viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Qué son los iconos?

Los iconos son la representación de la Virgen, Jesucristo y los 


santos que veneran y reverencian en la iglesia ortodoxa, de los países del Este de Europa, esencialmente Grecia y Rusia. Los iconos se hallan asociados indisolublemente a la oración y la liturgia de la religión de dichos países, pero a causa de los incesantes cambios en los usos y costumbres, así como en las formas de adoración, durante el recorrer de los tiempos se ha producido gran número de iconos de muy distintos géneros. 

De todos modos, el elemento tal vez más importante de la iglesia ortodoxa es la iconostasia que en ella figuran. La iconostasia es la separación entre la nave de un templo, accesible libremente a la comunidad, y el espacio que rodea el altar abierto, con salas a uno y otro lado, donde solamente puede entrar la clerecía. Como imagen, el icono se halla situado entre lo que se puede divisar con la vista y lo trascendente.

La pintura del icono desconoce el espacio tridimensional que fue como una ilusión óptica en Occidente después del Renacimiento mediante la perspectiva central. En cambio, en general, hay un espacio de imagen que se abre hacia atrás y se extiende poco en profundidad donde los personajes representados sin relieve alguno están engrandecidos o empequeñecidos en función de su rango honorífico y de su significado interno.

Los iconos son, en realidad, meras alegorías, dueñas de un lenguaje especial, como lengua de la imagen y en agua del símbolo. Los iconos datan de los mismos orígenes del cristianismo. Sus inicios se remontan a las imágenes conmemorativas del final de la antigüedad, o sea del siglo I al IV después de Cristo.

Los iconos más antiguos, entre los que se conservan, son de los siglos VI y VII, y casi todos ellos se guardan en el monasterio de Santa Catalina, en el SINAB.

Un poco de historia sobre los iconos 


Desde los primeros siglos del cristianismo, es factible encontrar un cambio fundamental en el modo de hablar de la imagen y de representarla en el Antiguo Testamento: había una prohibición de pintar imágenes de Dios para no incurrir en una deformación de la imagen inmaterial y espiritual del dios único y verdadero (Dt. 4, 15-20).

a) Una primera evolución se registra en algunas formas del arte primitivo judío-cristiano, tanto en las antiguas iglesias-sinagogas de Oriente medio como, definitivamente, en las imágenes de las catacumbas y más tarde en los mosaicos de las iglesias. Hay incluso una serie de datos que quieren justificar el culto alas imágenes en el ambiente cristiano, como la leyenda del Mandylon del Rey Abgar de Edessa o la de la Verónica. También podemos añadir la Leyenda de San Lucas, el evangelista, a quien se le atribuyen muchos cuadros o imágenes de la Virgen tanto en Oriente como en Occidente.

Acerca de las imágenes de Cristo, especialmente de su rostro, hay en la antigüedad cristiana una cierta uniformidad en sus rasgos y un gran parecido con los rasgos del rostro de Cristo tal como aparece en la Sábana Santa de Turín.

Durante el tiempo del iconoclasmo se perdieron muchas pinturas antiguas que querían remontarse al retrato original de Cristo. Quizá una de las más antiguas y bellas es un icono de Cristo que se conserva en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí y se remonta al siglo VI.

b) Las primeras manifestaciones iconográficas en el arte de Occidente las tenemos en las catacumbas, con una cierta imitación de algunas formas paganas. Orfeo se convierte en el Buen Pastor, hay escenas del A.T., se pintan escenas evangélicas e imágenes simbólicas como el pez, el áncora, la cruz, la paloma, el pavo real, signo de la inmortalidad. Hay rostros de Cristo, de la virgen y de algunos santos, imágenes de orantes y de la cena eucarística.

De las paredes de las catacumbas se pasa a los bajorelieves y sarcófagos, donde van apareciendo las principales escenas evangélicas tradicionales: adoración de los magos, resurrección de Lázaro, la ascensión, etc. Todas estas imágenes están representadas con bastante perfección en el siglo VI.

Por la constancia en los detalles de ciertas representaciones se ve como se va fijando una escena, a modo de canon o forma tradicional de representar los misterios con una cierta uniformidad que ha permanecido en Oriente y en parte en los lugares de Occidente que han recogido esta tradición: San Marcos de Venecia, Monreal en sicilia, la capilla Palatina de Palermo, etc.

c) A partir del siglo VI la iconografía conoce en Oriente y en Occidente una gran época de esplendor que se manifiesta en la integración del arte con la liturgia, en la construcción y adorno de las basílicas, entre ellas la más hermosa que fue la de Santa Sofía en Constantinopla.

d) Una lucha encarnizada contra las imágenes que dura casi 120 años turba en oriente la paz eclesial. En el año 725 el emperador cesaropapista León III el Isáurico condena el uso de las imágenes en la Iglesia con el pretexto de que se puede caer en el error de la idolatría. En el año 729 se desencadena la lucha popular, capitaneada por los mojes, partidarios de la veneración de imágenes y de la tradición.

El concilio de Nicea 11, año 787, clarifica la doctrina y justifica la iconografía y la veneración de las imágenes apelándose al hecho de la Encarnación, al servicio religioso de los fieles que necesitan contemplar los misterios, al sentido de la veneración de los imágenes con una referencia directa alas personas que representan tales imágenes, de tal manera que su contemplación lleve ala imitación de los modelos. La lucha solo se calmó, en el año 843 con un edicto de la Emperatriz Teodora, que sanciona el triunfo de la doctrina conciliar.

e) El triunfo de la Ortodoxia renueva el fervor por las imágenes en oriente. Todo el medio oriente ortodoxo deja, a través de los siglos, ejemplares estupendos de su arte en las iglesias-grutas de Capadocia, en los templos adornados con bellos y esplendorosos mosaicos, en las paredes de los monasterios, en los iconostasios de las iglesias. Con la extensión del cristianismo oriental por toda la parte de los Balcanes y en Rusia, a partir del siglo IX, tendremos de nuevo una posibilidad de ramificación de este arte con la creación de varios tipos y escuelas de iconografía oriental.

A partir del siglo XVII la iconografía en el oriente Medio y en Rusia conoce la decadencia de la imitación de las formas occidentales, casi con un cierto complejo de inferioridad del arte clásico bizantino y ruso.

En occidente tenemos una continuidad tradicional con la iconografía oriental en los primitivos pintores italianos, en el románico catalán, etc. poco a poco se va desintegrando este arte hasta llegar al renacimiento que se aparta de la imagen teológica de oriente en aras de una imitación naturalista de los episodios. Hay en esto algunos valores, pero también algunos defectos fundamentales, el Arte sagrado se desgaja de la tradición y de la teología, con perjuicio del arte y de su reflejo en la profesión de la fe de los cristianos.

Los iconos rusos 

Durante largo tiempo, los historiadores y los expertos en religión ignoraron los iconos de la escuela de Moscú, seguramente porque cuando se inició el estudio de tales iconos y de este arte ortodoxo, solamente algunos habían sido autentificados.

Para comprender esto preciso es saber que en 1204, Constantinopla fue conquistada por los ejércitos de la IV Cruzada, que la convirtieron en capital del Imperio Latino, y los pintores de iconos apenas consiguieron seguir con su auge, por cuya razón se ve en esa fecha de 1204 el final de la época bizantina media.

En 1453, los turcos adeptos al Islam invadieron el Reino bizantino y la caída de ese Imperio, antaño tan potente, así como la de todas las obras maestras que en él vieron la luz, estaba ya sellada.

Sin embargo, la pintura de los iconos sobrevivió a este suceso trascendental, puesto que Bizancio había propagado su influencia a grandes regiones de Oriente.

Por consiguiente, el hijo más importante del arte bizantino era Rusia, pero en ese país, lentamente, los artistas fueron hallando su camino propio. Especialmente respecto al colorido y a la manera de dibujar, aunque variando poco en cuanto a los temas, los tipos de personajes, composiciones y demás.

Por su parte, fue Novgord el centro más importante de la iconografía rusa, ya desde el siglo XII, con rasgos artísticos propios, caracterizándose en efecto más que nada por el colorido claro, casi radiante.

En realidad, el auge iconográfico se logró en Rusia con la llegada de Andrei Rublev y Teófanes el Griego.

La pintura de iconos rusos obtuvo un nuevo impulso durante los siglos XVII y XVIII gracias a las composiciones de la Escuela Stroganov. Son unos iconos en cuyo dorso se indica que fueron pintados por los miembros de la famosa familia de comerciantes Stroganov, más adelante cercanos al trono ruso.

Hasta el siglo XVII, la pintura de iconos en Rusia rechazó tercamente toda influencia de Occidente. Pero esta actitud negativa cambió gracias a los esfuerzos renovados de un gran maestro llamado Simón Uchakov (1626-1686). Éste trabajó primero en un taller de orfebrería, de lo que en aquella época se llamaba ´´taller de culatas y cámaras de armas de fuego´´, por estar situados dentro del arsenal militar.

La Revolución de 1917 arrinconó en Rusia el arte de los iconos. Esto fue así porque la fe y los credos ortodoxos no se armonizaban con la ideología comunista, para la que la religión era tan sólo, en palabras de Lenin, el ´´opio del pueblo´´, Y el arte decorativo sustituyó al de los iconos. 

Autor: Jorge Hidalgo 
http://es.catholic.net/comunicadorescatolicos/730/2300/articulo.php?id=18342

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