0. INTRODUCCIÓN
Se dio en la historia de la Iglesia la constelación de un cortejo de mujeres místicas que en desquite por la ausencia de una formación académica asombraron al mundo con luces que no parecen alcanzables de los astros para abajo. Sus nombres brillan con esplendor en los anales de la espiritualidad cristiana: Matilde de Madburgo, Matilde de Alemania, Gertrudis de Helfta, Brígida de Suecia, Ángela de Foligno, Clara de Montefalco, Catalina de Siena, etc.
A ese conjunto vino a unirse en el siglo XVI Teresa de Ávila, la mujer que enalteció a todo el mundo femenino al ceñir en su frente la aureola de la primera Doctora de la Iglesia.
En todas estas figuras clásicas se dan, con los peculiares matices de cada caso, la fuerte y triple impronta trinitaria, cristológica y mariana.
Ahora nos permitimos exponer la faceta trinitaria de Teresa de Jesús y acentuar justamente la convergencia de la Trinidad Santísima y de la Virgen María en la vida y en la doctrina y especialmente en la experiencia mística de la Santa de Ávila. En este aspecto de conjunción de temas: Trinidad, María y Teresa desde la expresión mística radicará la relativa novedad del presente estudio.
1. ESBOZO BIBLIOGRÁFICO
No es el tema trinitario el más tratado en relación con Santa Teresa de Jesús. Sin embargo, tampoco faltan valiosos estudios a este respecto, aunque sin señalar expresamente la conexión mariana en el misterio divino: Doctrina y vivencia de Santa Teresa sobre el misterio de la Santísima Trinidad, Efrén de la Madre de Dios1; Ser cristiano según Santa Teresa, Secundino Castro2; La Virgen María en la vida y en la experiencia mística de Santa Teresa de Jesús, Enrique Llamas3; Realidad y experiencia de Dios en Santa Teresa, Olegario González de Cardedal4.
Algunos otros estudios han abordado aunque un poco de pasada la presencia de la Virgen María en la experiencia mística trinitaria de Teresa de Jesús: Santa Teresa de Jesús contemplativa, Tomás Álvarez5; En el Misterio Trinitario y Espiritualidad Teresiana, Jesús Castellano6; María en la experiencia mística teresiana, Miguel Boyero7; La Virgen María en Santa Teresa de Jesús, Pedro María Valpuesta8.
2. TERESA Y LAS DIVINAS PERSONAS
Antes de adentrarnos directamente en el tema del misterio de la Santísima Trinidad en su plenitud desde nuestra específica perspectiva mariano-teresiana parece oportuno decir someramente una palabra acerca del pensamiento y de la actitud de la Madre Teresa en torno a cada una de las Divinas Personas y en referencia a la acción de Éstas en su alma.
2.1. Teresa y Dios Padre
Comenzamos por la consideración de Dios Padre, pero advirtiendo previamente que entre esas divinas personas existe, según la Madre Teresa, una convivencia fundamental esencial. Ella sabe que: "el Padre no puede estar sin el Hijo y sin el Espíritu Santo. Porque es una esencia, y adonde está el uno están todas tres, que no se pueden dividir" (CC 60)9.
Las casi ininterrumpidas referencias de Teresa a Dios y al Señor están dirigidas a la persona del Padre. Cuando ese nombre está ordenado a otra Divina Persona lo hace notar Teresa por el contexto.
Además de esa atribución paternal genérica, en la mística doctora hay abundantes expresiones en las que le designa expresamente como Padre. Es muy significativo que sea un comentario al Padrenuestro el libro clásico de su magisterio espiritual.
Dentro de esta denominación específica lo normal en Teresa de Jesús es que se refiera a Dios Padre en alguna concomitancia con Dios Hijo. Son inseparables entre sí en la mente de Teresa. Se da una consonancia de Padre-Hijo e Hijo-Padre de íntima, profunda, gozosa y gloriosa unión entre ambas Divinas Personas. Teresa contempla a Dios Padre presa de asombro y de ternura sobre todo por sus condiciones de grandeza, hermosura, poder, bondad, misericordia y amar. Lo siente por fe, lo sabe por estudio y lo gusta por las experiencias místicas acerca de Dios Padre. Llega a percibir su predilección, su intimidad y su unión:
"El Señor me había llevado en espíritu junto a su Padre y díjole: "Esta que me diste te doy", y parecía me llegaba a Sí" (CC 13).
"Paréceme que la Persona del Padre me llegaba a Sí y decía palabras muy agradables" (CC 22).
"Me dijo el Señor... "Mi Padre se deleita contigo"" (CC 10).
"¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre!" (CV 27, 1).
Es ardiente la oración de Teresa de Jesús a Dios Padre por la Iglesia:
"Padre Santo que estás en los cielos... ¡Qué es esto, mi Señor y mi Dios: u dad fin al mundo u poned remedio en tan grandísimos males, que no hay corazón que lo sufra, aún de los que somos ruines. Suplícoos, Padre Eterno, que no lo sufráis ya Vos! Atajad este fuego, Señor, que si queréis podéis. Ya, Señor, ya haced que se sosiegue este mar; no ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia y ¡sálvanos, Señor mío, que perecemos!" (CV 35, 3-6)10.
2.2. Teresa y Dios Hijo
El Dios de Teresa es el Dios de Jesucristo, siempre Dios y siempre Hombre para ella. Su espiritualidad y su vivencia son esencialmente cristológicas. Cristo es para Teresa elLibro vivo que la ilustra, el Maestro que la enseña, el Amigo verdadero que la acompaña, el Esposo divino que la enamora. Es una faceta esencial teresiana que ha sido abundantemente expuesta y analizada. Unos testimonios: "Vi a la Humanidad sacrosantísima... representóseme por una noticia admirable y clara, estar metido en los pechos del Padre" (V 37, 17). El Hijo que se nos da es don del Padre (Cfr. V 21, 14; E 14, 2; P 13, 2). El Padre que se nos ha dado es don del Hijo (Cfr. CV 27, 2; 27, 6).
Teresa tuvo el privilegio de tener siempre cabe sí a Jesucristo:
"Parecíame andar siempre a mi lado Jesucristo... y que era testigo de todo lo que yo hacía" (V 27, 2).
"Parecíame que estaba junto a mí Nuestro Señor Jesucristo, de la forma que su Majestad se me suele representar" (CC 29, 3).
"Vi a Cristo con grandísima majestad y gloria" (V 34, 17).
"Vi a Cristo con grande amor" (V 36, 24).
"De ver a Cristo me quedó impresa su grandísima hermosura" (V 34, 7).
Teresa interpela al Padre intercediendo a favor del Hijo:
"Padre Santo, alguien ha de haber que hable por vuestro Hijo" (CE 62, 3).
"¿Siempre que tornamos a pecar, lo ha de pagar este amantísimo cordero?" (CV 3, 8; 35, 4).
Familiaridad con Cristo:
"Se me representó allí Cristo y parecíame que me partía del pan y me lo iba a poner en la boca" (CC 12, 3).
"Más temía ver airados estos ojos tan hermosos y mansos y benignos del Señor que todos los tormentos del infierno" (VIM 9, 7)11.
2.3. Teresa y Dios Espíritu Santo
Para Teresa de Jesús el Espíritu Santo está habitualmente unido a su consideración del Padre y del Hijo: "Entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo" (CV 27, 7).
Al Espíritu Santo recurre en demanda de luz para acertar a decir y para atreverse a escribir (Cfr. IVM 1, 1). Incluso recibió la visita del Espíritu Santo en figura de paloma (Cfr. V 38, 9-12). Con razón la iconografía representa a Santa Teresa con la paloma sobre su hombro dictándole al oído pensamientos divinos.
Hasta sintió en torno a ella a la Trinidad augusta sugiriéndole inefable terneza: "Me dijo el Señor: "Mi padre se deleita contigo y el Espíritu Santo te ama" (CC 10).
No sorprende que Teresa de Ávila honrase de modo especial a esta tercera Persona, que encabezase con su invocación sus cartas y que cada fiesta de Pentecostés ofreciese algún obsequio o hiciese algún servicio peculiar en honor del Espíritu Santo12.
3. TERESA DE JESÚS Y LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Teresa tuvo inserta en su alma una presencia trinitaria del todo excepcional. La actitud de Teresa de Jesús ante el misterio de la Trinidad es desde luego una actitud de fe. Sabe que es la verdad fundamental del creyente cristiano y que es el Dios Único en el que cree, al que adora, al que sirve y al que ama, Y aún después de singulares comunicaciones a su alma de este misterio divino, en Teresa se robustece la adhesión a la Trinidad y siempre fundada en la fe: "Mientras menos lo entiendo más lo creo, y me hace mayor devoción" (CC 60, 5).
Teresa tuvo conciencia de la inhabitación de la Trinidad en su alma y la comprobó experimentalmente partiendo de la fe iluminada por el Evangelio. Gozó Teresa el privilegio de experimentar en sí la presencia de la Trinidad Santísima y recibir sus luces y delicias.
Trae constante en sí el misterio:
"Quédeme yo en la oración que traigo de estar el alma con la Santísima Trinidad" (CC 22, 3).
"Se me dio a entender... cómo las tres Personas de la Santísima Trinidad que yo traigo en mi alma esculpidas, son una esencia" (CC 36, 1).
Iluminaciones singulares acerca del misterio trinitario en Teresa de Jesús:
"Estando una vez rezando el salmo "Quicumque vult", se me dio a entender la manera cómo era un solo Dios y tres Personas... cuando pienso o se trata de la Santísima Trinidad, parece entiendo cómo puede ser" (V 39, 25).
"Por una noticia admirable que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser todas tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo Dios" (VIIM 1, 6).
"Se ve el alma en un punto sabia, y tan declarado el misterio de la Santísima Trinidad... que no hay teólogo con quien no se atreviese a disputar de la verdad de estas grandezas" (VM 27, 9).
Muchas otras consideraciones hay en Teresa de Jesús en torno al misterio trinitario y asombra la precisión con que emplea los términos adecuados a cada aspecto de este sutil y delicado punto de vista de nuestra fe, así como las operaciones de las tres Divinas Personas y la distinción de sus atribuciones.
4. LA TRINIDAD, LA VIRGEN MARÍA Y TERESA DE JESÚS
Entramos aquí en la parte más específicamente propia de la exposición que nos propusimos hacer: la consideración de la actitud de la Madre Teresa respecto a la Santísima Trinidad conjuntamente con la Virgen María. Es decir, Teresa ante el tema trinitario y mariano unitariamente planteado.
4.1. Dios y María
Lo primero que extraña en esta ecuación teresiana es que Teresa no separa la idea de Dios de la de la Madre de Dios. No son términos que se oponen sino que armónicamente se complementan, manteniendo lógicamente su diferencia esencial de naturaleza y atributos. Parecería una redundancia designar a Dios y también a María, invocar al Señor y también a la Señora, alabar a Dios y a la par a su Madre.
Sin embargo, esto es lo normal y habitual en Teresa de Jesús. Y este Dios de Teresa de Jesús es el Dios Uno y Trino, el único Dios verdadero de la fe cristiana, aunque a veces se le designa por una de las divinas personas. Veamos algunos ejemplos.
Por méritos:
"No miréis, Señor, a los pecados nuestros, sino a los merecimientos de vuestro sacratísimo Hijo y de su Madre gloriosa" (CV 3, 8).
"No tengo otro remedio sino confiar en los méritos de su Hijo y de la Virgen, Madre suya" (IIIM 1, 3).
"Espero en la bondad de Dios, que nos ha de hacer merced por los méritos de su Hijo y de la gloriosa Madre suya" (F 16, 5).
Por la misericordia:
"Válgame la misericordia de Dios, en quien yo he confiado siempre por su Hijo sacratísimo y la Virgen Nuestra Señora" (F 27, 35).
Por su servicio y honra:
"Una obra que tenía entendido era para servicio del Señor y honra del hábito de su gloriosa Madre" (V 36, 6).
"Si algo hubiere bueno, sea para gloria y honra de Dios y servicio de su sacratísima Madre" (CV Presentación).
"Poco a poco se van haciendo cosas en honra y gloria de esta gloriosa Virgen y su Hijo" (F 29, 28).
"Esta honra que se hizo al hábito de la Virgen, para que alabéis a Nuestro Señor" (F 28, 38).
Por su favor:
"Monasterios, que con el favor de Nuestro Señor y de la gloriosa Virgen Madre de Dios, Señora nuestra, se han fundado" (CV Presentación) .
"Yo creo Nuestro Señor y su gloriosa Madre han movido el corazón de v. m. para hacer casa de esta sagrada Orden" (Cta 18; 9.1.1569).
"Me ha parecido (el P. Gracián) un hombre enviado de Dios y su bendita Madre" (Cta 201; 13.9.1577).
Para dar gracias:
"No me hartaba de dar gracias a Dios y a Nuestra Señora" (V 30, 7).
"Que todo sea para gloria y alabanza del Señor y de la gloriosa Virgen María" (V 36, 28).
Por intercesión:
"Las almas que se vieren en este estado han menester acudir a su Majestad y tomar a su bendita Madre por intercesora" (IM 2, 12).
"Comienza en nombre del Señor, tomando por ayuda a su gloriosa Madre" (F Pról. 5).
"Encomendar a Nuestro Señor a los que han favorecido su causa y de la Virgen Nuestra Señora" (F 28, 7).
Por amor:
"Por amor de Nuestro Señor y de su preciosa Madre" (Cta 248; 4.10.1578).
Buena compañía:
"Cuán gran yerro es no ejercitarse, por muy espirituales que sean, en traer presente la Humanidad de Nuestro Señor y a su gloriosa Madre" (VIM 7).
"Es muy buena compañía el buen Jesús y su Sacratísima Madre" (VIM 7, 13).
5. EXPERIENCIAS MÍSTICAS TRINITARIO-MARIANAS EN TERESA DE ÁVILA
5.1. Con el Padre y el Hijo y María
Durante su estancia en Ávila en 1572, Cristo manifiesta a Teresa el valor de los padecimientos en locución en que intervienen el Dios Padre, el Hijo y María como Madre:
"No pienses, cuando ves a mi Madre que me tiene en los brazos, que gozaba de aquellos contentos sin graves tormentos. Desde que le dijo Simeón aquellas palabras, le dio mi Padre clara luz para que viese lo que Yo había de padecer" (CC 26, 1).
5.2. En carne humana - Humanidad
La Santísima Trinidad le dio a entender "cómo había la Persona del Hijo tomado carne humana y no las demás" (CC 42 y 60). Esta experiencia imbrica implícitamente todo el complejo del misterio trinitario: Teresa contempla el misterio de la Trinidad y en él se le manifiesta que es el Hijo el que toma carne humana (alusión implícita a la madre humana de ese Hijo de Dios).
5.3. Trinidad y Humanidad
En Palencia, en 1581, Teresa da cuenta al doctor Velásquez de una de sus experiencias en que declara "que siempre se anda esta visión intelectual de estas tres Personas y de la Humanidad" (CC 66). La referencia a la Humanidad de Dios comprende también la referencia a la Persona del Hijo y este Hijo que asume esa humanidad de María.
5.4. Como la "Quinta Angustia"
Es muy expresiva otra experiencia de Teresa en Sevilla en 1575 en la que aparece la mención del Padre, el Hijo y la Virgen María aludida en el misterio de La Piedad, la Quinta Angustia:
"Estando la misma noche en maitines, el mismo Señor por visión intelectual, tan grande que casi parecía imaginaria, se me puso en los brazos a manera de cómo se pinta la Quinta Angustia. Hízome temor harto esta visión, porque era muy patente y tan junta a mí, que me hizo pensar si era ilusión. Díjome: "No te espantes de esto, que con mayor unión, sin comparación está mi Padre con tu ánima"" (CC 44, 4ª y 5ª).
5.5. Con el Magnificat
Teresa de Jesús tuvo experiencias marianas muy intensas hasta el punto de apropiarse gestos y palabras de la propia Madre de Dios. Entre ellas las del Magnificat para expresar sentimientos acordes con los de María Santísima. Uno de estos gestos es el que le sirve a Teresa para declarar su estado de ánimo en relación con la Santísima Trinidad. Véase este pasaje de sus Exclamaciones:
"Oh, ánima mía, considera el gran deleite y gran amor que tiene el Padre en conocer a su Hijo y el Hijo en conocer a su Padre y la inflamación con que el Espíritu Santo se junta con ellos... Estas soberanas Personas se conocen, éstas se aman y unas con otras se deleitan... Alégrate, ánima mía, que hay quien ame a tu Dios como Él merece... y que tú seas una partecita para ser bendecido en tu nombre, y que puedas decir con verdad: "Engrandece y loa mi ánima al Señor" (Lc 1, 16)" (Excl. 7).
Análogos sentimientos expresa Teresa de Jesús en referencia al otro versículo del Magnificat: "Exultavit spiritus meus", aunque esta vez sin explícita mención al misterio trinitario (CC 47 y 65).
5.6. Gozo para Santa Teresa
En otra ocasión, estando en Toledo en 1570, muy apenada Teresa por la suerte de la Orden de la Virgen, refiere lo que le sucedió:
"Me dijo el Señor: Haz lo que es en ti y déjame tú a Mí y no te inquietes por nada; goza del bien que te ha sido dado, que es muy grande; mi Padre se deleita contigo y el Espíritu Santo te ama (CC 10).
5.7. "Una Avemaría pido"
Bella y delicadamente une Teresa de Ávila a la Virgen María con las Divinas Personas de la Trinidad al ensamblar en una oración mariana su himno de agradecimiento a la Divina Majestad por toda la obra fundacional del Carmelo Descalzo, unida la plegaria como siempre a su profunda e indisimulada humildad. Dice así Teresa en el prólogo del libro de las Fundaciones:
"Demos todas, hijas mías, gracias a la divina bondad por tantas mercedes como nos ha hecho. Una Avemaría pido por su amor a quien esto leyere para que sea ayuda a salir del purgatorio y llegar a ver a Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo por siempre jamás, amén".
6. LA PRINCIPAL EXPERIENCIA MÍSTICA TRINITARIA Y MARIANA DE TERESA DE JESÚS
De las Cuentas de Conciencia sueltas, en su día autógrafas, de la Madre Teresa, que han llegado hasta nosotros resalta sobremanera una a nuestro propósito que satisface plenamente como prueba fehaciente y espléndida de la realidad de la presencia dinámica de la Santísima Trinidad y la Virgen María y en la experiencia mística de Santa Teresa de Jesús.
El relato de la Santa apunta directamente a nuestro tema y se refiere al suceso realmente impresionante que ocurrió el día 19 de enero de 1572 en le monasterio de la Encarnación de Ávila del que a la sazón la Madre Teresa era la Priora. Tiene dos partes: la primera, principalmente de carácter mariano; la segunda, de carácter fundamentalmente trinitario, pero con un significativo y singular matiz mariano.
6.1. La Madre de Dios y la Salve
Declara la Madre Teresa:
"La víspera de san Sebastián, el primer año que vine a ser priora en la Encarnación, comenzando por la Salve, vi en la silla prioral, adonde está puesta nuestra Señora, bajar con gran multitud de ángeles la Madre de Dios y ponerse allí. A mi parecer, no vi la imagen entonces, sino esta Señora que digo. Parecióme se parecía algo a la imagen que me dio la condesa (condesa de Osorno), aunque fue de presto el poderla determinar, por suspenderse luego mucho. Parecíame, encima de las camas de las sillas y sobre los antepechos, ángeles, aunque no con forma corporal, que era visión intelectual. Estuvo ansi toda la Salve, y díjome: "Bien acertaste en ponerme aquí; yo estaré presente a las alabanzas que hicieren a mi Hijo y se las presentaré"" (CC 22, 1 y 2).
Cabe observar aquí el incomparable marco mariano donde resalta la presencia cautivadora de la Madre de Dios y Madre del Carmelo. En la cuenta de conciencia de esta experiencia mística de la Santa podemos señalar rasgos y matices conmovedores:
1. La Priora Madre Teresa había colocado en la silla prioral del coro de la Encarnación una imagen de Nuestra Señora a la que ella proclamó como verdadera Priora de aquel monasterio, tras de la tensa situación creada allí a causa de su designación superior para ese cargo en aquella Casa.
2. Ahora Teresa contempla cómo la Virgen María, no su imagen, bajaba y se ponía en aquella silla presidencial como en ejercicio de la misión que Teresa le había encomendado.
3. Nuestra Señora permaneció complacida allí durante todo el canto de la Salve.
4. La Virgen no sólo se mostró en visión sino también en locución, y habló a Teresa para mostrarle el agrado que tenía de figurar en aquel sitio de Priora, donde no estaba inactiva sino que acogía los rezos y alabanzas de las religiosas y se las presentaba a su Hijo Jesús, que es a quien realmente se dirigían desde el corazón y los labios de aquellas monjas.
5. No sólo esto, sino que en la misma visión observó la Madre Teresa multitud de ángeles que se repartían por las sillas de las religiosas.
Un cuadro verdaderamente de cielo en la tierra donde se juntaban almas, ángeles, Teresa, María y Cristo. Pero todo esto no era más que el preámbulo de lo que iba a acontecer a continuación.
6.2. El Padre, el Hijo, el Espíritu Santo "y esta Virgen"
Lo que seguidamente refiere Teresa de Jesús es de tal sublimidad en su sencillez que no conocemos algo parigual en la relación de una criatura con su creador: Dice así la Santa:
"Después de esto (el rezo de la Salve) quédeme yo en la oración que traigo de estar el alma con la Santísima Trinidad, y parecíame que la persona del Padre me llegaba a Sí y decía palabras muy agradables. Entre ellas me dijo, mostrándome lo que me quería: "Yo te di a mi Hijo y al Espíritu Santo y a esta Virgen ¿Qué me puedes dar tú a mí? (CC 22, 3).
Nos hallamos ante una altísima visión eminentemente trinitaria y sorprendentemente mariana. Fíjese la atención en estas singularidades que se deducen del escueto relato teresiano:
1. Teresa estaba en este trance orando con la oración suya habitual de la Santísima Trinidad.
2. El Padre Dios la acoge amorosamente y la estrecha tiernamente en su seno.
3. En el Padre Eterno se da visión, acción y locución: se muestra a Teresa y habla.
4. El Padre presenta a su Hijo y al Espíritu Santo. Están en acto las tres Personas de la Santa Trinidad.
5. Lo inaudito. El Padre une en el encuentro trinitario a la Virgen María.
6. El Padre dice a Teresa que todo esto conjuntamente es don de Dios para ella: "Yo te di".
7. Ahora ese Dios interpela a Teresa y la desafía para ostentar ella a su vez si fuera posible mayores pruebas de prodigalidad y de amor: "¿Qué me puedes tú dar a mí?".
8. ¿Qué puede dar Teresa a su Dios? Teresa no nos ha dejado constancia de su respuesta al Señor. Sin ir más lejos, por lo menos Teresa podía brindar a su Majestad su gozo por saberse ganar en generosidad por tan buen Dios. ¿Qué mayor felicidad que dejarse vencer por Dios en la batalla del amor? ¿Qué mayor premio para el amor que contraer tan inmensa deuda de amor con tan maravilloso amante como es el Dios del Amor?
Sin embargo, a Teresa le quedaba un sutil recurso para quedar bien con su Dios y corresponder a tan sublime regalo con otra dádiva análoga o si cabe aún mayor, valga la osada paradoja. Salva reverencia e intromisión en la intimidad, nos permitimos esbozar una posible respuesta de Teresa a la requisitoria de Dios Padre diciendo:
"Que ¿qué te puedo dar yo a Ti, mi Dios? Pues puedo darte tanto cuanto tú me das. Porque eso que me diste una vez, Padre, es decir: el Hijo, el Espíritu Santo y "esta Virgen", son míos, y ahora como cosa mía yo te los presento, te los devuelvo y te los regalo. Y quedamos en paz, no te debo nada, porque todo eso que es mío, te lo doy. Pero aún te doy algo más; me doy yo misma a Ti, Señor. Tuya es mi alma, tuya es mi vida y tuyo mi corazón. Y tuyos estos mis ojos "que sólo para Ti quiero tenellos"".
Pero lo más sorprendente de esta experiencia mística de Santa Teresa es que en una escena intensamente trinitaria, inmersa ella en oración de la Trinidad y con expresa nominación de las tres Divinas Personas, se haga partícipe a la Virgen María como algo muy próximo e íntimo del misterio y que se incluya a María como don de Dios Trino y Uno para Teresa. "Yo te di a esta Virgen", como te di a mi Hijo y al Espíritu Santo.
Difícilmente es concebible una posición más encumbrada y sublime para la Madre de Dios como la de esta visión trinitaria concedida a la Santa de Ávila. Aquí es obvio evocar la afirmación de Santo Tomás de Aquino cuando atribuía a Nuestra Señora una dignidad casi infinita: "La Virgen María por ser la Madre de Dios posee una dignidad casi infinita por el bien infinito que es Dios"13.
De manifestaciones como ésta se desprende fácilmente que Teresa defendía con razón que aún en la más alta oración de mística contemplación de unión no se debe apartar ni rehusar la Humanidad de Cristo nuestro bien y la presencia de la Virgen María, la Madre de Dios. ¿Cómo apartarse de Nuestra Señora, si ella aparece visiblemente en estrecha unión con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo? Contra esto, Teresa no necesita que los letrados la hagan merced con su "teulogías" así sean los Melchor Cano, los Francisco de Osuna o los Bernardino de Laredo.
7. CONCLUSIÓN
Del estudio y análisis de la específica faceta de la Madre Teresa en relación con la Santísima Trinidad se deducen tres características que son comunes también en otros aspectos de la Santa: clarividencia, coherencia y vivencia en profundidad del misterio trinitario en ella. Vida doctrina y experiencia trinitarias con el matiz añadido de la presencia mariana en las tres fases conjunta y simultáneamente. Caso único el de Teresa en esta perspectiva entre las santas mujeres místicas marianas de la Iglesia. Singularidad que además presenta como paradigmas de los ideales de Santa Teresa a determinadas hijas emblemáticas suyas. Así, para su ansia apostólica de la salvación de las almas, la Iglesia proclama a Teresa del Niño Jesús Patrona universal de las Misiones; a su anhelo de dar la vida por Cristo con el martirio, se le concede a la mártir por antonomasia de Israel, de la Iglesia y del Carmelo, Santa Edith Stein; y a su profunda y permanente oración de unión trinitaria, responde el cielo con una hija suya que será la "Lauden gloriae" de los Tres: Beata Isabel de la Trinidad.
1. Revista de Espiritualidad 22 (1963) 756-772. Con anterioridad el mismo autor expuso la doctrina teresiano-trinitaria en la obra San Juan de la Cruz y el Misterio de la Santísima Trinidad, Zaragoza, 1947.
2. Edit. de Espiritualidad, Madrid, 1981, pp. 181-196; 377-379.
3. Marianum 44 (1982) 48-87.
4. Actas del Congreso Internacional Teresiano - 1982, Salamanca, II, p. 835.
5. Ephemerides Carmeliticae 13 (1962) 25-30.
6. Guiones Teresianos, Roma, 1970, 37-39; Introducción a la lectura de Santa Teresa, EDE, Madrid, 1978, pp. 166-171 (159-162).
7. Ephemerides Mariologicae 31 (1981) 933.
8. Monte Carmelo 89 (1980) 183-208. Últimamente MAXIMILIANO HERRÁIZ ha publicado un minucioso estudio titulado: Teresa de Jesús, experiencia trinitaria, en Monte Carmelo 109 (2001) 3-34, pero no lo aborda en clave mariana, salvo un leve inciso en nota de la página 21.
9. Las citas teresianas las tomamos de Obras Completas de SANTA TERESA DE JESÚS, Efrén de la Madre de Dios - Otger Steggink, BAC, 5ª edición, Madrid 1976. Siglas: V = Vida; CE = Camino de Perfección (Escorial); CT = Camino (Toledo); CV = Camino (Valladolid); M = Moradas; F = Fundacones; E = Exclamaciones; CC = Cuentas de Conciencia, P = Poesías.
10. Cfr. JACQUES CHEVALIER, Sainte Thérèse d’Ávila et l’expérience de Dieu, en Histoire de la Pensé, Paris, 1956, pp. 669-687. EUGENIO DEL NIÑO JESÚS, Quiero ver a Dios, Vitoria, 1951, 23-35.
11. Cfr. ENRIQUE DEL SDO. CORAZÓN, Doctrina y vivencia de Santa Teresa sobre el misterio de Cristo, en Revista de Espiritualidad 22 (1963) 773-812; TOMÁS DE LA CRUZ, Santa Teresa de Jesús contemplativa, en Ephemerides Carmeliticae 13 (1962)22-25; JESÚS CASTELLANO, Guiones Teresianos, 1970, pp. 83-96; MARÍA EUGENIO DEL NIÑO JESÚS, Quiero ver a Dios, l. c., pp. 180-186.
12. Cfr. J. BAUDRY, La place du Saint Esprit dans la spiritualité de Thérèse d’Ávila, en Carmel nº 23 (1975) 59-82; MARÍA EUGENIO DEL NIÑO JESÚS, l. c., pp. 266-282.
13. Summa Theologiae, 1, qu. 25, art. 6 ad 4.
Autor: Ismael Bengoechea, OCD
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