11 agosto 2010. Iconos rusos llenan las paredes de la pequeña capilla de este monasterio de Roma en el que monjas de todo el mundo rezan por Rusia desde hace más de 50 años.
Desde 1957, estas monjas de clausura sólo rompen el silencio para rezar y cantar, en lengua eslava. El rito que se sigue es el ortodoxo, pero ellas son católicas. Su hábito es igual que el de las monjas rusas.
La vida del convento de clausura reproduce la que se sigue en los conventos ortodoxos. Lo único que le distingue de estos conventos es que rezan con el Papa y por el Papa.
Sor Elena (Italia)
“En Oriente no se distingue entre monasterio de clausura y monasterio de vida activa. No se entiende la clausura como una separación. No hay rejas. Pero las monjas viven en el monasterio y sólo salen por cuestiones importantes”.
Este convento nació por petición del Papa Pío XII. Quería acabar con el Comunismo en este país, al que se sentía especialmente unido. El mismo día que el Papa fue ordenado obispo, la Virgen de Fátima se apareció a los pastorcillos pidiendo por la conversión de Rusia.
El convento comenzó con cuatro monjas. Todas eran rusas. Un sacerdote jesuita se encargó de ellas y un abad benedictino enseñó a las monjas el rito bizantino. Aunque habían sido bautizadas por el rito ortodoxo, muchas lo habían olvidado.
Sor Elena (Italia)
“Las primeras monjas fueron cuatro. Eran todas rusas porque al principio querían que fuesen rusas. Habían huido de Rusia y llevan en sus espaldas historias dolorosas. Dos vivieron en el periodo zarista y las otras, más jóvenes, el comienzo de la era soviética”.
Las necesidades de Rusia han cambiado, pero estas monjas siguen rezando. Ahora lo hacen por el diálogo ecuménico. De hecho, muchos patriarcas ortodoxos han pasado por este convento, y muchos también fueron los pésames que llegaron cuando murió la fundadora, hace unos meses.
Prueba de la buena relación que tienen con el mundo ortodoxo son los múltiples iconos que han recibido como regalo. Esta imagen de la Coronación de la madre de Dios, es una de las más antiguas.
Sor Elena (Italia)
“La regaló el metropolita Nicodemo, que se encargaba de las relaciones externas de la Iglesia ortodoxa. Cuando venía a Roma siempre venía a ver a las monjas. Las apreciaba mucho. Cuando vino a felicitar a Juan Pablo I de parte de la Iglesia ortodoxa por su elección como Papa, sufrió un infarto y murió en brazos del Papa”.
Sor Elena es italiana y una apasionada de la cultura rusa y del rito bizantino desde pequeña. Tras un viaje a Rusia, se dio cuenta de que debía hacer algo por ese país. Por eso está aquí, como otras monjas que han pasado su vida rezando para pedir, desde el corazón de la cristiandad, por Rusia.
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