la recreación, la vida de familia y la alegría.

En los monasterios hay silencio, lo que resulta difícil de encontrar en el mundo. Hoy vivimos en una cultura del ruido. El silencio es un don de Dios. En el monasterio se suele convertir el silencio en plegaria, es decir, en diálogo con Dios. Dios es amigo del silencio. Necesitamos del silencio para abrirnos a su presencia amorosa y penetrante. Actualmente hay muchos cristianos que buscan este silencio y este clima de plegaria pasando unas horas o unos días en las hosterías de los monasterios.

Sin embargo, nuestros monasterios de Cataluña tienen necesidad de vocaciones para poder seguir siendo un hogar de espiritualidad y de acogida en el seno de la sociedad. Los chicos y las chicas que Dios llama a la vida contemplativa son personas que aman a Dios, que son solidarios con los hermanos y que están comprometidos en transformar el mundo desde el monasterio. La vida contemplativa no es en modo alguno una evasión del mundo, un desentenderse de la sociedad, porque esta vocación es una expresión del amor de Dios y no se puede amar auténticamente a Dios sin amar verdaderamente a la humanidad.

A todos nos iría bien acercarnos un poco más a los monasterios de contemplativos y contemplativas para comprender mejor una rica dimensión de la vida cristiana.

+ Lluís Martínez Sistach
Arzobispo metropolitano de Barcelona
(Domingo, 11 de Junio de 2006)

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