PRÓLOGO DEL AUTOR. Enrique Herp
La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos nosotros. Amén.
Estimada hija en Cristo: Para satisfacer -en cuanto me es posible- tu grande, humilde y devoto deseo con que en repetidas ocasiones has querido que yo te ofreciese breve doctrina para alcanzar la vida verdadera y perfecta que nos lleve a la semejanza y unión espiritual con Dios, deberás tener en cuenta dos cosas ante todo. Lo primero es la perfecta mortificación y desprendimiento de todas las cosas que podrían presentar algún día impedimento para conseguir el acceso y unión con Dios. Lo segundo, que debemos tener conocimiento en orden a adquirir unión permanente y amorosa con Dios secretamente, sin medio alguno entre Dios y las potencias del alma.
Para lograr lo primero has de saber que debemos mortificarnos principalmente bajo los doce aspectos siguientes: Ante todo, en el uso de las cosas temporales. Segundo, el deseo de buscarse a si mismos al practicar ciertas obras virtuosas o rechazar el mal. Tercero, la afición de la propia sensualidad. Cuarto, el apetito de todo amor sensitivo, natural o adquirido. Quinto, el deseo de poseer cosas. Sexto, despojarse de toda preocupación, que no procede de necesidad justa, para provecho espiritual o por obediencia. Séptimo, evitar cualquier amargura de corazón. Octavo, reprimir toda tendencia a vanagloria, complacencia en si mismo, honor mundano y soberbia. Noveno, toda complacencia interior, sea espiritual o de los sentidos. Décimo, toda clase de escrúpulos. Undécimo, toda inquietud e impaciencia del corazón, ante una exterior adversidad. Duodécimo, conviene que haya mortificación de la voluntad propia en total y generosa disposición para aceptar todo abandono interior por amor de Dios. Estas son las doce puertas del paraíso espiritual de nuestro corazón, que es el jardín de las delicias de Dios, como El mismo dijo: «Mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov 8,31). Tales puertas, como dijo Juan en el Apocalipsis (21,21), están construidas con cada una de las margaritas de las virtudes, mediante las cuales el alma se reforma y pone en estado de inocencia, de manera que las potencias inferiores del hombre no se antepongan a las superiores impidiéndolas orientarse hacia Dios y vivir en El.
Para ver el libro completo ir al enlace:
http://www.abandono.com/Oracion_contemplativa/Directorio/Directorio0.htm
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