martes, 28 de febrero de 2012

La vida en lo secreto

Escribo desde la sencillez que caracteriza la vida eremítica, en este caso la vida eremítica diocesana. 
Las personas que, previa llamada del Señor, hemos optado por esta forma de vida, hemos recibido una llamada ala simplicidad, a la sencillez en nuestra forma de vivir.
 Ciertamente que la oración de un ermitaño no sólo se esconde en su celda o aposento, sino en el conjunto de su vida, que se desarrolla día a día en lo secreto. 
La austeridad, reducida a disponer solamente de lo indispensable en su ermita y en su forma de vida, constituye el soporte principal para una oración interior continuada, porque encuentras pocas cosas en la ermita que te puedan distraer.
 El trabajo en artesanía indispensable para vivir; el rezo de las Horas canónicas, el aseo de la ermita y entornos...,todo aderezado con una soledad absoluta, te llevan a una relación de familiaridad continua con el Señor. 
Una humilde ermita en la montaña o en el campo, un santuario apartado, es suficiente paraque el eremita pueda desarrollar y cumplir su misión en la Iglesia. Ala vez, puede ejercerla labor, a veces necesaria, del cuidado y vigilancia del lugar, y su presencia puede ser también un aliciente espiritual para las almas. 

Los eremitas actuales debemos obediencia al obispo del lugar, que nos ayuda y protege, por lo cual damos siempre gracias al Señor. Las luces, a veces excesivas, que alumbran las noches nos deslumbran, porque no nos interesa lo que no se ve. Por eso mismo nos asusta quizás la vida de oración, porque sólo valoramos lo que se ve. Yo, con mi vocación, que considero un regalo de Dios, estoy inmerecidamente dentro de este grupo de orantes en la Iglesia. Creedme, a mí me sorprende que el Señor me haya elegido con tanta predilección, y me haya concedido la gracia de poder entender, desde la fe, la autenticidad en todo lo queme rodea, valorar lo pequeño, lo que no se ve en un ser humano exteriormente.
No es fácil dar la respuesta que el Señor espera de ti. No sería suficiente profesar sin más en una orden contemplativa, ni ser ermitaño en un desierto, hay que saber conjugar oración y caridad, oración y amor a tus semejantes y a todo lo creado. Muchas veces he buscado la coherencia en otras cosas, pero pienso que no debemos olvidar nunca que Deus caritas est. ¡Me da tanto miedo quedarme en la superficie! A la sociedad actual le sobran las palabras que no vayan acompañadas de vida. Los contemplativos transmitimos vida, no palabras. Os pido que me acompañéis a caminar por el desierto sin desmayar, para que la llamada del Padre al final me sorprenda caminando como buen peregrino hacia la Patria eterna.

Daniel Martí Mocholí,
ermitaño diocesano
de la archidiócesis de Valencia

2 comentarios:

La casita de Maria Nancy dijo...

QUE HERMOSO ES CONTEMPLAR AL SEÑOR,ESTAR EN SU PRESENCIA,HACER SILENCIO PARA AMARLO UN INSTANTE SIQUIERA ...
GRACIAS POR COMPARTIR,BENDICIONES

SENDEROS DE VIDA Y ESPERANZA. J.FALCKY dijo...

En el Silencio, rodeado de mis discapacitados que aún duermen, medito,contemplo una "semilla". Dejadme sembrar esta semilla en el jardín de vuestra vida:"EL SEÑOR ESTÁ MUCHO MÁS CERCA DE LA ESQUINA OLVIDADA DE UN MARGINADO QUE BUSCA ALGO DE AFECTO,QUE DE UN DIAMANTE QUE DESTELLA EN LA CIMA DE UN MONTE". Joseph Falcky, Desde el Blog SENDEROS DE VIDA Y ESPERANZA. http://horizontesyfalcky.blogspot.com
¡Que Dios os bendiga y os conduzca siempre por fuentes tranquilas!