Jesús nos anima diciéndonos:
No desconozco tu miseria,
veo las luchas y las tribulaciones de tu alma,
veo también tus enfermedades físicas
y el cansancio de tu cuerpo;
conozco bien tus pecados, tu infidelidad,
tus omisiones, tu vileza.
Yo te digo: ¡ ámame como eres !
Aunque caigas continuamente en tus mismas faltas,
aunque cometas esas culpas que no quisieras cometer,
aunque no cumplas con tu deber,
aunque desprecies a tu prójimo,
aunque tantas veces te consideres un villano.
Yo te digo: ¡ ámame como eres !
De todos los momentos de tu vida,
en cualquier situación en que te encuentres,
cuando tu alma esté llena de fervor,
cuando tu corazón sea árido, seco, empedernido,
incapaz de sentir y de amar.
Yo te digo: ¡ ámame como eres !
Si esperas ser un Santo, o un Ángel
para entregarte al amor, no me querrás nunca;
quiero que tu amor salga de lo profundo de tu miseria,
por eso, así te encuentres en la fidelidad
o en la infidelidad.
Yo te digo: ¡ ámame como eres !
Si me dices que no posees virtud y no tienes ciencia,
si estás privado de talento y vestido de andrajos,
si te sientes débil, indefenso, envilecido.
Yo te digo: ¡ ámame como eres !
Yo estoy a la puerta de tu corazón y llamo, ¡ ábreme !...
Déjame amarte, dame tu corazón,
te doy mi Gracia y el Pan Vivo
te doy la Fuerza para afrontar y superar
las dificultades de la vida,
te doy el Espíritu de Verdad y la Sabiduría del Amor,
te doy a mi Madre que te estrecha
contra su Corazón Inmaculado
no dudes de Mí , pero ten Fe.
Yo te digo ahora y siempre: ¡ ámame como eres !
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