jueves, 4 de septiembre de 2008

Paternidad espiritual

El sacerdote engendra en la fe por las aguas del Bautismo, nutre con el alimento espiritual de la Palabra de Dios; de ahí que cariñosamente llamemos al sacerdote «padre»


La paternidad no se refiere exclusivamente a la capacidad generativa que posee el hombre en su función biológica de procrear hijos; es, también, una forma de proyectar el conjunto de afectos, valores, virtudes y expresiones propias de un varón que está al frente de una familia o de una comunidad, al hacerse responsable de la misma.


El celibato que viven los sacerdotes católicos, asumido con autenticidad y entendido como la total disposición de servir al Pueblo de Dios sin más compromiso material o terrenal (negocio, familia, asuntos políticos, etcétera),es un estado idóneo para vivir a plenitud la paternidad espiritual expresada mediante una profunda entrega y asistencia a los fieles, que son sus «hijos», a los que el sacerdote engendra en la fe por las aguas del Bautismo, nutre con el alimento espiritual de la Palabra de Dios y de la Eucaristía; los ve crecer, los acompaña, los escucha y les brinda lo necesario para lograr su integridad moral; de ahí que, cariñosamente, éstos llamen al sacerdote «padre», por ser quien provee espiritualmente a todos y cada uno de los miembros de la gran familia que tiene encomendada.


Así entendida la paternidad espiritual, se hace evidente la gran fecundidad de que es capaz un sacerdote, dejando en claro que el no ejercer su genitalidad con miras a la procreación (exclusiva del Matrimonio), no disminuye su potencial paternal, antes bien, éste se desarrolla de forma más profunda, al fijar toda su atención en su familia espiritual. Además, solamente puede asumir las funciones de padre espiritual aquel que ha asimilado primero el amor pleno y desinteresado hasta el sacrificio, disposición propia de un padre en el orden de la naturaleza. Por lo tanto, es justo no sólo honrar a quien engendra la vida corporal, sino también recordar a aquellos hombres que, entregándose a los demás, comunican la vida de Dios.Elevemos una plegaria pidiendo a Dios Padre que bendiga y conserve en su delicado ministerio a estos auténticos padres.


Adrián Ramos Ruelas / David Benjamín Martín del Campo1º de Teología, Seminario Mayor de Guadalajara, Mexico

2 comentarios:

Basho dijo...

Hay que ser Padre para entender el valor del celibato de los Sacerdotes. Realmente es muy difícil estar 100% disponible para Dios y tus hermanos si estas criando hijos pero, claro, sé que esa es otra manera de servirlo.

Lamento que tantos Sacerdotes estén solos, rodeados de personas a las que sirven pero difícilmente pueden considerar amigos u apoyos. Esa es la parte mas dura, al menos para mi, y oro por ellos.

Un abrazo

Rosario dijo...

Yo también rezo por ellos, la soledad del sacerdote es muy fuerte, y el maligno lo sabe muy bien.
Saludos.