jueves, 10 de julio de 2008

Silencio, silencio, silencio


Son tantas las veces que vamos a la oración llenos de ruido, de muchos ruidos.

Ruido de preocupaciones, de miedos, de inquietudes, de negación, de no entender, de no aceptar nuestra vida, de…
Y así es imposible “conectar” con el Padre, entrar en su descanso.
Antes de nada, hemos de vaciarnos de ruidos, dar un mensaje a nuestro espíritu, decirle, silencio, silencio, silencio,…., dejándonos arrullar.
Poco a poco se irán acallando todas nuestras voces, y podremos ESCUCHAR la voz que nos da la vida y que día a día nos va enseñando el verdadero sendero de la vida.

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