miércoles, 16 de diciembre de 2009

TE AMO, OH MI DIOS (Oración de San Juan María Vianney)

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.

martes, 15 de diciembre de 2009

Monasterios con Hospederia en España

Si quieres pasar unos días aislado en un ambiente de silencio, reflexión y austeridad; si necesitas encontrarte contigo mismo lejos del bullicio; si quieres vivir por unos días el ambiente monacal, te ofrecemos una lista de monasterios que abren su puertas a huéspedes respetuosos con el clima que allí se respira. No tienen ánimo de lucro, no suele haber obligación de integrarte en los oficios religiosos que allí se celebran, solo te ofrecen ese espacio de silencio tan necesario para seguir "creciendo" o simplemente para descansar.

Web: http://ditec.um.es/~javiercm/enclave/monaster.htm#

domingo, 13 de diciembre de 2009

La cocina del Monasterio (libro)

Antxon Urrosolo encontró en el I Encuentro de Cocina Conventual y Restauración, celebrado en Vitoria hace dos años, el origen de este libro "La cocina del monasterio. Recetas para el cuerpo y el alma". En aquella ocasión, representantes de 20 monasterios de toda España se reunieron de forma excepcional para cocinar, intercambiar experiencias de recetas y elaborar un menú sin precedentes.


Un evento gastronómico entre los monasterios españoles, sus cocinas y sus cocineros que ha permitido a Urrosolo reunir en esta publicación 202 propuestas culinarias aportadas por la generosidad de monasterios, religiosos, abadías y conventos. Entre plato y plato, clasificados en nueve apartados, el autor relata una breve historia de la gastronomía conventual que da paso al recetario. Con esta cocina, Urrosolo propone una “alternativa de ocio espiritual, una invitación a la mesa y a la tranquilidad, un antídoto contra la prisa, un inventario de recetas para el alma y para el cuerpo”.

Mucho más que un recetario al uso, este libro es una invitación a conocerse a sí mismo a través de la cocina. Una apuesta por el slow food, un itinerario donde el viajero puede detenerse, contemplar, escuchar y pedir posada mientras en el puchero se cuece el plato de cada día. La cocina del monasterio es una alternativa de ocio espiritual una reivindicación de la buena mesa, un inventario de recetas para el alma acompañado de historias y anécdotas recogidas tras una larga peregrinación por monasterios: por sus cocinas, sus huertas, sus productos y sus relatos. Todos los capítulos tienen un introito.

El primer capitulo trata de Sopas de Monasterio y convento lleva como lema, De Sopas y Sopistas en conventos y monasterios, dedicado a Dom Jesús Marrodán, A pie de pagina en algunas recetas hay reseñas históricas y anécdotas, por ejemplo en la Sopa Teológica Dominicana dice a pie de pagina: La sopa teóloga nació en el siglo XVII para paliar el encono teológico surgido entre agustinos y franciscanos que decidieron apartar sus rencores y discrepancias reconciliando desacuerdos y desavenencias en torno a unas buena mesa en la que la sopa fue servida junto a una fritanga de menudillos, pavo relleno, estofado de carnero y carne en adobo.

El segundo Capítulo “Ensaladas y frituras”, sub-titulado, /”Paradojas de la fusión: Ser Fraile en Guadalupe”. Comienza afirmando “Paradojas de la “fusión”: como dijo Eugenio D´Ors, todo lo que no es tradición, es plagio. La llamada fusión, hoy tan en auge, ya la inventaron cinco siglos atrás los entonces frailes jerónimos del Monasterio de Guadalupe, que acogieron y cultivaron con mimo en su huerta los exotismos venidos del otro lado del Atlántico. Una des-construcción que dura en nuestro días fue el pimentón, que tuvo su bautismo en el siglo XVI, en Guadalupe, porque al secarlo y molerlo cambiaron su textura, pero no modificaron su sabor

El tercer capitulo La cocina del huerto monacal, dedicado a “Yuste. Viaje al secreto mejor guardado” cuenta lo que le costó conseguir la receta de Bacalao de Yuste.

El cuarto capitulo dedicado a Los Potajes Monacales, podría resumirse como “Elogio del Santo y de la cocina de cuaresma”..

El quinto capitulo versa sobre Arroces y patatas comienza de esta guisa “Monjes, frailes, abades, priores, curas, párrocos y arciprestes han dado lugar a lo largo del tiempo a los más mordaces refranes, dichos, senten¬cias y proverbios populares sobre su inveterada inclinación a la gula. «La tentación de que desearnos ser librados es de la tentación de la gula, del quebrantamiento de la abstinencia, del regalo de la persona, y de la intemperancia ordinaria, pues no sólo nos tienta cada día, más aun nos aco¬mete cada hora», alertaba Antonio de Guevara en su Oratorio de religiosos y ejercicio de religiosos (1542).

”El sexto capitulo dedicado a los Huevos de Corral del convento presenta unos “Recetarios, cuadernillos e instrucciones para cocinar en monasterios y conventos” en el que se destaca que los recetarios estaban escritos por hombres. Esto no significa que los monjes fueran mejores cocineros que las monjas, más bien al contrario y existe una explicación. Los Monjes/cocineros para trasmitir sus conocimientos debían de escribirlos para orientar a los hermanos legos, no ocurría lo mismo con las monjas ya que estas sabían cocinar por la transmisión oral de sus madres y es más muchas de las religiosas de la Edad Media no solían estar alfabetizadas.

El séptimo trata de Los pescados Monacales y en el se narra el nacimiento del Bacalao al Ajoarriero, Los arrieros en un principio comían, vivían y descansaban a la vera de su carromato. Una de las viandas que podían llevar sin riesgo de estropearse, era el bacalao, (casi momificado en aquellos tiempos), cuando paraban para comer, normalmente a la vera de un río, sobre un fuego, asaban el bacalao salado, (es una forma de desalarlo rápidamente), y cuando había rezumado bien la sal, en el agua del río lo estrujaban en el agua varias veces y ya se podía guisar pues estaba desalado. Siempre el bacalao al ajoarriero debe de ser desmigado por esta razón, la preparación como muy bien está escrita en el libro, aunque los arrieros sibaritas de la época, que también los había, solían añadir al ajoarriero unos cangrejos de río recién cogidos.

El Octavo capitulo está dedicado a Los Guisos de Carnes y Aves bajo el lema “Fraile cocinero, hermana guisandera” dedicado a Fray Juan Luís Barrera y a Sor Bernarda.

Por último el Noveno está dedicado a Dulces de Convento y Monasterio, con el titulo “Suspiros de monja, bocados de cardenal”. En este capitulo se relata alguna anécdota como la siguiente “Durante años, los obradores de los claustros de los monasterios y con¬ventos de clausura han tenido y tienen a buen recaudo el mejor «recetario de alacena» de dulcería, repostería y pastelería, atesorando una ingente memoria de olores y sabores. Secretos que se guardaban celosamente porque a veces a las monjas les iba la vida y la subsistencia en ello. En los años posteriores a la guerra civil española, en plena época de penuria, cartilla de racionamiento y escasez de alimentos, la priora de las dominicas de Santa Lucía, de Orihuela (Alicante), en prevención de malos tiempos, reunió a toda la comunidad para darles un único consejo: la receta de los Chatos, uno de sus postres, debía ser secreta pues ésa era, y es, la única garantía para la comunitaria supervivencia económica.”
La cocina del Monasterio
Antxon Urrosolo
Mondadori
21/08/2009.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Condiciones para la oración contemplativa

1. Fe
Creer que Dios está presente. Vivo en la fe, la fe que me dice Dios está aquí. ¿Lo veo? No ... simplemente lo sé.
2. Deseo inicial de oración y perseverancia
A esto llama Santa Teresa "determinada determinación", que se requiere para iniciar el camino de oración y para mantenerse en él. Esta determinación es necesaria para poder enfrentar las resistencias que vamos a tener. Estas vienen de nuestro interior y del exterior.
Los primeros obstáculos que se anteponen a la oración son el temor y la duda. Y el Demonio tienta con la duda para que no comencemos. Y con el temor para que, una vez tomada la decisión y haber comenzado, no continuemos con la oración de silencio.
Otra tentación puede ser pensar que se está muy avanzado en años para la contemplación. Pero nunca es tarde para empezar. Siempre hay obreros de última hora, también en la oración.
Pero la determinación no es sólo necesaria para el arranque inicial, sino sobre todo para continuar en el camino. Recordemos que el Enemigo no quiere que oremos, mucho menos que lleguemos a la oración contemplativa.
3. Pureza de corazón
Buscar a Dios por lo que es y no por lo que da. "Buscar no los consuelos de Dios, sino el Dios de los consuelos" (Sta. Teresa de Jesús). Se trata de buscar al Señor y no los dones del Señor. Se debe esperar al Señor que es el imprevisible por excelencia y no los dones del Señor.
Esto implica que se debe ir a la oración desapegado. Y esto significa estar dispuesto a aceptar la manera que el Señor elija para encontrarse El con nosotros: puede ser árida, fervorosa, sensible, contemplativa. El orante va a dar su vida, su ser, su "nada". En una palabra: se va a la oración a "dársele" uno a Dios.
4. Humildad
La Contemplación es don "que no se puede merecer" (Santa Teresa). ¡Es un super-privilegio! Reconocerse "nada" ante Dios … pues lo somos … Y reconocernos indignos de ser consentidos por el Señor con dones contemplativos.
Dios es el "Todo". Sus creaturas nada somos, nada podemos, nada tenemos fuera de El. Creer esto de veras es comenzar a ser humilde.
5. Sencillez, pobreza e infancia espiritual
"Yo te alabo, Padre, porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los sencillos. Sí, Padre, así te pareció bien" (Mt 11, 25).
Hacernos sencillos, es decir, sabernos incapaces, para poder recibir en la oración la Sabiduría que viene de Dios.
Hacernos pobres en el espíritu para dejarnos colmar de todos los bienes del Señor, a través de la oración.
Hacernos pequeños para que Dios pueda crecer en nosotros a través de la oración.
Hacerse niños para poder creer y confiar en Dios nuestro Padre como los niños confían en sus padres.
6. Entrega de la voluntad
La Oración de Contemplación requiere una entrega total, un "sí" incondicional y constante. Buscar a Dios para dárnosle, sólo porque El es. El orante "ha de ir contento por el camino que le llevare el Señor" (Santa Teresa). Entregar la voluntad es ir conformando la voluntad con la de Dios; no imponerle a Dios nuestra propia voluntad.
Entregar la voluntad es ir aceptando los planes de Dios para nuestra vida; no es imponer a Dios nuestros propios planes.
Entregar la voluntad es cooperar con los proyectos que Dios tiene para nuestra existencia; no es exigir a Dios Su cooperación para los proyectos que nosotros nos hemos hecho.
Entregar la voluntad es esperar pacientemente el momento del Señor, pues Dios tiene sus ritmos y sus tiempos. "Su Majestad sabe mejor lo que nos conviene; no hay para qué aconsejarle lo que ha de dar".
Entregar nuestra libertad para que El pueda hacer en nosotros según Su Voluntad es condición importante para la Contemplación.
7. Desapego de lo creado:
Memoria del Creador,olvido de lo creado,atención al interiorY estarse amando al Amado.(San Juan de la Cruz)
Al tener un apego irresistible a Dios, estamos en el desapego.
8. Vivir el presente
Para orar hay que centrarse en el momento presente. No hay que hurgar en el pasado -salvo en los casos en que debemos revisarlo para corregir nuestras tendencias. Tampoco hay que pensar en el futuro, sobre nuestros planes y deseos.
Hay que estar en el ahora: aquí está Dios. La siguiente experiencia mística puede mostrar cuán importante es esta condición para la oración:
"Estaba lamentándome del pasado y temiendo el futuro. De repente mi Señor estaba hablando: MI NOMBRE ES 'YO SOY' ... Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil, Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO FUI' ... Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil. Yo no estoy allí. MI NOMBRE NO ES 'YO SERE' ... Cuando vives en este momento, no es difícil. Yo estoy aquí. MI NOMBRE ES 'YO SOY'" (Poema de Hellen Mallicoat).

9. Se requiere soledad y silencio:
Hay que empezar por crear soledad. "Así lo hacía El siempre que oraba", dice Santa Teresa. Soledad para entender "con Quién estamos".
Silencio del cuerpo y de la mente para buscar a Dios en nuestro interior.
Es en el silencio cuando Dios se comunica mejor al alma y el alma puede mejor captar a Dios.
En el silencio el alma se encuentra con su Dios y se deja amar por El.
Las cosas que suceden en el alma son como algo que sucede en las profundidades del mar. Arriba en el mar hay turbulencia, pero mientras más se baja, hay total y absoluto silencio.
El deseo de buscar silencio y soledad es un síntoma de que estamos llegando a la verdadera oración.
En el caso de los Dominicos, Santo Domingo de Guzmán quería que en las comunidades se generara un ambiente adecuado para la contemplación. Se hablaba de la santísima ley del silencio, que si era quebrantada por algún fraile, éste debía ser corregido con penas graves. Esta ley manifestaba que sin silencio, no había predicación, porque no había contemplación.
10. Nuestra participación en la oración
La persona debe poner su deseo y su disposición, principalmente su actitud de silencio (apagar ruidos exteriores e interiores).
El silencio aún no es contemplación, pero es el esfuerzo que Dios requiere para dársenos y transformarnos.
Hay que ir con un corazón dispuesto. Nuestra alma es como las tinajas de las Bodas de Caná. Hay que llenarlas de agua, bien hasta los bordes, para que el Señor transforme ese agua.
Nosotros llenamos las tinajas como los sirvientes de las Bodas de Caná, es decir, aportamos nuestra buena voluntad (quiero amar, entregarme a El).
Pero Jesús es el que puede transformar el agua en vino, es decir, transforma nuestra entrega en su Amor.
11. La participación de Dios
La participación de Dios escapa totalmente nuestro control, porque El -soberanamente- escoge cómo ha de ser su acción en el alma del que ora.
En ese silencio de la oración contemplativa Dios puede revelarse o no, otorgando o no gracias místicas o contemplativas. Esta parte, el don de Dios, no depende del orante, sino de El mismo, que se da a quién quiere, cómo quiere, cuándo quiere y dónde quiere.
La efectividad de la oración contemplativa no se mide por el número ni la intensidad de las gracias místicas. Se mide por la intensidad de nuestra transformación espiritual: crecimiento en virtudes, desapego de lo material, entrega a Dios, aumento en los frutos del Espíritu, etc.
ARIDEZ:
La participación de Dios puede ser en aridez. Cuando ésta venga –que vendrá- hay que tener cuidado, porque puede convertirse en una tentación.
Pudiera suceder que cuando ya hemos avanzado algo en la oración o cuando estamos agobiados de trabajo y se descuide la oración, se comience a creer que la oración de contemplación no es para uno. Ese sería un triunfo del Demonio, pues hace todo lo que puede para que nos quedemos exteriorizados.
Cuando estemos en aridez, más hay que
adorar. Puede ser cansado. Es como sacar agua del pozo, en vez de recibirla por irrigación o –mejor aún- de la lluvia (cf. Santa Teresa de Jesús).
La aridez es parte del camino de oración. Porque creer en el Amor de Dios no es sentir el Amor. Es, por el contrario, aceptar no sentir nada y creer que Dios me ama.
Así que no hay que juzgar la vida de oración según ésta sea árida o no. La sequedad es un dolor necesario. No podemos amar a Dios por lo que sentimos, sino por lo que El es.
La aridez es necesaria para ir ascendiendo en el camino de la oración. Así que, viéndolo bien, la aridez es un don del Señor, tan grande o mayor que los consuelos en la oración.
Con la aridez el Señor nos saca del nivel de las emociones y nos lleva al nivel de la voluntad: oro aunque no sienta porque deseo amar al Señor.
La aridez, entonces, cuando no es porque nos hemos alejado del Señor por el pecado o por no orar, es un signo de progreso en la oración.
CONCLUSION:
La oración contemplativa es siempre una experiencia transformante, haya gracias místicas o no, estemos en aridez o no.
Y recordemos: orar se aprende orando, "sin desfallecer", como dice el Señor. La única forma de aprender a orar es: orar, orar, orar.
http://www.homilia.org/oracion/6condicionesOracContemplat.htm

Pasteles de gloria

Diversas órdenes religiosas mantienen viva la tradición de los dulces artesanales bajo una premisa: "La vida contemplativa nos obliga a dar calidad"
Sólo se escucha el silencio. En ocasiones, una acogedora estancia recibe al visitante. Otras veces, es un angosto hall de piedra el que, a través de un ventanuco de madera, permite mantener contacto con el interior.

Sin embargo, con independencia de su austeridad, un delicado aroma escapa por las rendijas de los muros. Es un olor dulce, apetitoso, cálido e irresistible. Su secreto se guarda desde hace siglos. No en vano, surge del interior de los conventos de clausura, aunque su disfrute está ya al alcance de todos los paladares: la repostería de los monasterios, antítesis de la bollería industrial, rescata el lujo de la artesanía más tentadora.

Los sabores de la tradición se fusionan en tartas, pastas, bizcochos y caprichos sin límite hasta alcanzar la categoría de artículos de lujo. Productos que resultan de una actividad llena de sacrificio y entrega, como mandan las exigencias de la vida eclesiástica.
Monasterio de Santa Cruz. Villaverde de Pontones (Cantabria). Enclavado en pleno paisaje norteño, sus paredes blancas contrastan con el abanico de verdes que salpican la comarca. A sus puertas se respira tranquilidad, pero a escasos metros del arco de ladrillo que sirve de recibidor, el trabajo reina desde el amanecer. Incluso en fin de semana. Varias son las labores de la congregación. Por un lado, la ardua tarea de la encuadernación. Por otro, el horno del obrador comienza a calentarse mientras las hermanas Clarisas amasan harina, azúcar y huevo que luego darán forma a jugosas magdalenas y ‘plum-cakes’, componentes básicos del desayuno en los hogares de los alrededores. Un entorno con presencia creciente en las guías de turismo rural.

«Todos nuestros productos son nacionales. Nos cuesta el doble, pero son mejores», apostilla la madre Encarnación, abadesa del monasterio, que descuida por unos instantes la atención de los fogones para atender al visitante. «La vida contemplativa nos obliga a dar calidad en nuestro trabajo», se justifica. «Y los huevos son de granja porque requieren registro sanitario» confiesa antes de derrumbar una antigua creencia. «Los que nos traen las novias para que no llueva el día de su boda no los utilizamos en repostería», descubre con cierto rubor. «Pero los usamos para nosotras en la cocina, nos vienen muy bien», agrega en compensación.

Una receta centenaria
A media mañana se intuyen ya las exquisiteces que atraen a numerosos visitantes a Villaverde en busca de suculentos postres ancestrales. Los viernes, la demanda se dispara. Es el día de los puños de San Francisco. Irresistibles capas de bizcocho rellenas de crema pastelera. Son la estrella de sus fogones, reservada para el fin de semana por su laboriosa preparación.

Pero la receta no nació en tierras cántabras, sino en un convento vizcaíno. «Tiene más de cien años de antigüedad y como las monjas de Durango están ya muy mayores, la hemos recuperado para el público», relata. Y es que por las cocinas monacales pululan varias versiones de este sabroso manjar. «Compartimos recetas con otros conventos y hasta otras congregaciones», confirma la madre abadesa. También han tomado prestada otra reliquia del talento culinario monacal: «Hemos pedido a nuestras hermanas de Vitoria la receta de las trufas, ellas son las expertas», indica revelando el paraíso originario de un postre considerado ‘la joya’ del chocolate. Sin embargo, hay varias fórmulas que los muros de Santa Cruz ocultan con recelo. La de su afamado Roscón de Reyes es una de ellas. En unas pocas semanas, la llevarán a la práctica.

«Navidad, ¡uffh!», resopla la madre Encarnación al imaginarse las duras jornadas que se avecinan. «Excepto el pan de Cádiz, ya está todo en marcha porque han empezado los encargos especiales», se resigna. Procuran que los envíos sean los mínimos, pero quien ha probado su crujiente turrón, sus esponjosas figuritas de mazapán y los delicados pasteles de gloria queda hechizado para siempre. El secreto de su tentador sabor está en el esmero de su elaboración. «En la cocina hay que mimar hasta las alubias», aconseja la religiosa. Y hay casos de especial dedicación. «Cuesta mucho hacer las figuritas, que se elaboran todas a mano, cuidando cada una de sus formas», se enorgullece.

Su labor tiene un importante premio en forma de reconocimiento: los dulces de Villaverde se pueden encontrar en la sección de artículos selectos de unos grandes almacenes y ya han recibido varias ofertas de tiendas especializadas de Alemania, Francia e Inglaterra solicitando sus productos. «Pero nosotras no somos una empresa y no queremos que haya otros intereses más allá de los religiosos», advierte la abadesa. Sin embargo, el regocijo es inevitable. «Guardo todas las cartas que nos han enviado esos comercios porque a una le dan moral», confirma, con cierto tono confidencial.

De repente, el obrador se alborota. La primera hornada del día ya está lista y humeantes pastas de mantequilla abren el apetito en el momento en que el sol alcanza su cénit. Llega la hora de la pausa, un descanso para almorzar. En la sobremesa se retomará la actividad para iniciar la elaboración de tartas, que deben solicitarse con al menos un día de antelación. Y, si es viernes, la tarde se destina a la confección de los puños.

El trabajo en los fogones se prolonga hasta que el sol se oculta y la llamada a los oficios obliga a colgar el delantal. Cuando el horno aún está caliente, un enorme portón de madera aísla el convento del exterior. De nuevo, el silencio. La noche dice adiós a los aromas y sabores de la tradición. Pero será sólo por unas horas. Y la historia se repite en cada refugio eclesiástico. Las hermanas Clarisas disfrutan de su fama particular, aunque también Dominicas y Salesas combinan las labores de costura con el don de la repostería. Un ‘pecado’ que cuenta con el beneplácito celestial.

Lugares de culto y belleza
La vida al otro lado de los gruesos muros de un convento no siempre es secreta. Algunos centros de clausura abren sus puertas a los visitantes que quieran disfrutar de la belleza de su arquitectura. El claustro del monasterio de Nuestra Señora de la Consolación, en Salamanca, es un tesoro del plateresco protegido por el Patrimonio histórico-artístico.

Abierto al público desde 1962, se puede admirar su bella arquería en dos galerías superpuestas que rodean un jardín pentagonal. La iglesia gótica completa un conjunto monumental tan irresistible como los dulces de su obrador.

Si la ruta continúa en Valladolid, el claustro del convento de Santa Isabel es una buena muestra de los albores del gótico. Aunque su mayor riqueza artística reposa en las esculturas de Juan de Juni y Gregorio Fernández que se exponen en su iglesia. En el vecino monasterio de Santa Catalina, el gótico se salpica de decoración plateresca y renacentista en la cuidada mezcla de estilos de su claustro. Ya en el refectorio, destacan los cuadros de Diego Valentín Díaz.

Y los amantes del arte eclesiástico no pueden faltar a la obra escultórica que reúne el convento de Santa Ana de Elorrio, transformado en un coqueto museo dedicado a San Valentín de Berriotxoa, patrón de Vizcaya.

Cada vez más en auge, el turismo monacal invita a admirar los orígenes de nuestras tradiciones.
Direcciónes
Monasterio de Nta. Sra. de la Consolación (Dominicas). Pl. Concilio de Trento, s/n. Salamanca.

Convento de Santa Catalina (Dominicas). Domingo Guzmán, 6. Valladolid.

Convento de Sta. Ana (Clarisas). Elizburu Kalea, 2-4. Elorrio (Vizcaya).

Convento de San Antonio (Clarisas). Plaza General Loma, s/n. Vitoria.

Convento de San Pedro (Clarisas). Mayor, s/n. Salvatierra.

Convento de San Francisco (Carmelitas). Tenerías, 18. Calahorra.

Monasterio de Sta. Cruz (Clarisas). Villaverde de Pontones (Cantabria).

MARÍA R. ALONSO

sábado, 5 de diciembre de 2009

Habla un monje de clausura

Preciosa por demás, la larga entrevista que en La Razón (24/12/06) se le ha hecho al abad de Sto.Domingo de Silos, Clemente Serna. Espigo resumidas, en mor a la brevedad, algunas de las respuestas del monje benedictino, que se prestan a la reflexión. Quieren ser un servicio a los que no las leyeron. No tienen desperdicio por su enjundia y actualidad:

-“El ser humano deja de serlo si no es capaz de pasar grandes momentos de silencio, se convierte en una marioneta a merced del viento que sopla”.
-“El mucho hablar, el mucho discutir, el mucho querer imponer mis propios puntos de vista sobre el otro, va contra la propia dignidad del ser humano”.
-Hay una Trascendencia. Creemos en la vida del más allá y estamos para cumplir una misión: la realización tanto personal como comunitaria de las personas”.
-“En esta comunidad los monjes somos muy distintos. Afortunadamente no somos clones. Hay que saber no perder nada de la propia personalidad y compartir con los demás toda la riqueza que cada persona tiene”.
-“ Desde un monasterio no se entiende a personas que se aprovechan de una autoridad o de un puesto para sacar tajada”.
-“La persecución siempre ha hecho bien a la Iglesia. En cambio el bienestar, la comodidad, el sentirse arropada, siempre ha terminado siendo negativo”.
-“Si hay personas que piensan distinto a nosotros, yo les pediría respeto, que además de cristiano es humano”.
-“En España lo que nos une, es mucho más que lo que nos separa”.
-“La Historia nos tiene que enseñar no caer en los errores ya cometidos”.
-“Hasta ahora ningún árbol ha sobrevivido si le quitan la raíz. Queramos o no, las raíces cristianas actuales de Europa, son cristianas”.
-“Quitemos de Europa catedrales, iglesias y monasterios. Estaremos en otro continente”.
-“Tenemos un rasero para juzgar a la Iglesia, y otros para juzgarnos a nosotros o la sociedad”.¿Qué institución humana lo ha hecho todo bien?.
-“¿Vamos a saber también nosotros a los inmigrantes trasmitirles nuestra cultura y enriquecerlos con ellos?
-“Los monasterios no cuentan hoy en ninguna instancia como en la UE o en la misma Iglesia ¡porque somos pocos. Pero siempre somos como una luz encendida”
-“No deberíamos nunca preocuparnos de las vocaciones, sino más bien de ser auténticos”.”Yo prefiero a 5 monjes auténticos, antes que a 50 medianos”.
“Nosotros intentamos escuchar varias veces al día a Dios a través de la Sagrada Escritura ”.
-“Los monjes no nos preocupamos, nos ocupamos”
-“Desde aquí percibimos que existe una Navidad muy desnaturalizada, muy consumista que empieza incluso antes del Adviento”.
-“El día de Navidad es el único en que hablamos en el refectorio, nos comunicamos y nos felicitamos la Navidad”
En algunos cines están poniendo, con éxito inesperado, una cinta titulada “El gran silencio”. Refleja sin palabras la vida de los cartujos. El abad Clemente nos ha hablado desde las páginas de un periódico. Que sus palabras no caigan en saco roto.

Autor:
Padre Miguel Rivilla San Martín
Fuente:
Church Forum
www.churchforum.org

viernes, 4 de diciembre de 2009

La hermanas de la Visitación en el interior del Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, (ZENIT.org).- Con una jornada que inicia a las 5,20 de la mañana y finaliza a las 9,30 de la noche, siete hermanas de la Visitación, llegaron a ocupar desde el pasado mes de octubre el monasterio Mater Ecclesiae dentro de los muros vaticanos. Este convento nació en 1994 como iniciativa de Juan Pablo II de crear una comunidad de religiosas contemplativas para acompañar con su oración la actividad del Santo Padre y de sus colaboradores de la Curia Romana.
El convento es ocupado cada cinco años por una comunidad diferente. Han pasado por allí las carmelitas, las benedictinas y las clarisas.
“Hemos acogido este encargo como un don singular del Señor”, asegura la superiora de esta comunidad María Begoña Sancho Herreros en una entrevista realizada por el diario a “L’ Osservatore Romano” el 2 de diciembre, “Somos conscientes de que no estamos preparadas para una experiencia tan especial. Como se trata de un don de Dios, trateremos de que Él mismo que nos sostenga”, dijo.
Religiosas de cuatro nacionalidades distintas componen esta nueva comunidad: una italiana, una colombiana, una proveniente de Guinea Ecuatorial y cuatro españolas según indicó a ZENIT la hermana Sancho Herreros.
“El todo unido al sacrificio de cristo ofrecido por la Iglesia y por el Pontífice”, indicó la religiosa quien afirmó que también se ocuparán “de algunos trabajos para la persona del Papa, como el cuidado de sus vestidos”.
Un día en el Mater Ecclesiae
Las hermanas dedican una gran parte de la jornada a la oración: Liturgia de las Horas (laudes, tercia, sexta, vísperas, la nona y completas), misa, adoración al santísimo y rosario en comunidad, lectura espiritual y meditación de temas espirituales.
También cuentan con dos momentos llamados “de obediencia”, para las eventuales comunicaciones a la comunidad de parte de la superiora. Dedican algunas horas a diversos trabajos de acuerdo con sus propias responsabilidades.
Tienen momentos de descanso y recreación después del almuerzo y la cena respectivamente. A diario realizan su examen de conciencia y concluyen con el rezo de las completas.
La hermana María asegura que tanto ella como su comunidad descubren una misión específica dentro de la celebración del Año Sacerdotal: “Acogerlos, (a los sacerdotes) cuando vienen a pedirnos oraciones o a contarnos sus dificultades”.
Asegura que cada día hacen una oración especial por ellos: “por los santos, por quienes son menos fervorosos, por quienes sufren o son tentados, por los que nos ayudan con su vida ejemplar administrándonos los sacramentos”,
Inspiradas por San Francisco de Sales
Las hermanas de la Visitación buscan ser así fieles al carisma de su fundador San Francisco de Sales (1567 - 1622) quien quería “que se supliera la penitencia exterior con la renuncia interior”
La superiora recordó lo que el santo pedía en sus escritos: “La congregación no quiere más que formar almas humildes” y “la característica de las hijas de la Visitación es la de ver todo en la voluntad de Dios y seguirla”.
Igualmente, se refirió a su cofundadora santa Juana de Chantal, (1572-1641), un modelo para las diferentes vocaciones: “Ella vivió en primera persona diferentes experiencias: noble, casada, viuda, religiosa y fundadora”.
Las hermanas de la Visitación tienen también una fuerte devoción al Sagrado Corazón de Jesús, la cual fue especialmente promovida por Santa María Margarita de Alacoque (1647-1690), quien fue miembro de esta congregación.
“A nosotras, hijas de la Visitación, fue concedida la gracia de honrar la vida escondida del Corazón de Jesús y como Él se reveló a nosotras, quiere que nosotras lo manifestemos y lo ofrezcamos a los demás”, decía la santa.
La superiora del Mater Ecclesiae, quien desempeñó este mismo cargo en el monasterio de Burgos en España, es religiosa desde hace 30 años. Durante esta entrevista dejó también espacio para algunas confesiones: “Me conforta saber que mis oraciones y mi sacrificio recaen en beneficio a la Iglesia y al mundo, que Dios se sirve de esto para acercar a los hombres a su corazón”, asegura.
Y al recordar un poco la historia de su vocación exclama: “¡De cuántas gracias me hubiera privado si le hubiera dicho que no al Señor!”.
Igualmente se refirió a su amor filial a María, que para ella resulta indispensable para su misión: “Hace muchos años hice un pacto con ella, ofreciéndole todo lo que tenía para que lo presentara al Señor y le pidiera lo que ella sabe que necesito”.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

San Rafael Arnáiz: la glorificación del “frustrado”

La próxima canonización del Hermano Rafael ha puesto a nuestra Diócesis de fiesta… El domingo 11 de octubre, una numerosa peregrinación palentina se dará cita en el incomparable marco de la Plaza de San Pedro en el Vaticano, dando gloria a Dios por la obra buena que ha realizado en cinco nuevos santos, entre los que se encuentra quien desde ese día será invocado como San Rafael Arnáiz.
Soy consciente de que existe el riesgo de participar en este acontecimiento, sin conocer en profundidad la figura y el mensaje de este joven trapense, que la Iglesia nos propone como modelo de santidad. Por ello, más que adentrarme en una explicación sistemática de su espiritualidad, mi intención en estas breves líneas es suscitar el deseo de acceder a la lectura de la vida y los escritos del Hermano Rafael, ¡una auténtica joya de la espiritualidad católica! Los escritos del Hermano Rafael ya están publicados en la mayoría de las lenguas modernas, y están siendo traducidos a numerosas lenguas orientales. El Hermano Rafael tiene la virtud de expresar la más honda vivencia mística, con una frescura y cercanía de lenguaje, que la hace fácilmente trasladable y aplicable a nuestra propia vida.
Pues bien, la “historia” del Hermano Rafael, así como el “modelo” de vida cristiana que nos ofrece, están condicionados en gran medida por una grave enfermedad (la diabetes sacarina), que “frustró” en gran manera sus planes y sus proyectos. Su salud no le permitió asumir la vida ordinaria del monje trapense, teniendo que
resignarse a llevar un régimen de vida distinto, a tener que abandonar con frecuencia el monasterio, a ser una carga para sus compañeros e, incluso, al sufrimiento ante la posibilidad de que la enfermedad fuera un impedimento para su propia vocación.
Entresaco de sus escritos, un pasaje muy significativo, en el que el Hermano Rafael nos abre su alma:
“Había una vez un «tonto de circo» que cada vez que entraba en la «pista» se caía..., iba de aquí para allá, arrastrando sus enormes zapatos y con grandes esfuerzos lograba arreglar la esquina de la alfombra. Cuando ya creía que estaba bien, tropezaba en ella..., la volvía a arrugar y se caía...; sudaba...; su trabajo consistía en sacar una silla... Para ello se remangaba, se secaba el sudor de la frente con un enorme pañuelo, y como si arrastrara un enorme peso, sacaba a la pista la silla y, por último, se sentaba en ella. Todos se reían de él al ver lo orgulloso que se retiraba, creyendo que había ayudado a los demás a preparar los aparatos, alfombras y demás enseres que los artistas necesitaban para su trabajo.
Yo conozco a un trapense que en la Trapa hace igual que el «tonto del circo», toda su actuación se reduce a un «hacer que hacemos», arrastrando los pies y secándose el sudor.
Este pobre hombre hace reír a los ángeles que contemplan desde el cielo el espectáculo del mundo y, aunque no hace los arriesgados trabajos de los demás artistas, ni da «saltos mortales», ni ejercicios de fuerza, o «volteretas en el trapecio»..., ¿qué más da? ¡Si no sabe más que desarrugar las alfombras y con ello se gana los aplausos de los ángeles!...”.
Santidad no es perfeccionismo
Una de las grandes enseñanzas de la vida del Hermano Rafael es ésta: la santidad no debe de confundirse con el perfeccionismo. Este último, el perfeccionismo, se caracteriza por centrar todos los esfuerzos en la materialidad de nuestras obras, de forma que las podamos culminar correctamente, sin error ni fallo alguno… Sin embargo, la santidad no consiste tanto en la perfección material, cuanto en la aceptación y en el ofrecimiento, por amor de Dios, de nuestros esfuerzos y de nuestros pequeños “logros”, así como de nuestras limitaciones y errores.
A lo largo de los escasos años en los que el joven Rafael permaneció en la Trapa de Dueñas, tuvo que ir desprendiéndose -en un claro ejercicio de purificación pasiva- de sus planes, proyectos, propósitos… Rafael soñó al ingresar en la Trapa con llegar a ser un monje perfecto; pero, finalmente, Dios le concedió ser… ¡un monje santo!
El santo humor del hermano Rafael
Otro aspecto muy característico de la espiritualidad del Hermano Rafael, es su sentido del humor, vivido incluso en momentos trágicos de su vida, como expresión de una admirable confianza y abandono en las manos del “sólo Dios”. La experiencia de Rafael nos enseña que cuando nos empapamos del amor infinito de Dios, entonces somos capaces de reírnos de nuestros agobios, de nuestras preocupaciones y, en definitiva, de nuestro propio “yo”, que tanto nos ocupa y nos preocupa.
Pero no olvidemos que la alegría del Hermano Rafael, aún naciendo de su confianza en Dios, requiere de un ejercicio ascético constante y firme. Mantener el sentido del humor en medio de las cruces de la vida, tiene el precio de mortificar nuestras melancolías, relativizar nuestras decepciones, pasar por alto los desprecios que podamos sufrir, y elevar nuestros corazones. La alegría y el sentido del humor del Hermano Rafael, son la penitencia más agradable a los ojos de Dios.
Para todos aquellos que no puedan acudir a Roma, el sábado 24 de octubre, celebraremos en nuestra Diócesis de Palencia un día de acción de gracias con motivo de la Canonización. Por la mañana, a las 12.00, tendrá lugar en la Trapa de Dueñas una solemne Eucaristía; mientras que, por la tarde, a las 18.00, la Santa Misa será en la Catedral. Daremos gracias a Dios por la elevación a los altares de quien escribió: “Dios no nos exige más que sencillez por fuera y amor por dentro”.

Autor: Mons. José Ignacio Munilla Aguirre