jueves, 27 de noviembre de 2008

La situación de la Vida Consagrada, según la visión de Benedicto XVI

En los últimos años se ha comprendido la vida consagrada con un espíritu más evangélico, más eclesial y más apostólico; pero no podemos ignorar que algunas opciones concretas no han presentado al mundo el rostro auténtico y vivificante de Cristo

¿Un título pretencioso?
Hablar de la situación de la vida consagrada, y más a nivel mundial, no deja de ser pretencioso. Abarcar todas las vicisitudes, la problemática, las particularidades de este tipo de vida, pudiera parecer una encomiable empresa, pero riesgosa. Dejar a un lado componentes principales, o recalcar aquellas que no lo son, pudiera llevar a conclusiones falsas o desviadas de la realidad. Sin embargo no debemos olvidar que un análisis, un diagnóstico, si bien se apoya en la realidad, nunca puede reflejarla completamente. Los tentativos de presentar una realidad tienen como finalidad última el llegar a conclusiones que ayuden a mejorar dicha realidad. Quedarse simplemente en el análisis de la realidad sin dar una interpretación a la misma para sugerir algunas soluciones, sería un mero ejerció académico. Conocer la realidad, al menos en sus variables más importantes, es el vehículo que nos debe llevar a encontrar medios adecuados para mejorar la realidad.

Un buen análisis de la realidad debe comenzar con una premisa: la sinceridad. Aceptar la realidad tal como es, sin menospreciarla ni sobrestimarla. La realidad de la vida consagrada es una y no se puede negar. De lo contrario no seremos capaces de hacer algo por mejorarla. Si la realidad de la vida consagrada no se considera con toda objetividad, se puede caer en el error de pensar que es un organismo sano, cuando en verdad puede que adolezca de muchas enfermedades. O por el contrario, puede pensarse que no tiene solución y se caerá entonces en la desesperación, la desilusión o la depresión, actitudes muy comunes estas últimas en el continente europeo.

Debemos también considerar la persona que hace el análisis de la situación. Desde un punto de vista meramente humano, quien posee informaciones de primera mano, de diferentes fuentes, a nivel internacional, está en mejor posición para dictaminar sobre la realidad de la vida consagrada, que quien posee una visión parcial de la vida consagrada, porque la considera desde su propio punto de vista, desde su ideología o porque toma en consideración sólo un sector geográfico en donde se desarrolla la vida consagrada. Y si hablamos desde el punto de vista espiritual, no podemos pasar inadvertida el hecho de que quien ejerce el ministerio cetrino goza de una especial asistencia del Espíritu santo . 1

En base a estas consideraciones podemos pensar que la visión de Benedicto XVI sobre la situación de la vida consagrada goza de ciertos privilegios, humanos y espirituales, que le permiten expresar sobre ella un juicio certero. Además es muy conveniente tomar en cuenta que su formación académica, como profesor e investigador, ha formado en él una mente analítica que le permite analizar situaciones complejas, expresándolas en palabras claras, simples y llanas. Por último, otro factor que juega a favor de Benedicto XVI en esta labor de análisis de la situación de la vida consagrada, ha sido los juicios que sobre ella da ha expresado en diversos momentos importantes de la historia de la Iglesia. En primer lugar, como Cardenal Joseph Ratzinger y en calidad de Prefecto de la Congregación de la fe católica, en la Propositio n.39 del Sínodo de los obispos sobre la vida consagrada. Siempre como Prefecto de la Congregación de la fe católica, y en segundo lugar en las intervenciones que ha tenido sobre la oración cristiana 2 y en ocasión de la condena sobre el profetismo en la Iglesia.

Pensamos por tanto que la visión de Benedicto XVI sobre la situación de la vida consagrada es desde los puntos de vista antes enunciados, digna de ser tomada en consideración como un punto de referencia para el análisis y la solución de los problemas que aquejan a la vida consagrada y que por tanto el título de este artículo no tiene nada de pretencioso, siempre en la visión de Benedicto XVI.

¿De qué punto comenzar?
Si el título no es ya pretencioso en la visión de Benedicto XVI, puede serlo nuestro trabajo. Querer abarcar en pocas líneas un estudio sobre la situación de la vida consagrada en los inicios del tercer milenio es siempre una empresa de grandes dimensiones. Describir una situación en la que no quede ninguna realidad excluida, máxime cuando la vida consagrada contiene dimensiones mundiales, puede ser una quimera.

Por otro lado, describir la realidad sin conocer las causas que la han originado puede generar un estudio solamente académico, pero que no tenga ninguna incidencia en la vida. Si Benedicto XVI habla tanto sobre las causas que han dado origen a la situación actual de la vida consagrada es con el sólo fin de que, conociendo dichas causas, se pueda actuar en ellas y así mejorar la situación de la vida consagrada. A lo largo de los años que he pasado en la investigación de la vida consagrada femenina, me he dado cuenta que mientras más pasan los años, las congregaciones religiosas y los institutos religiosos tienen un conocimiento casi perfecto de la situación por la que atraviesan. Basta lanzar una mirada a los trabajos que se realizan en los capítulos generales, las consultas previas que se lanzan a nivel de toda la congregación, las asambleas inter-capitulares, etc., la literatura hoy en boga sobre el tema de la situación de la vida consagrada, para aseverar que, gracias a Dios las religiosas hoy más que nunca son conscientes de la situación por la que atraviesa la vida consagrada femenina en general y la vida consagrada en su instituto.

Para leer el documento entero ir al siguiente enlace: http://www.es.catholic.net/religiosas/803/2774/articulo.php?id=39280

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