Normalmente, la gente no tiene muchos problemas para entender la vida activa, pero cuando se trata de vida contemplativa, muchos tienen reparos y prejuicios que no les permiten entenderla. Muchos piensan que es una vida estéril y sin sentido, que de nada sirve estar todo el día rezando. No se entiende por qué las monjas de clausura no salen nunca del convento ni por qué reciben tan pocas visitas, incluso de su propia familia.
A mí también me costaba entender este tipo de vida pero, leyendo a Santa Teresita del Niño Jesús, comprendí el significado de la contemplación. Decía Santa Teresita que, en la Iglesia cada uno tiene su función. Veía a la Iglesia como el cuerpo místico. Los sacerdotes, misioneros, laicos, laicos consagrados, religiosos de vida activa, eran como las extremidades de ese cuerpo, los que se movían y llevaban a cabo las acciones de la Iglesia. La vida contemplativa, la definió Santa Teresita como el amor dentro de la Iglesia. Sí, esas monjitas contemplativas son el corazón dentro de la Iglesia, ese corazón que continuamente está bombeando amor para dar vida al resto del Cuerpo Místico, al resto de la Iglesia. Las monjas contemplativas llegan con su oración a toda la Iglesia, a todo el mundo; su marco de actuación no tiene fronteras ni límites. Sin ellas, los demás no seríamos nada. ¿Pues pueden hacer algo las manos si el corazón se para?
Santa Teresita quería serlo todo, sacerdote, misionera... y encontró la forma de serlo todo en la contemplación, pues con su oración llegaba a toda la Iglesia. La monja de vida contemplativa es como la semilla que tiene que enterrarse para que nazca la planta; como la sal que ha de diluirse para dar sabor. Así, en la vida contemplativa, las personas que han entregado su vida de una forma tan radical, se esconden, desaparecen, se anonadan para dar vida al resto de la Iglesia. Jesús, cuando nació se hizo "pequeñito" , se hizo hombre, y fue a nacer en suma pobreza. Más tarde, querría quedarse con nosotros en el Sagrario. De esta misma forma, las almas contemplativas quieren participar en la oblación de Jesucristo, con su vida escondida en el monasterio, escondida en el corazón de Jesús. Y con su oración dan vida a toda la Iglesia, pues la oración todo lo puede.
Las Oblatas de Cristo Sacerdote, dentro de esta vocación contemplativa tienen un carisma especial, el carisma que sus fundadores bordaron con sus vidas en la Congregación. La Oblata entrega su vida, se esconde en su celda, en la clausura, para dar vida a toda la Iglesia, pero de una forma especial a los sacerdotes. La Oblata se entrega por los sacerdotes, para que sean santos. Se une a la oración de Jesús: "No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad."(Jn 17,15-17) Y así, la Congregación de HH. Oblatas de Cristo Sacerdote es, en la tierra, la prolongación ininterrumpida de la plegaria sacerdotal de Cristo por ellos y por cuantos creerán por la palabra de ellos... para que sean santos... para que sean uno".(Jn 17, 19-21)
http://www.oblatasdecristosacerdote.com/es1024x768p/contemplativa.html
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